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El valor añadido de los migrantes para hacer negocios

Pese al estigma que presenta a quien viene de fuera como una amenaza y no como una oportunidad, los inmigrantes son grandes emprendedores. Estos ejemplos de éxito lo demuestran

Esta familia migrante de agricultores fue retratada por la prestigiosa fotógrafa Dorothea Lang en 1936 en Nipomo, California, Estados Unidos. Por entonces, la pobreza azotaba a la población migrante que llegaba a Estados Unidos buscando cumplir un sueño y se encontraba con decenas de obstáculos. Décadas después, sabemos que casi la mitad de las empresas de éxito del país son o fueron fundadas por inmigrantes.
Esta familia migrante de agricultores fue retratada por la prestigiosa fotógrafa Dorothea Lang en 1936 en Nipomo, California, Estados Unidos. Por entonces, la pobreza azotaba a la población migrante que llegaba a Estados Unidos buscando cumplir un sueño y se encontraba con decenas de obstáculos. Décadas después, sabemos que casi la mitad de las empresas de éxito del país son o fueron fundadas por inmigrantes.The New York Public Library (Unsplash)
Lola Hierro

"Sigue siempre a tu corazón. No hagas caso sobre lo que la gente diga que no puedes hacer solo porque hables otro idioma o seas nuevo en el país. Inspírate y fíjate metas. Tú decides lo que quieres lograr". Hasta aquí, el consejo que envían por correo electrónico para este reportaje Adel Albaghdadi y Razan Damlakhi. Él de Damasco y ella de Aleppo, ahora residen en Países Bajos y antes formaron parte de aquellos cientos de miles de refugiados a los que se ha aludido en infinitas ocasiones desde el estallido de la guerra en Siria hace una década. Siempre han sido más que un número o una etiqueta y ahora el fruto de su trabajo lo demuestra, por si quedaban dudas: son los fundadores de WeOrganization, una iniciativa dirigida a abordar el problema de la xenofobia y promover la inclusión social. En tres años han organizado 55 charlas y ofrecido 20 talleres de formación por los que han pasado más de 2.300 personas.

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El trabajo de Albaghdadi y Damlakhi es solo un ejemplo de entre un millón de que las personas que hay detrás de la etiqueta de migrante o refugiado aportan, y mucho. Lo reflejan los números cada vez que alguna organización o experto en la materia aborda el asunto e investiga. En Estados Unidos, para empezar. Un análisis realizado en 2011 de las 500 empresas más potentes del país de las oportunidades encontró que el 40% de ellas habían sido fundadas por inmigrantes o por sus hijos. Unos años después, en 2016, dos miembros de la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard concluyeron en otro estudio que los inmigrantes en Estados Unidos no solo arrancan más negocios que los empresarios nativos, sino que sus empresas también tienen más probabilidades de alcanzar el éxito y de sobrevivir más tiempo.

El sudafricano Elon Musk fundó Tesla; el ruso Sergey Brin creó Google, el brasileño Mike Krieger inventó Instagram y el ucraniano Jan Koum hizo lo propio con WhatsApp. Todos ellos emprendieron y lograron negocios millonarios. Pero cuando se habla de inmigrantes, no se les relaciona con el éxito. "Las narrativas actuales los coloca como agentes pasivos que necesitan ayuda o compasión, en lugar de ser agentes de cambio activos, ansiosos y capaces de contribuir", opinan Kenny Clewett y Lisa Hehenberger en el prefacio del estudio Humanos en el centro: Cómo los emprendedores sociales con antecedentes migrantes marcan la diferencia, de la investigadora Asma Naimi. Son, respectivamente, directores de Ashoka Hello Center y del Instituto de Emprendimiento de la Escuela de Negocios ESADE. Ambas entidades vieron necesario eliminar ese estigma y demostrar que la población migrante está en una posición única para desarrollar soluciones que se adapten a las necesidades de sus comunidades en particular, y al desarrollo de países y regiones en general.

"Puedes dejar que una situación desafortunada te defina y hacerte la víctima o puedes superar esa mala experiencia y ayudar a otros en una situación similar a evitarla", opina Kwiri Yang en una entrevista por correo electrónico. Al igual que la pareja formada por Albaghdadi y Damlakhi, Yang es uno de los rostros que presenta Naimi en su análisis. Nació en Corea del Sur, pasó por Vanuatu y a los 13 años se mudó a Estados Unidos con su familia. A los 16, fundaba su primera empresa, ahora multimillonaria, con la que ayudó a más de dos mil migrantes poseedores de pequeños negocios en California. En total ha construido y vendido cuatro compañías. "Me encontré con una oportunidad para ganar dinero mientras apoyaba y ayudaba a otros inmigrantes", resume ella.

