13 fotosCrisis del coronavirusContra el coronavirus, jabón de karitéCon 576 casos confirmados y 36 muertos, en Burkina Faso se teme que la covid-19 se expanda por zonas rurales, donde el acceso al agua y a productos de higiene muchas veces escasea. Ahora más que nunca, el jabón es básicoJuan Luis RodBurkina Faso - 22 abr 2020 - 05:55CESTWhatsappFacebookTwitterLinkedinCopiar enlaceCon 576 casos confirmados y al menos 36 fallecidos en distintas ciudades, en Burkina Faso se teme que la covid-19 se expanda por las zonas rurales, donde el acceso al agua y a productos básicos de higiene personal muchas veces escasea. Por eso, ahora más que nunca, el jabón de karité cobra especial importancia en el interior del país. En la provincia de Koudougou, un grupo de 179 mujeres, repartidas en 12 pequeños grupos de unas 15 o 20, han formado la cooperativa Manegbzanga. Producen de manera artesanal unas 100 toneladas de jabón de karité al año.La cooperativa Manegbzanga da trabajo a todas las vecinas de la zona de Koudougou, en Burkina, independientemente de su edad, y cada una tiene un papel establecido dentro del proceso para la elaboración del popular jabón.Un estudio realizado en Ghana indicó que la recolección y el procesamiento del karité contribuye con un tercio de los ingresos que las mujeres aportan a la economía en las áreas en que crece este árbol. En Burkina Faso se estima que hay entre 300.000 y 400.000 mujeres que participan en la producción y la comercialización de este fruto.El karité es un árbol típico del Sahel, en África Occidental, que crece silvestre y llega a medir hasta 15 metros de altura. Tienen que pasar entre 15 y 20 años para que empiece a producir frutos y puede vivir hasta tres siglos.Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el karité proporciona empleo e ingresos para alrededor de tres millones de mujeres de la región del Sahel, que trabajan directa o indirectamente con la manteca de este producto. Antes de que formaran la cooperativa Manegbzanga, los niños de esta localidad en la zona de Koudougou, en Burkina, no tenían opciones para ir al colegio en esta localidad. Gracias a los ingresos generados por el comercio del karité, una parte de los beneficios va para pagar su escolaridad. Los de educación primaria asisten a una escuela que dista dos kilómetros de su pueblo y los de secundaria van a otra a ocho kilómetros.Mientras la mayoría de las mujeres están trabajando en el proceso de elaboración del karité, otras se encargan de ir preparando al mismo tiempo la comida para el resto de la comunidad.Una de las mujeres de la cooperativa Manegbzanga sale de la aldea en dirección a la fuente para buscar el agua que necesitan para la obtención de la manteca refinada de karité.Antes de la crisis mundial del coronavirus, el jabón de karité ya formaba parte de las principales actividades de la economía de los pueblos en las zonas rurales de Burkina Faso, junto al algodón y el ganado. Pero en este momento se ha convertido en un bien vital para luchar contra la covid-19.Gracias a proyectos como este, muchas niñas que antes tenían que ayudar a sus madres durante la temporada de recolección, o bien debían quedarse en casa para cuidar de sus hermanos mientras sus madres trabajaban, ahora sí pueden ir a la escuela.Tras el proceso de cocer y triturar las nueces de karité, se obtiene una grasa vegetal conocida como manteca de karité, en la imagen.Los envases de crema son el último eslabón de un proceso que comienza en este pueblo. La mayor parte de la producción se acaba vendiendo en Ouagadougou, la capital del país, o en otras ciudades como Bobo-Dioulasso. Para la comercialización reciben ayuda de la Ong local Baobab, que se encarga de buscar compradores al por mayor en diferentes puntos del país.Madeleine Kiendrebeogo dice que tiene entre 50 y 55 años, pero no está segura. Se casó a los 16 años y tiene cinco hijos. Aprendió hace un cuarto de siglo a hacer el jabón de karité a mano, como su madre le enseñó. Hoy en día, es la líder de las 179 mujeres que forman la cooperativa Manegbzanga, que beneficia a más de 500 personas que viven con dignidad gracias a las 100 toneladas de jabón que producen cada año. Su actividad se ha convertido en la principal fuente de economía y riqueza para todas las comunidades que viven en la zona de Koudougou.