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Columna
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Preparados para una explosión de casos

Si el peor escenario llega a cumplirse, el 60% o el 70% de la población española acabará infectada por el coronavirus. Pero hay formas de evitar ese escenario, o al menos de distribuirlo en el tiempo

Javier Sampedro
Una mujer sale del Hospital La Paz, en Madrid.
Una mujer sale del Hospital La Paz, en Madrid.Pablo Blazquez (Getty Images)

Sí, debemos estarlo. El cálculo de infectados por el coronavirus que venimos conociendo, y que el jefe de emergencias sanitarias, Fernando Simón, nos actualiza cada día con loable precisión aritmética, es una estimación a la baja de manual, y seguramente muy abultada. La razón es que no estamos haciendo las pruebas a las personas con síntomas leves o sin ninguno. No hay recursos para hacérselas a todo el mundo, y se reservan para los casos graves o las personas demostradamente expuestas a un foco. En los próximos días se ampliarán las pruebas a los casos leves, y eso aumentará la cifra total de casos comprobados. Y la aumentará mucho, por todo lo que sabemos.

Acabamos de conocer que hace dos meses, justo cuando el Gobierno chino aisló la ciudad de Wuhan, que fue el foco de la pandemia, el 86% de las personas contagiadas habían pasado inadvertidas. Nosotros acabamos de empezar el confinamiento, y ayer teníamos 14.000 casos confirmados. Si la experiencia china fuera extrapolable a la nuestra, nuestro número real de infectados sería de 100.000 ahora mismo. Las pruebas a las personas con síntomas leves acercarán el número de casos oficial al número real, pero no lo alcanzarán del todo mientras no se hagan pruebas a la población asintomática, lo que no va a ocurrir de momento. Con todo, debemos prepararnos para una explosión de casos. Llamadlo artefacto estadístico, pero la verdad es que el verdadero artefacto estadístico son los datos actuales.

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La buena noticia es que la mortalidad aparente bajará hasta unos niveles más realistas. La tasa de muerte por el coronavirus ha estado fluctuando en España entre el 2% y el 5% la última semana. Los datos de ayer implican una mortalidad del 4%, que es más alta de la que observamos en otros países en una fase parecida de la pandemia. Se trata de otro artefacto estadístico, o del mismo que antes. Los muertos quedan todos registrados en la contabilidad. Para calcular la tasa de mortalidad, hay que dividirlos por el total de la población infectada. Pero ese es un número que estamos infravalorando gravemente, puesto que solo hacemos pruebas a los que presentan síntomas graves. Por eso la mortalidad parece del 4%. La tasa real estará seguramente más cerca del 0,7% que han detectado otros países menos afectados.

Sé que resulta brutal hablar de cifras cuando uno tiene una víctima que le toca de cerca. Pero la casuística individual no nos va a ayudar a resolver esta crisis. La única guía para gestionarla es analizar los grandes números, las razones que hay detrás de ellos y las estrategias que pueden doblarlos hasta un punto de inflexión que les haga descender. Seguir obsesivamente la evolución diaria de las cifras no sirve para nada si no entiendes lo que significan. Los responsables sanitarios y los medios tenemos que hacer un mayor esfuerzo no ya para informar a la población, sino para ayudarla a entender la situación. Esa es la parte difícil de la comunicación de las crisis. Lo demás es contabilidad de manguito y visera.

Si el peor escenario llega a cumplirse, el 60% o el 70% de la población española acabará infectada por el coronavirus. Pero hay formas de evitar ese escenario, o al menos de distribuirlo en el tiempo (aplanar la curva) para que los médicos puedan gestionarlo. Olvida los decimales y céntrate en lo esencial.

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