No, África no se acaba de subir al carro del ‘waste art’
El sur del continente se ha convertido en uno de los escenarios más dinámicos de este tipo de creaciones a partir de materiales de desecho
En los últimos años hemos visto cómo cientos de artistas se han sumado a la tendencia del recycled art, la técnica que se basa en crear arte a través de la reutilización de materiales desechados. Alabados en las grandes citas y encuentros internacionales y aplaudidos por una ciudadanía cada vez más concienciada, algunos artistas están apostando fuerte por esta tendencia. Mientras en el Norte global el debate sobre si este tipo de arte es solo una moda más, o si realmente el objetivo es crear sociedades más sostenibles, sigue abierto; algunos artistas en África llevan varias décadas trabajando con residuos logrando unos resultados y una calidad envidiables.
En el continente africano el uso general de estos materiales no es nuevo, tampoco en el proceso de creación artística. Desde la década de 1990 surgieron todo tipo de respuestas culturales ante la creciente producción de basura en el continente, sobre todo plásticos. Un buen ejemplo son los benineses Dakpogan y Hazoumé que se han convertido en dos referentes internacionales y tienen una larga experiencia en la creación de máscaras a través del uso de residuos, fundamentalmente de bidones reutilizados. A esa primera generación de artistas se unen hoy, con gran empuje, artistas jóvenes que ven en la contaminación y la emergencia climática una amenaza real para la supervivencia de su planeta. Algunos ejemplos son el colectivo Garbage Collector en Uganda, el grupo de música KOKOKO, que crea sus propios instrumentos musicales con desechos, o la apuesta por la creación de mosaicos con material reutilizado de la nigeriana Chineye Okoro Onu, son una muestra más de la fuerza y la creatividad que irradian las nuevas generaciones.
En regiones como Europa o América del Norte el uso de materiales reciclados para crear obras visuales como esculturas y pintura, aunque no es nuevo, sí que se ha consolidado con más fuerza en la última década. La amplia conciencia social que existe, la preocupación por la emergencia climática y la sensación de destrucción continua de los ecosistemas en nuestro planeta son, sin duda, algunas de las causas que explican este auge. No obstante, en el continente africano la necesidad actual de reutilizar materiales como medida de prevención no es la única causa: “Definitivamente los artistas africanos están a la cabeza cuando se trata de materiales reutilizados y reciclados, no hay duda”, comenta el artista sudafricano Mbongeni Buthelezi. “Esto podría ser impulsado por muchas razones, una de ellas podría ser la falta de recursos. Debemos entender que tenemos experiencias diferentes de las de otros continentes”, añade.
Sin embargo, no es solo la falta de acceso a los materiales lo que ha impulsado esta tendencia, sino que es precisamente en esos materiales donde algunos artistas encuentran el medio para expresar sus inquietudes. Así, la escultora y artista visual sudafricana, Lungiswa Gqunta, ha recurrido a materiales como botellas de cerveza vacías, cristales rotos, gasolina, sábanas viejas, marcos de cama de madera desgastada, alambres… Gqunta aborda en sus obras la complejidad cultural y política de la Sudáfrica post-apartheid, así como los desequilibrios sociales producidos no solo por la colonización, sino también por el patriarcado. La carga emocional de esos materiales le permite expresar las contradicciones de su mundo y consigue que el espectador experimente, en primera persona, la incomodidad y la violencia de su obra.
África Austral, donde se concentra una gran cantidad de artistas, se ha convertido en uno de los epicentros del recycled art. El escultor Johnson Zuze, de Zimbabue, inició su andadura trabajando con materiales metálicos, muy especialmente el alambre, para después utilizar botellas de vidrio y latas de aluminio que le permiten realzar y reflejar el color de sus obras. Zuze se identifica como un artista espiritual: “Mi arte se inspira en cómo Jehová destruirá todas las cosas malvadas y a partir de esos restos creará nueva vida”. Esto resume la razón y el estilo de su obra, ya que de sus esculturas emana la belleza creada a partir de materiales desechados. El alambre sigue siendo una parte fundamental de su obra. “Mi interés por el reciclaje se despertó en 2009 cuando mi casa ardió. Entre los restos de aquella residencia recogí elementos como alambres, que permitieron que me expresara en un momento de total desolación”, revela el escultor.
Uno de los autores más inspiradores fue, sin duda, Benon Lutaaya. Aunque de origen ugandés, desarrolló su trabajo desde 2011 en Johannesburgo. Tristemente fallecido el pasado año, Lutaaya se reveló como uno de los artistas más valorados del panorama internacional del momento. Fue por una mala racha financiera, que le impedían acceder a los materiales básicos para sus creaciones, por lo que acabó recurriendo al uso del papel reciclado que se encontraba en la calle. Sus obras, casi siempre retratos en collages de papel, tienen el poder de transmitir la fragilidad y el sufrimiento, pero, además, edifica la metáfora de crear espacios en los que nada se desecha y todo tiene su lugar.
Si Lutaaya era considerado el rey del papel, Mbongeni Buthelezi se ha convertido en el gran exponente del arte en plástico. El artista sudafricano reutiliza un material que le permite crear complejas texturas y combinaciones de color. Calcula que una de sus obras puede llegar a estar compuesta de casi 5000 piezas de plástico de diferentes tamaños. Su obra Sugar tax, centrada en denunciar los males que provocan la obesidad y la diabetes en las sociedades africanas, se ha convertido en todo un referente del waste art del panorama africano. “Empecé a utilizar plásticos en 1991 cuando usar basura para el arte no estaba de moda”, comenta. A través de exposiciones como Childhood Memories, Buthelezi se centra también en torno a la infancia: “Las experiencias de la infancia son muy importantes, sientan las bases para el futuro. Childhood Memories fue un intento de capturar algunos de estos episodios en forma de retratos, paisajes y juegos que me recordaban esas experiencias”.
Plástico, papel, alambre… el uso de este tipo de desechos se ha convertido en algo necesario no solo porque reduce el impacto ecológico, sino porque mientras transmiten impresiones y sentimientos al espectador, también pueden concienciar. Buthelezi lo tiene claro: “Nuestro trabajo es esencial para la actual preocupación por el medio ambiente, la contaminación y el cambio climático”. Y esto, pensando en los tiempos que corren, resulta más necesario que nunca.
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Artículo publicado en colaboración con Wiriko, una asociación cultural que tiene como objetivo la difusión de las manifestaciones artísticas y las culturales africanas contemporáneas. Desarrolla actividades de divulgación a través de un magacín en línea y de formación mediante el Aula Virtual.
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