El poder terapéutico de los cuentos infantiles
Los psicólogos los usan como herramienta para resolver conflictos o cuadros de ansiedad, miedo o tristeza
Los cuentos son un elemento fundamental en el kit de momentos felices de la infancia. Permiten que la ilimitada imaginación de nuestros hijos navegue por mundos insospechados. Son también parte del inventario del curso escolar, que comienza ahora, ya que son recursos para desarrollar el lenguaje y el aprendizaje.
Y en esa carrera, que parece irreal y fantasiosa, es posible descubrir algo más. Porque los cuentos no solo alfabetizan, entretienen, divierten y ayudan a pasar el rato o a relajarse antes de dormir, sino que también permiten identificar y conocer algunos de los pensamientos, sentimientos y emociones que rondan por las cabezas y corazones de nuestros pequeños. Algo tan cercano como las historias que leen o les leemos todos los días pueden convertirse en una poderosa herramienta para conocer más y mejor la vida interior de los niños. Pero estas narraciones son más que una simple decodificación de signos; es también una forma de conversación, como expresa en un trabajo de la Universidad Veracruzana de México, la psicóloga Diana Rico Norman: “el cuento es una manera de relacionarse con el entorno, donde además el niño puede conocer los sentimientos y realidades humanas”.
Justamente, por eso, algunos psicólogos consideran a los cuentos entre sus recursos más ricos y eficaces. De hecho, el uso terapéutico de los cuentos nació en la terapia con adultos, de Milton H. Erickson, quien empleaba las metáforas y los relatos breves para llegar a un diagnóstico y una evaluación de la personalidad. Hoy en día, una buena parte de la psicología, incluido el psicoanálisis, se beneficia de ellos.
Pero, ¿qué superpoder terapéutico tienen los cuentos?
“Las historias y aventuras generan, en primera instancia, motivación e interés en los niños, y, a la vez, tratan los temas de forma indirecta. Permiten abordar ciertos asuntos de una forma mucho más relajada y en la se les invita a reflexionar”, nos cuenta Laura Aguilera, psicóloga, psicopedagoga y fundadora del centro PAI, de Barcelona, además de escritora de cuentos infantiles. No nos referimos a los cuentos de corte didáctico y moralizante que tanto se escribían antes, sino de los de la nueva literatura, que se antoja más gozosa y en la que lo importante es que los niños disfruten, enganchen con las historias y los personajes, y puedan colarse, en cierta forma, en ellas.
Estas narraciones son, sin duda, un momento de encuentro, pero además permiten al niño crear y recrear esa u otra historia, incluso la suya. En ellas encuentra descritos los problemas que le afligen, descubre soluciones en las que no había pensado, ve reflejados sus temores, sus emociones y se identifica con los personajes. De esta manera, enriquece su mundo y su creatividad.
Las características que tiene un cuento terapéutico
En líneas generales, deben adaptarse a la edad del niño, tener la extensión adecuada, un lenguaje sencillo, un mensaje claro y, por supuesto, personajes y situaciones cotidianas que atraigan su atención, que pueda comprender fácilmente y les sean familiares: miedo a la oscuridad, a perderse, a hacerse daño, a la muerte… Los niños, desde muy pequeños, desarrollan un pensamiento simbólico junto al lenguaje verbal, lo que los conduce a la asimilación de la realidad. Solo con una imagen, dibujo, objeto, letra, frase u otro símbolo, son capaces de crear significados de fuerza. En el viaje de inicio, desarrollo y desenlace de un cuento, las metáforas también enriquecen y proponen desafíos. Decía el Dr. Milton H. Erickson, que estas con capaces de guiar al niño hacia la resolución de sus problemas porque fomenta que extraiga del relato sus propias conclusiones y ofrece un modelo flexible, abriendo una puerta a varias salidas. Pero la esencia de un cuento terapéutico son los personajes, que activan las neuronas espejo del pequeño lector y les permiten empatizar y aprender de esas acciones que, en un principio son ajenas, pero que, en realidad, son las propias.
El momento ideal para utilizarlos
Según la directora de PAI, en psicología, los cuentos valen, principalmente, para tratar temas específicos en la etapa infantil, pero funcionan muy bien en todas las edades. “Hay que tener en cuenta que hay historias que valen para ciertas edades y no son eficaces para otras, por lo que hay que seleccionarlos bien: ni muy infantiles o sencillos, ni tampoco muy complejos. Los objetivos van en función de las necesidades de cada niño. En los más pequeños, por ejemplo, se recurre a temas sobre la gestión del enfado y otras emociones desagradables, o el miedo a la oscuridad. Cuando los padres se separan, el bullying o los conflictos entre iguales, el duelo, la autoestima son situaciones que pueden estar contenidos en los cuentos y, muchas veces, también lo están posibles soluciones.
