
Las gallinas sí van al colegio en Kenia
12 fotosLa pandemia dejó vacías las escuelas de todo el mundo, especialmente las de este país africano que ha suspendido el curso completo. Dos centros privados se han reconvertido en busca de ingresos. Ahora sí, las aulas son auténticos gallineros
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1El curso escolar en Kenia se ha dado por perdido debido a las medidas para frenar la pandemia. Se trata de una decisión insólita en el mundo que afecta a más de 18 millones de estudiantes kenianos. Como las aulas no van a volver a abrirse, al menos de momento, los centros educativos privados han buscado medidas ingeniosas para conseguir algunos ingresos. Este colegio privado de Mwea, un pueblo a unos 100 kilómetros al norte de Nairobi, ha cambiado los libros y los alumnos por gallinas. BAZ RATNER REUTERS -
2Este colegio privado de Mwea, un pueblo a unos 100 kilómetros al norte de Nairobi, ha convertido las aulas en criaderos de pollos y el patio del recreo en un huerto donde dos profesores han cambiado las tizas por "sukuma" (una especie de col rizada) y espinacas. DANIEL IRUNGU EFE -
3Kenia dio por perdido el curso escolar este año por la covid-19 y las escuelas privadas como esta sin los ingresos de las cuotas escolares, buscan otros negocios más lucrativos para evitar la ruina total. "No me sorprendió, me lo esperaba", dice el dueño del centro, James K. Kung'u, en una sala de profesores vacía. Veía lo que sucedía en Asia, en Europa y sabía que llegaría a África también, pero no se esperaba que fuera más temprano que tarde. BAZ RATNER REUTERS -
4El cierre, al principio, era una medida temporal de 30 días que se extendió hasta que en julio el propio ministro de Educación, George Magoha, anunció: "el año escolar 2020 se considerará perdido por las restricciones de la covid-19". Una decisión insólita en el mundo, que afecta a más de 18 millones de estudiantes kenianos. BAZ RATNER REUTERS -
5Kung'u cree que la decisión de cerrar los colegios el 15 de marzo, cuando no se había acabado ni el primer trimestre, fue precipitada. "Cada mañana me levanto pronto, vengo al colegio donde debería haber niños, pero no los hay, y me queda una sensación amarga", lamenta este director, de 70 años y que, tras cuarenta dedicados a la enseñanza, decidió fundar su propio centro. "Nos quedamos sin trabajo, sin nada que hacer", recuerda Kung'u. BAZ RATNER REUTERS -
6Ahora, en el "rincón de juego" de la clase de PP2, el equivalente al último curso de infantil, están los pollos de apenas un mes. Según crecen, van pasando de curso hasta llegar a la última clase: ahora, en vez de por alumnos a punto de ingresar en la enseñanza secundaria, está ocupada por gallos que pronto marcharán al mercado. BAZ RATNER REUTERS -
7A apenas un kilómetro, otra escuela privada sigue sus pasos. "¡Bienvenidos al excolegio Mwea Brethrem!", saluda su dueño, Joseph Maina. "¡Ahora es una granja de pollos!", exclama a Efe emocionado, mientras por teléfono toma un pedido de 4.000 pollitos que se unirán al millar que ya tiene desde que empezó este negocio el 12 de junio. En la pizarra ya no queda ni rastro de las declinaciones de suajili de la otra escuela. Hay calendarios de vacunación, tablas con la cantidad de comida para los pollos y otro tipo de cálculos. "¿Volverá a abrir el colegio?". Maina se lo piensa en un prolongado silencio. "Depende", responde finalmente, "de las medidas y de cuánto nos apoye el Gobierno". BAZ RATNER REUTERS -
8James Kung'u, el director de la escuela Roka mira las bandejas de huevos que ha recolectado en su oficina, que ha convertido en una tienda para sus productos agrícolas, después de atender a los pollos que están criando en algunos de las aulas convertidas en gallineros. De las casi 90.000 escuelas que abarcan de educación infantil a secundaria en Kenia, casi un tercio son privadas, en manos de empresarios y organismos religiosos o benéficos. En las últimas décadas, las cifras de asistencia a primaria se han multiplicado hasta superar el 90% en 2016, pero mientras que el número de escuelas públicas ha aumentado el 13%, las privadas han surgido como hongos, con un crecimiento de más del 64%.
DANIEL IRUNGU EFE -
9Joseph Maina, director de la escuela Mwea, observa mientras atiende a los pollos que está criando en una de las aulas que ha convertido en gallineros. El cierre de las escuelas ha dejado en situación crítica muchos de estos centros. "Te lo digo, muchos no volverán a abrir", recalcan tanto Maina como Kung'u. El primero recuerda que escuchó en la televisión que el dueño de un colegio se dedica a la venta ambulante y Kung'u menciona a otro que se suicidó "por la frustración". DANIEL IRUNGU EFE -
10Beatrice Maina, directora de la escuela Mwea, se encuentra junto a sacos de pienso para pollos dentro de una de las aulas que ahora usa como almacén para los piensos. Las escuelas más exclusivas de Nairobi han optado, como en otras partes del mundo, por seguir cobrando las cuotas y dar clase online. Vincent Njuki, un joven de 19 años de Mwea, empieza la próxima semana la universidad. Estudiará Educación, pero lo hará en línea y desde su móvil porque no tiene ordenador. "No creo que vaya a funcionar", subraya. Más allá de las pantallas, muchos estudiantes han repasado los libros que se pudieron llevar de la escuela, aunque después de seis meses les cueste abrirlos. "He llegado a aburrirme de estudiar, repasé todo el temario y me aburro, ¡hasta se me olvida lo que leo!", confiesa Rita Angela Wambui, una aplicada estudiante de 14 años.
DANIEL IRUNGU EFE -
11Beatrice Maina atiende a los pollos que está criando en una de las aulas que ha convertido en gallineros en Mwea. Tras el anuncio de julio, el ministro de Educación sugirió el pasado fin de semana que los colegios quizás podrían abrir en noviembre para que los alumnos de últimos cursos de primaria y secundaria puedan prepararse los exámenes. La vuelta no será fácil. "No se van a construir aulas de la noche a la mañana, no se ha hecho desde marzo y no va a suceder en los próximos tres o cuatro años", critica Ramani. "Recemos para que el virus se vaya porque la distancia social es un milagro que no va a pasar". DANIEL IRUNGU EFE -
12En Roka intentaron también unirse a las clases online. El jefe de estudios creó un grupo de WhatsApp, pero "no todos los estudiantes podían acceder" y lo dejó para plantar espinacas. "Los padres tienen que trabajar, los niños se quedan en casa y nadie cuida de ellos, por lo que se pueden meter en cosas feas", advierte el director de Roka, que señala el aumento de los embarazos adolescentes durante la pandemia. "Tal como yo lo veo, es un milagro. Seguimos siendo un país en desarrollo", justifica Kung'u, quien recuerda que en muchas partes de Kenia aún no han visto un teléfono inteligente. "Los tiempos difíciles no durarán para siempre", alega Kung'u. "Si viene un segundo coronavirus, me encontrará más preparado; y si viene un tercero, seré una persona diferente", añade esperanzado. DANIEL IRUNGU EFE