Ahora dirige Second Time Founders, una comunidad de emprendedores y fundadores experimentados comprometidos a mejorar el estado del mundo a través de un liderazgo consciente, y entre otros reconocimientos fue nombrada una de los 40 líderes cívicos emergentes menores de 40 años y representó la voz de la próxima generación en la Reunión Anual del Foro Económico Mundial.

Decálogo para el éxito

Que las personas de origen migrante puedan desarrollar todo su potencial y alcanzar el éxito será posible si se dan una serie de condiciones. El análisis de Ashoka y Esade ofrece una vía hacia el éxito a través de diez recomendaciones que ayuden a crear un ecosistema social y empresarial favorable para estos emprendedores.

1. Dar voz y voto a los emprendedores de origen migrante a la hora de discutir políticas y soluciones para ellos.

2. Que los actores institucionales superen sus prejuicios y sesgos hacia el colectivo migrante.

3. Mejorar el acceso a capital y servicios financieros.

4. Mejorar el acceso a asesoría legal, a información sobre políticas y subsidios fiscales que puedan beneficiarles y minimizar la burocracia.

5. Mayor compromiso de los grandes actores institucionales para fomentar la diversidad en sus organizaciones.

6. Acelerar los procedimientos de regularización de los solicitantes de asilo y otros migrantes y suavizar las restricciones laborales y los requisitos de idioma.

7. Crear más oportunidades para los migrantes en el mercado laboral formal reconociendo sus habilidades y su experiencia laboral.

8. Allanar el camino para las personas con antecedentes migratorios para trabajar en temas relacionados con la migración.

9. Cambiar la narrativa ofreciendo historias positivas sobre migración en los medios de comunicación

10. Crear bases fructíferas para el desarrollo de soluciones innovadoras a través de profesionales experimentados de origen migrante.

La población migrante se enfrenta a dificultades exclusivas para ellos. Las primeras, según llegan a los países de destino, donde tienen que reconstruir sus vidas desde cero en un entorno desconocido, con medios financieros generalmente limitados y en un entorno cultural e idiomático distinto. "Teníamos solo 300 dólares en el bolsillo cuando emigramos a Estados Unidos. A pesar de nuestra educación superior (tanto yo como mi esposo), decidimos imprimir nuestros currículums y solicitar empleo en restaurantes para poder pagar el alquiler y otros gastos. Nos pusimos muy contentos cuando mi esposo encontró un trabajo de camarero en uno", recuerda ahora Aytakin (Ika) Aliyeva, fundadora de Femigrants, una compañía que ayuda a mujeres inmigrantes a usar todo su potencial y avanzar en sus negocios y carreras a través de la educación. Hoy cuenta con más de seis mil miembros.

Con frecuencia se enfrentan a comportamientos racistas y discriminatorios; de hecho, el discurso que se utiliza para referirse a los migrantes los coloca en una posición de dependencia, los victimiza e infravalora cuando no los criminaliza. Los medios de comunicación contribuyen a reforzar su visión negativa en muchas ocasiones. "Las diferencias pueden llevarnos a designar ciertos grupos como "los otros", como menos que humanos", sostienen los sirios Albaghdadi y Damlakhi.

Y ese racismo se produce también entre las instituciones. Por ejemplo, es habitual que la toma de decisiones y políticas que tienen que ver con ellos mismos esté centrada en el punto de vista del país anfitrión y a ellos se les excluya de este proceso, algo negativo, ya que se obvian muchos aspectos necesarios para comprender la situación del colectivo. "Los programas de lucha contra la exclusión social basados en el asistencialismo (ayuda continua que crea dependencia) son perniciosos en el sentido que crean una situación de resignación y un sentimiento de incapacidad", opina Abdoulaye Fall, senegalés experto en migraciones e impulsor de Winkomun, una cooperativa que lucha contra la exclusión social creando y apoyando comunidades autofinanciadas, y están presentes en ocho países.

Liza Rivera es descendiente de inmigrantes y directora de SBCC Thrive LA, una organización que lleva 47 años empoderando económicamente a personas de pocos recursos en Los Ángeles, Estados Unidos. Impulsada por la falta de conocimiento de las instituciones sobre la realidad de los migrantes, en 2018 Rivera lanzó Iniciativas Económicas Innovadoras, con la que capacita a personas de bajos ingresos de este colectivo para que desarrollen sus habilidades. "Si bien los programas sociales son necesarios, a menudo se guían por ideas erróneas", explica. Así, se propuso dar la vuelta a la asistencia pública para reducir la pobreza. "Vemos a los pobres como individuos con experiencia vivida que crearán redes sociales y trabajarán juntos para contribuir a la economía local", afirma Rivera. Esta empresaria identifica a personas —fundamentalmente mujeres— con talento para la artesanía, la cocina, etcétera, y les apoyan con un capital inicial, formación, construcción de conexiones sociales y comerciales... Y, al final, nace un negocio, o más bien 18, los que han nacido ya, todos reunidas en el colectivo YOUnique.

