Vico Magistretti, el diseñador que usó una cadena de bicicleta para inventar el sofá más cómodo del mundo
En el primer centenario del nacimiento de este genio del diseño, Cassina le rinde homenaje y relanza algunas de sus piezas más icónicas
Cuenta la leyenda que el Maralunga de Vico Magistretti (1920-2006) surgió a partir de un enfado monumental de Cesare Cassina, el industrial que le había encargado un sofá lo más cómodo posible. El maestro del diseño industrial se presentó con un prototipo que, al parecer, resultaba demasiado rígido. Cassina, en un arranque de frustración, dio un puñetazo al respaldo del sofá, que venció y se inclinó hacia delante. “Correcto, genial, me parece perfecto así”, respondió Magistretti. No estaba disimulando ni siguiéndole la corriente a su cliente, sino siendo totalmente sincero: al doblarse el respaldo, el sofá adquirió el movimiento preciso para hacerlo perfecto. El diseñador incorporó un mecanismo interno en el respaldo y los brazos que permitía girarlos hacia dentro gracias a una sencilla cadena de bicicleta y volvió a llamar a Cassina. Esta vez, la reacción fue otra: había nacido el Maralunga, uno de los sofás más famosos del siglo XX, un hito del diseño de muebles y, desde luego, el modelo que marcó un antes y un después en la industria.
Si para Magistretti un siglo era el tiempo que debía seguir vigente un buen diseño, muchos de los suyos llevan camino de lograrlo. Ahora que se cumple el primer centenario del nacimiento del genial diseñador italiano, Cassina, la firma de mobiliario y objetos que produce muchas de sus piezas más célebres, relanza algunos de sus iconos y confirma la vigencia de piezas que, como el Maralunga, nunca han abandonado su catálogo del todo.
Para los entendidos en diseño, esa longevidad es todo una hazaña. Aunque a todos nos encanten los clásicos del diseño, mantenerlos en producción no siempre es factible –a veces, ni siquiera rentable– para firmas acostumbradas a lidiar con pedidos, albaranes, encargos a medida y nuevas tendencias. Las piezas de Magistretti, sin embargo, surfean los cambios del gusto a los que han sucumbido muchos de sus contemporáneos. En el caso del Maralunga, sucede así porque es un sofá indiscutiblemente cómodo, mullido y práctico que la firma italiana, hoy capitaneada por la directora creativa Patricia Urquiola, ha sabido actualizar con materiales y tecnología mejorada.
Otras piezas, sin embargo, son simple y llanamente iconos reconocibles a primera vista. Ahí está, por ejemplo, la silla 905, lanzada en 1964 y que, en un siglo lleno de sillas icónicas, se diferencia de todas gracias a sus brazos arqueados y a su combinación de madera y piel. O la librería Nuvola Rossa, un prodigio de ligereza y equilibrio técnico que se basa en un concepto, el del mobiliario plegable, más propio de nuestra época que de la sedentaria burguesía de 1977.
Tal vez esté ahí la clave de su longevidad: en una época en que muchos buscaban la forma de su tiempo, Magistretti inventó la metodología de diseño del futuro. Movilidad, transformación, ligereza. El mantra del mobiliario actual era, en el fondo, el que él mismo tenía interiorizado.
El centenario de su nacimiento también ha permitido a Cassina recuperar bocetos y materiales procedentes de modelos que, aunque ya no están en el mercado, subrayan la atmósfera imaginativa e inquieta que caracterizó a aquellos años dorados del design italiano. La butaca Sinbad, por ejemplo, rendía homenaje al universo de Las mil y una noches mediante una estructura sobre la que parecía haberse posado una alfombra. Y la primera pieza que diseñó para la fábrica de mobiliario Cassina, la silla Carimate, es una relectura contemporánea de algo tan tradicional como la silla de enea. Volver a Magistretti es reencontrarse con unos años fundamentales en los que la industria, la artesanía y la creatividad hicieron buenas migas en torno a ese fenómeno llamado design italiano. La prueba de su éxito es que muchas de estas piezas siguen formando parte de hogares de todo el mundo.
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