Las vidas de los migrantes que viajan del sur a otro sur
Unos cinco mil senegaleses han emigrado en las últimas décadas a Argentina. Muchos regularizaron su situación, y así es como viven ahora
La migración es un fenómeno social tan antiguo como la humanidad misma: ha ocurrido a través de las eras y en todas las áreas del mundo. Desplazarnos, individual o colectivamente, es una tendencia regular en nuestro comportamiento. El objetivo es mejorar la situación de partida, sea cual sea, y mediada por diferentes motivos. Y en esto los africanos son pioneros.
En la actualidad asistimos a un salto cualitativo en los movimientos migratorios. Los desarrollos tecnológicos y la globalización han cambiado las formas de transportarnos, de comunicarnos, y las representaciones de la migración. Y esto ha transformado los movimientos migratorios de manera considerable. Han aparecido nuevas maneras de gestionarla, nuevas dificultades y riesgos, con muchos costes en vidas humanas. Pero también nuevas formas de conexión entre los espacios de origen y de destino de los migrantes.
Diversificación de destinos
En 2011 la Organización Internacional para las Migraciones indicaba que la cantidad de personas que salían de África era relativamente modesta en relación con la cantidad que migraba dentro del continente. Esta tendencia de migración interna se mantiene sobre todo en la región occidental, debido a los acuerdos de libre circulación que favorecen la migración dentro de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental.
Fuera del continente, las migraciones africanas hacia Europa no son algo nuevo. La colonización dio pie a que sucesivas generaciones de africanos optaran por salir de sus países hacia destinos europeos. Tampoco es una novedad el endurecimiento de las políticas migratorias de Estados Unidos, la Unión Europea y el Reino Unido. La fuerte dimensión de seguridad que se le da al fenómeno, la externalización de los controles y los discursos anti inmigrantes, han generado nuevas rutas para los flujos migratorios africanos, particularmente los senegaleses.
Una de estas rutas tiene como destino América del Sur, conformando las migraciones Sur-Sur. En esta región, durante la primera década del siglo XXI –y a contramano de lo sucedido en los países centrales– los discursos sobre la migración se volvieron más universalistas. En muchos países se impulsaron políticas migratorias que se enfocaban en los derechos, y que favorecieron la movilidad humana (por ejemplo, Ecuador, 2008; Argentina, 2010; Brasil, 2017). Con centros importantes en las ciudades de San Pablo, Porto Alegre y Buenos Aires, estas rutas también se vieron facilitadas por la porosidad de las fronteras internacionales.
Estatus migratorio
Fue a partir de mediados de 1990 y los primeros años del 2000 cuando se incrementó considerablemente la llegada de migrantes senegaleses en el Cono Sur, con mayor presencia primero en Argentina y luego en Brasil. En 2010 el censo argentino contabilizaba unas 2.738 personas de origen africano, y la Asociación de Residentes Senegaleses en Argentina estimaba entre 4.000 y 5.000 a sus compatriotas. En su mayoría son varones entre los 20 y los 50 años, de las cofradías islámicas mouride y tidjane.
Cabe destacar que mientras Brasil cuenta con embajada en Senegal, la argentina se cerró en 2002, tras la crisis de 2001. Esta situación influye en las dinámicas migratorias y laborales de los senegaleses en la región.
Quienes llegaron hasta 2002 pudieron tramitar su visado argentino. Pero quienes vinieron luego tramitaban el visado de turista brasileño, para quedarse en ese país, o usarlo como vía de ingreso a Argentina (la opción más elegida). Una vez en Argentina, y vencido el visado, la persona quedaba en situación irregular.
Fronteras abiertas en Ecuador y facilidades en Argentina
Entre 2010 y 2016 Ecuador eximió de visa a ciudadanos senegaleses, basándose en su política migratoria de fronteras abiertas. Desde este país, muchos se dirigieron por tierra hacia el sur, pero una vez fuera de Ecuador su situación también se volvió irregular.
En Argentina, la estrategia adoptada por la mayoría fue la solicitud de refugio, que permitía obtener una documentación temporaria (“la precaria”). Hasta que en 2013 se implementó un programa especial de regularización para senegaleses que les posibilitaba tramitar la nacionalidad argentina. Más allá de instalarse aquí, el documento les permitió diversificar sus itinerarios migratorios y laborales, en condiciones regulares y más seguras.
Alternativas laborales
En Argentina, estos migrantes se dedican principalmente al comercio de bisutería y productos de marroquinería. La venta callejera (ambulante o en puestos fijos) está muy extendida. Pero es un riesgo frente a los controles municipales y policiales, porque vender sin permiso en la vía pública es una contravención.
Hay quienes pudieron abrir sus locales en las zonas comerciales de las ciudades donde residen (a lo largo y ancho de Argentina). Otros viajan vendiendo por el interior de las provincias, siguiendo el calendario de fiestas locales, o en las playas atlánticas hasta la Patagonia, durante el verano.
Finalmente, hay quienes emprendieron su negocio mayorista y abastecen de mercadería a otros comerciantes. Estos mayoristas senegaleses compran la mercadería, en el centro de la ciudad de San Pablo, a los comerciantes chinos que la importan de su país.
En nuestra investigación hemos observado que este circuito senegalés que conecta el sur brasileño con la Patagonia argentina admite otras opciones laborales. Hay empleos con contratos temporales en fábricas metalúrgicas, alimenticias y de muebles en el Estado de Rio Grande do Sul (Brasil), constituyendo una alternativa al comercio en Argentina.
Muchos senegaleses eligen ir y venir dentro de este circuito variando los trabajos, para minimizar los riesgos e inestabilidad de un comercio en tensión con las normas legales y la flexibilización de una industria que ofrece contratos precarios. De esta manera, observamos que logran abrirse paso y aprovechar las oportunidades a través de las fronteras de la región.
Un modo de vida transnacional
Debemos entender a los senegaleses en América del Sur como integrantes de un campo migratorio transnacional. Este campo es la manifestación regional de un fenómeno global. Dentro de condiciones de posibilidad limitadas por la lógica del capitalismo actual, estos actores no son meros engranajes del sistema, sino agentes que toman iniciativas y decisiones, producen estrategias y cambios, desde una modernidad propiamente africana.
En esta parte del mundo han logrado construir redes comerciales que se conectan con los circuitos de compra-venta que parten de Dakar y se extienden por Sevilla, Florencia, París, Nueva York, Quebec, Marrakech, Dubái, entre tantas otras ciudades alrededor del mundo.
Sin embargo, la nueva crisis económica que atraviesa Argentina muestra algunos cambios en estas dinámicas migratorias. Por un lado, la recesión e inflación impactan directamente en las ventas y en el envío de remesas; por otro, durante el gobierno de Cambiemos (de 2015 a 2019) se revirtió el enfoque de la política migratoria, nuevamente hacia el paradigma de la seguridad nacional, con un giro desde la protección hacia la dura criminalización de las migraciones.
En esta coyuntura, entre aquellos senegaleses que contaban con el pasaporte argentino, muchos optaron por emprender otra etapa migratoria hacia nuevos destinos, algunos hacia Europa y otros a países asiáticos. El tiempo y las circunstancias dirán qué nuevas formas toman estas vidas transnacionales que los senegaleses se forjan día a día.
Luz Espiro es investigadora de la División de Etnografía del Museo de La Plata, y recibe financiación de la Universidad Nacional de la Plata para su investigación sobre la migración senegalesa transnacional. Como miembro de FCNyM coordina proyectos de investigación grupales financiados por CONICET. Es miembro del Archivo Audiovisual Observatorio Sur.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.
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