Dos yeguas agredidas sexualmente pasan un peritaje de salud mental
Un autor de los hechos ha sido condenado a dos años de cárcel en Mallorca. Los equinos desarrollaron secuelas psicológicas
La noche del 1 de enero de 2018, un hombre de 54 años se dirigió a los establos de una finca de la localidad mallorquina de Alcúdia con la intención de agredir sexualmente a una potrilla de siete meses. El animal tuvo que ser tratado durante varios días por las heridas físicas sufridas en el asalto. Ante la conducta extraña desarrollada por la potra durante las semanas posteriores y las sospechas del veterinario que la atendió, la propietaria de los caballos decidió instalar cámaras de vigilancia en la cuadra. Las imágenes no daban lugar a dudas: captaron al hombre hasta en tres ocasiones en el mes de marzo agrediendo sexualmente a la madre de la portilla, una yegua que también tuvo que ser atendida por el veterinario por las heridas sufridas.
El ejemplar más joven sufrió además importantes secuelas psicológicas, "de miedo intenso y rechazo a las personas", según se recoge en el escrito de acusación aportado por la defensa de la propietaria de los animales. El agresor se ha mostrado conforme con una pena de dos años de cárcel por dos delitos de maltrato animal con explotación sexual, uno de ellos continuado, durante el juicio celebrado esta semana en el juzgado de lo penal número uno de Palma, en el que la acusación popular ejercida por la Asociación Balear de Abogados por los Derechos de los Animales reclamó dos años y tres meses de prisión. El individuo asumió que uno de los ejemplares desarrolló secuelas psicológicas fruto de sus agresiones sexuales y asumió el pago de casi 1.000 euros por los gastos veterinarios a la hora de tratar a ambos animales. La sentencia, dictada unos días después, le condena a dos años de prisión.
"La yegua más joven ha desarrollado miedo a las personas después de los hechos", afirma el doctor en Veterinaria Tomàs Camps, encargado de realizar el peritaje de salud mental de los dos ejemplares que fue aportado durante el proceso judicial. La yegua y la potra fueron sometidas a un test en un espacio neutral, alejado de las cuadras en las que ocurrieron los hechos, y mientras que la más mayor no dio signos de tener miedo, la más joven se mostró asustada con las personas. "Para la segunda prueba se llevó a los caballos al lugar donde ocurrieron los hechos y se esperó unas semanas para que se adaptaran. Se realizaron las pruebas de nuevo y se vio que, mientras que la madre no tenía problema, la potra tenía un miedo de mayor intensidad de lo que demostró en la zona neutral", explica Camps.
Los peritajes de salud mental a los animales que han sufrido maltrato son infrecuentes en los procesos judiciales. El Código Penal en su artículo 337 habla de penas de entre tres meses y un día y un año de prisión para quien por cualquier medio o procedimiento maltrate injustificadamente a un animal, causándole lesiones que dañen gravemente su salud. "La ley no especifica si el menoscabo grave de salud es físico o mental. Este juicio ha evidenciado que las secuelas que son demostrables pueden ser enjuiciadas, y es algo que debería sembrar para el futuro y debería tenerse en cuenta" señala Camps, que subraya que con los humanos este tipo de procesos están ya estandarizados.
La recuperación de la joven yegua dependerá ahora de muchos factores, porque los caballos son animales que por su naturaleza "tienden mucho a expresar ese tipo de comportamientos de desconfianza", según Camps, que opina, no obstante, que se puede intentar "mitigar" la expresión de este miedo, aunque el pronóstico a largo plazo "es malo" y más cuando ocurre en animales tan jóvenes.
La Asociación Balear de Abogados por los Derechos de los Animales se mostró inflexible a la hora de mantener una petición de cárcel de dos años y tres meses: "En este caso no se trata solo de una agresión sexual, sino de daños infligidos de forma gratuita y reiterada provocando un gran sufrimiento al animal", afirmó durante el trámite de informes su presidente, el abogado Manuel Molina. Finalmente, la sentencia ha condenado al acusado a la pena más alta por un delito de maltrato animal.
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