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La aventura de ser madre en Málaga en tiempos de la covid-19

La capital de la Costa del Sol mantiene unificados todos los servicios de maternidad en un solo hospital, que atiende a una población superior a las 700.000 personas

En la imagen, Yaiza A. S. y su hijo recién nacido.
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La madrugada del pasado 9 de septiembre, Yaiza A. S. [prefiere no dar sus apellidos completos], de 25 años, comenzó a sentir contracciones. A primera hora de la mañana acudió al Hospital Materno Infantil con todos los indicios de que iba a dar a luz a su primer hijo, Iker. El ginecólogo, viendo que el parto no era inminente, la envió a casa –como es habitual en estos casos– hasta que la situación fuera más urgente. Allí, la situación se precipitó y Yaiza se fue con su madre hasta el centro de salud de El Cónsul, a dos calles de donde reside. “Fui andando y, cuando llegué, ya estaba de ocho centímetros”, recuerda la joven malagueña. “Pedimos una ambulancia y yo escribí en el grupo de WhatsApp del centro para ver si alguien nos podía ayudar”, recuerda Alicia Pérez, la matrona que le atendió. Diez minutos después había nacido el bebé, con tres kilos y medio y tanto él como la madre se encontraban bien. La ambulancia la trasladó al hospital Materno Infantil, donde estuvo ingresada menos de 24 horas.

Yaiza tiene al hospital Clínico Universitario a apenas a tres calles de su casa, pero no pudo ir allí porque los paritorios de este centro hospitalario se convirtieron desde el 28 de marzo en UCI y la planta al completo donde se ubican se centró en la atención a los pacientes covid. Sus profesionales fueron derivados al Materno Infantil –a siete kilómetros y 20 minutos de coche desde donde vive Yaiza– de manera puntual. Sin embargo, allí siguen a pesar de que una vez superado el peor momento de la pandemia la planta de los paritorios del hospital Clínico Universitario quedó cerrada a cal y canto desde el 22 de mayo y solo han abierto el 9 de septiembre para dedicarse de nuevo enfermos de coronavirus, según denuncian los trabajadores. “Nuestro traslado de un sitio a otro es rápido, como demostramos en marzo. Podríamos haber estado todo ese tiempo trabajando allí y atendiendo mejor a las mujeres hasta que hubieran hecho falta de nuevo las instalaciones”, dice una profesional, que pide que haya un compromiso por escrito por parte del Servicio Andaluz de Salud (SAS) de que el servicio vuelva a desdoblarse y a su situación normal cuando mejoren las condiciones sanitarias.

“Málaga es la única gran ciudad que mantiene solo una maternidad”, añade la sanitaria, que destaca que allí también atienden a futuras madres de zonas cercanas. De hecho, es el centro de referencia para las mujeres de la capital, pero también Benalmádena, Torremolinos, los municipios del Valle del Guadalhorce y parte de la comarca de La Sierra de las Nieves. Es decir, una población que supera los 700.000 habitantes. Algunos –como los residentes en Yunquera– a una hora del centro hospitalario. “Todo ello hace que se puedan juntar 80 mujeres para monitores en una mañana y eso genera retrasos, mientras las madres llegan a esperar dos horas, sin sitio para sentarse para poder mantener las distancias y la preocupación que supone estar allí por la covid”, cuenta otra matrona. También es un problema para el personal sanitario, que tiene que atender “con mucha rapidez y sin apenas poder explicar bien las cosas”, añaden las mismas fuentes.

Todo ello ha influido para que el bebé de Yaiza nazca en la camilla de un centro de salud, pero también que otros dos partos sucedieran en las Urgencias Generales del Clínico -uno de ellos en la sala de críticos-. La unificación de todos los servicios en un solo centro “exponen a riesgos innecesarios la salud de las madres y sus bebés”, subrayan desde los sindicatos. Los pasados viernes 4 y 5 de septiembre se asistieron 19 partos cada jornada. Para el Servicio Andaluz de Salud (SAS) la cifra es “más que asumible” debido a que las instalaciones cuentan con 13 paritorios, tres quirófanos de urgencias y UCI con especialización en Neonatología. Más aún, cuando hace una década se atendían 6.000 partos al año, cifra que cayó en 2019 a 3.700. “Todo ha transcurrido con absoluta normalidad, garantizando la asistencia tanto de la gestante y puérpera como de los recién nacidos”, insisten fuentes del SAS.

“En esta época siempre hay un repunte de nacimientos, era algo previsible, así que no entendemos por qué no se ha hecho nada para que volvamos a nuestras instalaciones habituales”, cuenta una profesional de las que tuvo que trasladarse en marzo del Clínico Universitario al Materno Infantil. Destaca que hay falta de camas cuando se unen muchos partos y que hay mujeres que, una vez ingresadas, se ven obligadas a cambiarse de cama constantemente por la llegada de nuevas parturientas y el seguimiento de protocolos covid. Este incluye que las mujeres sean aisladas hasta que no sepan el resultado de su test PCR y también exige que se hagan esa prueba en los tres días anteriores al parto como máximo, por lo que muchas tienen que repetirlo varias veces -Yaiza lo hizo tres veces- debiendo también guardar cuarentena. “Son todo incomodidades que disminuyen la calidad asistencial de la sanidad pública y terminan haciendo que muchas mujeres se vayan a la privada”, subraya una matrona del Clínico Universitario, que critica el silencio administrativo que han obtenido los escritos de la Junta de Personal por parte de la gerencia del centro hospitalario y del SAS.

A todo ello se suma la desaparición de las clases de educación maternal, que han dejado de celebrarse de manera física para evitar contagios de covid. Cada matrona ha ido solucionando esa falta de información de la manera que ha podido bajo su propia iniciativa. Alicia Pérez, por ejemplo, abrió un perfil en YouTube con la ayuda de su hija donde ha colgado un curso completo de educación maternal así como numerosos vídeos centrados en diferentes cuestiones del cuidado del recién nacido. Desde el Colegio Oficial de Enfermería de Málaga también pusieron en marcha el Canal Matrona, “creado precisamente al hilo de la pandemia para paliar estas deficiencias” con la participación de enfermeros especialistas obstétrico-ginecológicos de atención primaria y especializada, según han explicado desde la entidad. “Hacerlo así no es lo mismo, es imposible resolver las dudas que van surgiendo en las clases y que sirven para todas las personas asistentes, pero ahora mismo es la solución que hay”, concluye Pérez.

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