_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

‘Dramavirus’

Los periodistas vivimos de las malas noticias. Nos gusta un drama más que a Medea

Luz Sánchez-Mellado
Varios turistas confinados en el hotel de Adeje, este miércoles.
Varios turistas confinados en el hotel de Adeje, este miércoles.REUTERS

Pasaba un minuto de las tres de la tarde. La hora más tonta de un jueves tonto. Uno de esos días en los que no pasa nada, o nada dramático, que viene a ser lo mismo en un diario. El blablablá político, el jajajá del fútbol. Los rifirrafes rutinarios, vamos. Quedábamos en la Redacción cuatro gatos esperando ir a comer o recién comidos luchando contra el sopor de la sobremesa. De repente, saltó la liebre. Y qué liebre, colegas. Un tuit del 112 alertando de la caída al mar de un avión en Canarias. La modorra mutó en adrenalina. El hambre, en histeria. Las imágenes mostraban, hipnóticas, lo que parecía una aeronave flotando en Las Palmas. Nervios, carreras, órdenes, contraórdenes. Jefes e indios debatiendo a gritos si esperar acontecimientos o mandar a redactores a reportar sobre el terreno. El veneno del oficio manando a chorro por la aorta. Diez minutos después se quedaba todo en nada. El avión no era un avión, sino un barco. Las imágenes, ilusiones ópticas. La alarma, falsa. La primera sensación fue de alivio. La segunda, casi simultánea, de desencanto. No había tragedia. Sin tragedia, no había noticia.

Algo parecido, sin remontarnos a 2014, pasó la tarde del aterrizaje en Barajas del avión con el tren roto. Había que oír a la Redacción soltar un suspiro entre orgasmo y coitus interruptus cuando el jet tomaba por fin tierra. Cualquier periodista sabe a qué me refiero, aunque no esté fino admitirlo. Nadie desea que muera nadie, ni que fuéramos Bin Laden. Pero, en tiempos de hecatombes en directo y curación general de espanto, muchas noticias se miden por el número de muertos y, si no hay muertos, falta algo. Sucede con el coronavirus. Pareciera que algunos están deseandito que haya fallecidos y, así, justificar su alarmismo. Los periodistas vivimos de las malas noticias. Nos gusta un drama más que a Medea. Pero supónese que llevamos la responsabilidad de serie. Se supone.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Luz Sánchez-Mellado
Luz Sánchez-Mellado, reportera, entrevistadora y columnista, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y publica en EL PAÍS desde estudiante. Autora de ‘Ciudadano Cortés’ y ‘Estereotipas’ (Plaza y Janés), centra su interés en la trastienda de las tendencias sociales, culturales y políticas y el acercamiento a sus protagonistas.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_