Día del Padre: Esto es lo que necesita un niño de su progenitor
Los hijos quieren madres y padres auténticos y no perfectos, que sean amorosos y estén disponibles y presentes para ayudarles en la vida
Este jueves 19 de marzo se celebra el Día del Padre y este año la conmemoración pasa por una situación excepcional, debido al confinamiento que vive España por la crisis del coronavirus. Dejando de lado los regalos manuales o los dibujos elaborados con mucha ilusión, la pregunta fundamental es, ahora y siempre: ¿qué es lo que realmente quiere, desea o necesita un niño o niña de su padre?
Los menores no quieren superpapás perfectos, necesitan progenitores presentes, amorosos y auténticos que no tengan miedo de mostrar “sus sentimientos y vulnerabilidades, porque así el padre se muestra más cercano y de esta manera el niño se sentirá más seguro y confiado en la relación con él. Nuestros hijos necesitan ser amados de manera incondicional, al menos hasta los tres años de edad y sentirse acogidos, cuidados y protegidos”, comenta María José Lladó, psicopedagoga del centro Acimut Bienestar.
La importancia del rol de la figura paterna
Tanto niños como niñas, buscan en sus papás el espejo y ejemplo para desarrollar su lado masculino. En el caso de sus madres, encuentran el modelo femenino de referencia, por lo menos durante los primeros años de su vida. “Hay roles y acciones que solo puede desempeñar la mamá, como dar el pecho, pero el padre puede cumplir otros cometidos no menos importantes, como abrazar y calmarle u ocuparse de su higiene, como los baños y los cambios del pañal. Los hijos necesitan cosas diferentes de su madre y de su padre. No obstante, el amor no tiene género y más ahora que las familias han cambiado mucho y son muy variopintas, desde una sola persona con un hijo, hasta dos personas del mismo sexo o una abuela. Lo importante es que los hijos reciban del referente paterno la imagen de alguien que cubre sus necesidades en cuanto a su manutención y que les acompaña y enseña a relacionarse de manera pacífica y equilibrada con su entorno a la hora de resolver las situaciones que plantea la vida diaria”, añade Lladó.
Un padre puede ser para su hijo un líder que guía, acompaña y marca límites y pautas desde la flexibilidad y el respeto por la individualidad de su prole. “Conviene evitar los roles de poli malo y bueno entre el padre y la madre. Hoy en día, los roles se intercambian a menudo porque las mujeres también trabajan fuera de casa y los padres pueden estar más presentes en casa. Los papás pueden ser líderes que marcan las pautas para que el niño sienta que le pueda acompañar, escuchar y ayudar a resolver situaciones y aconsejarle, desde la perspectiva de que los adultos también estamos aprendiendo a ser padres a través de nuestros hijos”, concluye la psicopedagoga María José Lladó.
Un padre juguetón y que sabe poner límites
Los niños disfrutan jugando con sus padres, pero conviene que “el padre ponga límites y normas, porque los niños, egoístamente, quieren jugar siempre y no tener horarios, por lo que también necesitan un padre que les lleve", explica Abel Domínguez, psicólogo sanitario y director de Domínguez Psicólogos. "Y que les ayude también con las tareas del colegio y esté disponible y sea incondicional en cuanto a oportunidades de aprender con él, incluso del hecho de cometer errores. Si un padre sabe escuchar a su hijo, el niño será claro con respecto a lo que espera de su papá”, añade este experto.
Los hijos son observadores y esponjas de los comportamientos de sus padres y de cómo gestionan las situaciones que la vida plantea a diario. Se dan cuenta de “nuestras propias limitaciones y torpezas y verán cómo las compensamos. Como cuando decimos algo que puede herir a alguien y nos disculpamos. Esta forma de gestionar las situaciones las adquieren cuando tienen modelos que les sirvan de ejemplo y cuando son adultos pueden diferenciar entre sus limitaciones y las de sus padres. No obstante, hay que tener en cuenta que cuando los hijos son pequeños consideran a sus padres como los héroes perfectos y no les cuestionan nada hasta la adolescencia, edad en que creen que sus progenitores no tienen ni idea de lo que dicen y toman como referencia a su grupo de iguales. Cuando ya son adultos y tienen responsabilidades, vuelven a dar valor a los padres y sus consejos”, comenta Abel Domínguez.
Los niños opinan sobre lo que les gusta de sus progenitores
Jugar, cocinar o que pasen tiempo en casa con ellos son algunas de las cosas que los niños más disfrutan de hacer con sus papás. Guille, de cinco años, se lo cuenta a su padre; “me gusta tirarte por detrás a la piscina, hacer peleas de cojines en el sofá; papá, me gusta que me traigas sorpresas cuando no me lo espero, hacer flanes contigo, jugar a combates juntos a la play, ir a la finca y que estés más en casa”. En definitiva, una figura paterna siempre presente.
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