_
_
_
_
LEER PARA CREER
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Seamos ‘unorthodox’

El confinamiento necesario no puede llevarnos a aceptar todos los confinamientos: ¿cuántas capas de encierros podemos soportar?

Berna González Harbour
Los protagonistas de Unorthodox pasean por Berlín, donde el marido ha localizado a su esposa huida.
Los protagonistas de Unorthodox pasean por Berlín, donde el marido ha localizado a su esposa huida.Netflix

En ocasiones nos aislamos para huir de una agresión externa y protegernos, pero lo hacemos hasta tal extremo que luego necesitamos romper ese aislamiento para huir de una agresión interna. Es la lección clamorosa de Unorthodox, una miniserie espléndida que narra la escapada de una joven de la comunidad jasídica de Nueva York atrapada en un matrimonio concertado, en la imposición de la ignorancia y de una práctica reproductiva de dominación, por no decir sexo.

Es tal el arcaísmo y el alejamiento del mundo real que el marido abandonado, ante la primera ocasión de asomarse a un móvil con datos y tras haber oído por ahí que le puedes preguntar de todo, le espeta: “¿Dónde está Esty?”

Pero no hay Alexias ni Siris que puedan responder tamaña cuestión y empieza así una persecución cargada de violencia soterrada y juego sucio que van a trasladar a Berlín. No contaremos más, tendrán tiempo de sobra para disfrutarla en Netflix.

Y por qué ahora nos sirve esta serie no es solo por matar el tiempo de confinamiento, sino para repensar las capas de encierros que afrontamos cada uno sin estado de alarma, los territorios en que cada uno somos ortodoxos al calor de una comunidad que espera tal comportamiento de nosotros a cambio de una idea de pertenencia. La idea entonces de ser “unorthodox”, una “desortodoxia” inexistente en español pero más interesante que “heterodoxo, nada o poco ortodoxo" (las traducciones que ofrece el diccionario Collins) es suculenta. Acaso no es preciso romper con el dogma, la secta, la idea fija, la religión. Sino no permitir que te aplaste.

Aunque la serie parte de la autobiografía de Deborah Feldman, no traducida en España, tiene enorme similitud con Las hijas de Zalman, de Anouk Markovits, que Salamandra publicó en 2014, un gran testimonio de cómo esa misma comunidad judía se replegó y se envolvió en sus tradiciones más agarrotadas para protegerse. En su huida de los pogromos y el nazismo se encerraron tanto que se volvieron su nuevo y propio opresor.

¿Cuántos dogmas abrazamos sin flexibilidad? ¿Cuántas capas de encierros estamos dispuestos a soportar? ¿Cuántos refugios frente al miedo se vuelven temibles cuando nos pretendían proteger? Son preguntas que nos pueden acompañar en estos días en que no por aceptar el confinamiento necesario debemos aceptar otros confinamientos. Las mujeres malayas a las que el Gobierno conminó a maquillarse, ser serviles y amables y no provocar discusiones con sus maridos lograron liberarse de esa orden, por ejemplo, aunque seguramente no de sus maridos. En Europa, la pandemia no nos ha liberado de la insolidaridad, convertida en el dogma de la no mutualización de la deuda. En España, la dureza del confinamiento tampoco nos ha liberado del sectarismo y la trinchera, por ejemplo, el refugio común de la ignorancia. Es buen planteamiento para estos días sin escapatoria: ¿qué ortodoxias deberíamos mandar a mirar? Interesante noción: seamos todos unorthodox.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Berna González Harbour
Presenta ¿Qué estás leyendo?, el podcast de libros de EL PAÍS. Escribe en Cultura y en Babelia. Es columnista en Opinión y analista de ‘Hoy por Hoy’. Ha sido enviada en zonas en conflicto, corresponsal en Moscú y subdirectora en varias áreas. Premio Dashiell Hammett por 'El sueño de la razón', su último libro es ‘Goya en el país de los garrotazos’.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_