Una coreografía digital en los talleres de Hermès

“Silencio en el plató, por favor. Cámara A en la cuarta planta, en posición. Cámara B lista. Equipo de plató, ¿estáis preparados?”. El que bien podría ser un diálogo previo al clásico ‘acción’ de cualquier rodaje cinematográfico marcó el inicio de la presentación primavera-verano 2021 de Hermès. Con los desfiles al uso puestos en cuarentena hasta nuevo aviso, la maison francesa mostró su colección a través de un vídeo, retransmitido en su web y rodado en sus ateliers de Pantin, en la periferia de París. Bautizado como 'Hors-Champ', algo así como 'fuera de cámara', la intención era precisamente la de situar al espectador entre bastidores, haciéndolo partícipe de esas escenas de backstage que acostumbran a quedar en la intimidad en los desfiles tradicionales.

Detrás de la cámara, la casa francesa colocó al director escénico experimental Cyril Teste, especialista en performances digitales. Detrás de la colección, y también delante del objetivo, dando forma a los looks a través de las instrucciones y los retoques de última hora que suelen preceder a las salidas de los modelos, estaba Véronique Nichanian, directora artística del universo masculino de Hermès. Ambos asumieron el riesgo de grabar en tiempo real una perfecta coreografía de prendas, tiros de cámara y puesta en escena que, por momentos, parecía ensoñar con convertirse en un gran plano secuencia.

Fiel al espíritu que Nichanian ha insuflado a la división masculina de la marca los últimos treinta años, dato reseñable en un momento en el que la durabilidad de los proyectos creativos es cada vez más corta, la propuesta de cara a la temporada estival del próximo año defiende las chaquetas con solapa doble –que ya hicieron acto de presencia el invierno pasado–, las rayas diplomáticas de regusto noventero o las sandalias y cangrejeras en piel, santo y seña de la firma cuyo calzado diseña Pierre Hardy. Teñidas por la gama cromática de los azules que transitan hacia el verde, el gris petróleo o el beige dejándose salpicar por algunos detalles flúor, tanto la paleta cromática como la factura de las piezas apelaban a la tan anhelada atemporalidad, terreno en el que Hermès se mueve con soltura. Mención especial merecen las cremalleras bien visibles y los pantalones, una de las prendas que obsesiona a la diseñadora, de hechura holgada y tan relajada como el resto de la propuesta.

Tanto el ir y venir de los modelos –viaje en ascensor incluido– como la sensación de continuidad del plano –interrumpido por un primerísimo detalle del nuevo reloj Slim d'Hermès–, hizo de esta performance un show dinámico y altamente estético. Una nueva forma de acercarse a las prendas y accesorios desde la mirada de su artífice, que seleccionó minuciosamente las piezas sobre las que la cámara debía centrar su foco. Los acordes del Rocks de Primal Scream sonando a través de los auriculares de uno de los modelos seguidos por los aplausos del equipo pusieron el cierre a un total de 18 looks, ampliados en imagen fija a 26, que dieron buena cuenta de cómo es posible reinventar la fórmula del desfile en ocho minutos sin necesidad de grandes artificios.