Una nación llamada Mediterráneo
Los países que se asoman al Mare Nostrum comparten tantos paisajes, culturas e historia que me siento identificado como ciudadano de esa nación transcontinental. Este vídeo es mi particular homenaje a la patria común de todos los que nacimos en sus riberas
Siempre que viajo por un país ribereño del Mediterráneo me siento como en casa. La silueta de una palmera, el olivo y la vid, los sabores de sus cocinas, la herencia fenicia, griega y romana, el estilo de vida y esa luz tan especial parecen diluir las fronteras en un territorio que me acerca siempre a mi niñez.
A las orillas del Mare Nostrum se asoman 21 países de tres continentes. Países en principio tan dispares como Siria e Italia o como Túnez y Eslovenia. Sin embargo, cuando viajas por ellos percibes en el aire un espíritu común, un algo en el paisaje, en las costumbres, en el deleite de vivir en las terrazas al aire libre que los unifica. Y ese algo es la luz y el color del Mediterráneo, la herencia de Roma y de Atenas y de Cartago, la capa envolvente de un clima con cuatro estaciones bien marcadas de veranos plomizos, inviernos suaves, otoños melancólicos y primaveras exultantes.
Nunca fui mucho ni de banderas ni de patrias. Cuando alguien enarbola con vehemencia su bandera y exalta a su patria en realidad más que unir lo que busca es crear diferencias con el otro. Por eso, si me dieran a elegir, elegiría como patria el Mediterráneo y como bandera el azul tan especial de sus aguas.
El vídeo que abre este reportaje está editado con fragmentos de documentales grabados en mis viajes por diferentes países mediterráneos. Y no sabría distinguir a cuál pertenece cada uno. Porque todos son de una nación llamada Mediterráneo.
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