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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Cómo salvar a nueve millones de niños

Dejar que mueran de neumonía es un delito. Contamos con las herramientas para salvarlos, y la más potente de ellas es más accesible que nunca antes

Un bebé recibe su dosis de vacuna contra la polio en Nouakchott (Mauritania).
Un bebé recibe su dosis de vacuna contra la polio en Nouakchott (Mauritania). Pouget (UNICEF)

El año pasado, un niño fallecía de neumonía cada 39 segundos, en promedio. Esta enfermedad, una forma de infección respiratoria aguda, es detectable, tratable y prevenible. Desde el año 2000 existen las vacunas antineumocócicas, que protegen de la bacteria causante de la neumonía y la meningitis (una infección cerebral mortal), pero su uso se ha concentrado principalmente en los países desarrollados, por una sencilla razón: son costosas. Afortunadamente, una nueva vacuna podría cambiar eso.

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En la actualidad, la neumonía afecta desproporcionadamente a los más vulnerables: los niños y la tercera edad, especialmente los que viven en países en desarrollo. En 2019, 70 millones de niños carecían de vacunación antineumocócica. Más de un 80% vivían en el Sudeste Asiático, el Pacífico Occidental y África. Esta cifra puede ser incluso superior en 2020, ya que muchos países con grandes poblaciones infantiles no vacunadas han informado de importantes interrupciones en sus programas de vacunación a causa de la covid-19. 

Antes de la pandemia, los niños de los países de bajos ingresos tenían casi 14 veces más probabilidades de morir antes de cumplir cinco años que los de los países desarrollados, en gran parte debido a la neumonía y otras infecciones agudas. Y es posible que esa proporción aumente: hay nuevos datos que muestran que las interrupciones relacionadas con la pandemia en los sistemas de salud y el menor acceso a alimentos podrían causar un millón más de muertes infantiles en los países de ingresos bajos y medios.

En este contexto resulta más urgente que nunca asegurar un acceso amplio y asequible a vacunas de importancia crucial, incluidas las antineumocócicas. Después de todo, las vacunas han demostrado ser la mejor herramienta con que contamos para proteger a los niños, especialmente en países pobres y frágiles, donde millones de familias carecen de acceso a servicios sanitarios de alta calidad.

Bangladés, que introdujo las antineumocócicas a su programa nacional de vacunación en 2015, sabe la diferencia que puede marcar una vacuna. Gracias al compromiso sostenido del Gobierno y las autoridades sanitarias, el país implementó rápidamente un plan para vacunar a casi todos sus niños.

Antes de la pandemia, los niños de los países de bajos ingresos tenían casi 14 veces más probabilidades de morir antes de cumplir cinco años que los de los países desarrollados. Y es posible que esa proporción aumente

Los resultados están a la vista. En menos de cinco años, los casos de neumonía grave entre niños bangladesíes han bajado en cerca de un 50%; los de meningitis también han descendido. Esto va en línea con las experiencias de los países desarrollados: desde la introducción de esta vacuna, Estados Unidos y el Reino Unido han documentado grandes caídas en la cantidad de menores de edad con neumonía grave causada por la bacteria neumococo.

Estos avances reflejan tanto la protección directa de los vacunados como el desarrollo de una inmunidad de rebaño. Si la mayoría de la gente ha recibido la vacuna, la bacteria causante de la neumonía no se puede propagar fácilmente, lo que significa que también están protegidas las personas que no pueden ser vacunadas (debido a una edad demasiado corta, por ejemplo, o si tienen sistemas inmunes debilitados).  

Al mantener sanos a los niños, las vacunas antineumocócicas ayudan además a liberar recursos adicionales para el sistema de salud. En varios países de bajos ingresos, donde las camas de hospital son limitadas –y se están volviendo aún más escasas a medida que avanza la COVID-19- cada niño que no está hospitalizado por neumonía equivale a uno que obtiene el tratamiento necesario para una enfermedad no prevenible.

Todos los niños merecen la misma protección frente a la enfermedad. Y eso es lo que parece ofrecer una nueva vacuna llamada Pneumosil, aprobada por la Organización Mundial de la Salud en diciembre de 2019 y por el Gobierno indio en julio. Fabricada en la India, Pneumosil estará disponible para los países de bajos ingresos a un precio 30% menor que el que se paga en la actualidad para este tipo de vacunas. También los países de ingresos medios pagarán menos, lo que volverá a Pneumosil la vacuna más asequible de su tipo.

En otras palabras, proporciona a los países en desarrollo una herramienta no costosa para proteger a niños vulnerables, al tiempo que impulsa el dinamismo de los mercados de las vacunas. Ahora que hay más opciones de vacunas antineumocócicas, los líderes políticos, los donantes y los promotores deben aprovechar la oportunidad y lanzar rápidamente programas de inmunización donde sea que se necesiten. No hacerlo podría significar la muerte de casi nueve millones de pequeños en la próxima década.

Es una tragedia cuando incluso uno padece una enfermedad prevenible. Dejar que millones de niños mueran de esa enfermedad es un delito. Contamos con las herramientas para salvarlos, y la más potente de ellas es más accesible que nunca antes.

Samir Saha es Jefe de la División de Diagnóstico del Instituto Bangladeshí de Salud Infantil y Director Ejecutivo de la Fundación de Estudios de la Salud Infantil.

Traducido del inglés por David Meléndez Tormen. Copyright: Project Syndicate, 2020.

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