Curar con cuentos las emociones de la pandemia
La psicóloga señala que estos recursos se pueden utilizar en cualquier momento de la vida. Incluso hoy, ya existen cuentos gratuitos incluso sobre la covid, para entenderla y aceptarla. Por otro lado, “quizás pueden haber aumentado algunos conflictos emocionales que existían en los niños antes de la pandemia, y ahora con todo el estrés, la ansiedad y la incertidumbre, han ido a más”, sostiene la también escritora. “Estos recursos nos permiten conversar con el niño sobre lo que le acongoja, reflexionar y que se abra a los padres más fácilmente. Es como crear una base sobre la que, tanto psicólogos como padres, podrán ir construyendo cimientos”, dice Aguilera. La psicopedagoga nos enumera algunos de los cuentos que utiliza en sus terapias para hablar de ciertas emociones.
- LA MUERTE. Para siempre, de Camino García, que describe el peso que supone el duelo, cómo es natural irlo a sentirlo y cómo se puede ir aligerando.
- LA ENFERMEDAD. Un monstruo viene a verme, de Patrick Ness (llevada al cine por Juan Antonio Bayona) sirve tanto para tratar la enfermedad, así como la muerte. Es una novela corta sobre un niño cuya madre tiene cáncer a una visita inesperada que lo enfrenta su fragilidad y miedo y le da armas para enfrentarlos. Resulta una trama un poco complicada, que no todos los niños comprenden.
- LA ANSIEDAD. El emocionario, de Cristina Núñez y Rafael Valcárcel, un itinerario por las diferentes emociones, muchas de ellas, que entran en el círculo de la ansiedad. O El emocionómetro del inspector Drilo, de Susana Isern y Mónica Carretero, un manual para identificar, medir y regular 10 emociones. También los cuentos de yoga o relajaciones sirven para calmar la ansiedad: Om, de María Isabel Sánchez, o Respira, de Inês Catel-Branco.
- LA INSEGURIDAD/INCERTIDUMBRE. Muchas veces asociada a una falta de autoestima, se empodera al niño con cuentos para generar seguridad y confianza como Guapa (Harold Jiménez Canizales), Orejas de mariposa (Luisa Aguilar), Yo voy conmigo (Raquel Díaz Reguera) y El viaje de Lula, este último un proyecto de la propia psicóloga.
- LAS NORMAS: Rana de tres ojos, de Olga de Dios, describe el impacto de la contaminación y cómo mejorar esta situación a través del impacto colectivo y las soluciones en grupo.
- EL BULLYING. Hoy no juegas, de Pilar Serrano, para tratar el acoso escolar, aislamiento, exclusión, empatía, amistad, solidaridad...
Cómo es una terapia con cuentos
La terapia infantil es distinta de la de los adultos. Con los cuentos buscamos que el niño relacione el relato con su propia vida, pero no sea parte de ella. La psicopedagoga nos describe, a grandes rasgos, su forma de trabajar con cuentos: “primero, se lee o hace leer el cuento al niño. O lo hacemos juntos, intercalando páginas de lectura para crear vínculo. Luego, se le pregunta si ha entendido la historia y se le pide que resuma qué ha sucedido, con preguntas para irlo ayudando. Hablamos acerca del protagonista (¿qué piensas de él?, ¿cómo crees que se siente?, ¿cómo crees que debería comportarse?, ¿qué crees que debería hacer?...). Finalmente, se le pregunta si se identifica en algún aspecto con el personaje. A partir de ahí, empieza la reflexión profunda, en la que el pequeño ya proporciona información sobre su vida, experiencias, sentimientos, emociones, etc. Información reveladora, por cierto, ya que en terapia infantil permite empezar a trabajar con lo que siente el pequeño”.
Reforzar en casa
Explicar por qué los psicólogos infantiles utilizan los cuentos en sus consultas nos da una pista de la potencia e impacto que tienen. Si bien la terapia la hace un profesional, los padres también podemos apoyar esta iniciativa en casa: “lo principal es crear un ambiente relajado a la hora de leer los cuentos, que sea un momento para generar vínculo, proximidad, compartir y disfrutar. Sin expectativas ni directrices. Un ejercicio útil es hablar del cuento leído, relacionarlo con aquel día que le pasó algo parecido a nuestro hijo o comentar qué le ha sugerido la historia. Incluso si ha sucedido algo similar a papá o a mamá, para que vean que los padres no somos perfectos, nos pasan cosas y cómo las vamos superando. Y si el niño no quiere abrirse más o no quiere hablar del tema, dejemos la actividad, y hagamos otra cosa. Hay que darle tiempo y probar otro día”, concluye la experta.
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