Existen valores añadidos en la población migrante nacidos, precisamente, de la adversidad. La perseverancia y capacidad de adaptación ganada en su búsqueda de acceso a recursos en circunstancias difíciles, su comprensión más integral acerca de cuestiones migratorias y la facilidad para construir puentes con estas comunidades, su capacidad para elevar el estatus de su propia comunidad al rechazar ideas preconcebidas y para influir positivamente en las percepciones hacia los migrantes, son algunos de ellos.

Una encuesta realizada por la Escuela de Negocios de Harvard a más de 1.700 compañías en ocho países encontró que la diversidad y la innovación iban de la mano, y aquellas en las que primaba la variedad de orígenes en su fuerza laboral obtuvieron mejores resultados financieros. Fall es emprendedor en España, donde las personas trabajadoras por cuenta propia de nacionalidad extranjera representan el 11,7%: 231.326 en marzo de 2020, según el Instituto Nacional de Estadística. Este senegalés, que cuenta que llegó a España con las manos vacías, cree que lo más importante es que consideren que su visión y compromiso en aportar soluciones a los problemas específicos de los migrantes son necesarios. "En mi caso, la oportunidad única de aportar mi perspectiva y experiencia han sido cruciales", asegura. 

Persiguiendo el éxito

Liza Rivera, Abdoulaye Fall, Kwiri Yang, Aytakin Aliyeva, Adel Albaghdadi y Razan Damlakhi han acumulado una importante experiencia a lo largo de sus vidas como personas que dejaron su país o como descendientes de quienes tuvieron que hacerlo. Ellos o sus padres pasaron dificultades en un lugar que les era ajeno y en todos los casos se repusieron, apostaron por sus ideas y triunfaron. Preguntados por el consejo que darían a alguien que quiera sacar adelante su negocio en un contexto de migración, dieron estas respuestas:

Liza Rivera, de SBCC Thrive LA

No te des por vencido. Ser emprendedor es un desafío, debes estar dispuesto a asumir riesgos, cometer errores, aprender de ellos y confiar en tu red de amigos, familiares, vecinos y organizaciones sin fines de lucro. Lo que me inspira para seguir trabajando es ver el tremendo crecimiento de las mujeres de nuestro colectivo YOUnique.

Abdoulaye Fall, de Winkomun

Trabaja por vocación y considera que, como migrante, tu visión y compromiso en aportar soluciones a los problemas específicos de los migrantes son necesarios. En mi caso, la oportunidad única de aportar mi perspectiva y experiencia han sido cruciales para de dedicarme al emprendimiento social. Ver cómo tus acciones tienen un impacto sobre la vida de la gente es gratificante y constituye el principal motivo para seguir adelante.

Adel AlBaghdadi y Razan Damlakhi, de WE organization

Sé curioso y motivado, llama a todas las puertas para buscar oportunidades para desbloquear tu espíritu emprendedor y encontrar caminos para realizar tu sueño de transformar tu pasión en oportunidades de negocios. Infórmate sobre las posibilidades en tu vecindario, pueblo o ciudad. Verifica las actividades del centro comunitario de tu área. Sigue a tu corazón. No escuches lo que la gente te diría que no puedes hacer solo porque hablas otro idioma y eres nuevo en el país. Inspírate y establece objetivos. Puedes decidir lo que quieres lograr. Esto puede ser difícil, pero vale la pena.

Aytakin (Ika) Aliyeva, de Femigrants

A veces, cuando sigues a personas exitosas en las redes sociales, parecen ser estrellas inalcanzables. No te das cuenta de que también lucharon e hicieron las cosas paso a paso para alcanzar sus objetivos. Ojalá hubiera sabido entonces que no era la única mujer inmigrante que experimentaba esto.



Más tarde, cuando decidí entrevistar a mujeres inmigrantes antes de lanzar Femigrants, entendí que había algunas experiencias peores o mejores que las mías. Me ayudó a comprender que no debemos comparar las experiencias de cada uno. Todas son únicas.

Kwiri Yang, de Second Time Founders

No doy consejos, solo comparto mi propia experiencia. Dar un consejo insinúa que alguien es mejor que tú, y no lo veo así. Mi experiencia como emprendedora fue increíblemente desafiante, pero gratificante. La mayor recompensa fue que aprendí mucho sobre mí y sobre cómo ser mejor persona. Lo que me inspiró a lograr mi propósito fue tener una red con otros emprendedores con los que puedo compartir nuestro viaje y discutir los retos que enfrentamos.

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Sobre la firma

Lola Hierro
Periodista de la sección de Internacional, está especializada en migraciones, derechos humanos y desarrollo. Trabaja en EL PAÍS desde 2013 y ha desempeñado la mayor parte de su trabajo en África subsahariana. Sus reportajes han recibido diversos galardones y es autora del libro ‘El tiempo detenido y otras historias de África’.

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