Por tierra, mar y aire, la movida historia del éxito de Louis XIII
Esta mezcla creada en 1874 por Paul-Émile Rémy Martin se elabora con más de 1.200 eaux-de-vie procedentes exclusivamente de la Grande Champagne
Seduce a la vista por su color caoba, sus fragancias de jazmín y azafrán no tardan en apoderarse de la nariz y , si la primera gota despierta los labios con sutiles tonalidades de higo y sándalo, la segunda desata un estallido en el paladar. Louis XIII, la exquisita mezcla creada en 1874 por Paul-Émile Rémy Martin, y bautizada con el nombre del monarca francés que protegió la región de Cognac, se elabora con más de 1.200 eaux-de-vie procedentes exclusivamente de la Grande Champagne, hogar de las mejores cepas de estas tierras.
Hablar de Louis XIII es hacerlo de un producto único que ha protagonizado hitos al alcance de muy pocos. Así por ejemplo, en 1929 recorrió Europa a bordo del Orient Express, para deleite de sus pasajeros. Solo seis años después, en 1935, subió a bordo del famoso transatlántico S.S. Normandie para su travesía inaugural. También acompañó a los muy exclusivos invitados a la cena de gala celebrada en 1938 en honor del rey Jorge VI y la reina Isabel en el palacio de Versalles.
¿Cómo celebró el general Charles De Gaulle la liberación de Francia en 1944? Efectivamente, con una copa de Louis XIII. Tampoco sorprende que solo cuatro años más tarde, Winston Churchill lo descubriera en Aix-en-Provence, mientras escribía allí sus memorias. En 1951, para celebrar su victoria en las urnas, encargó varios botellas.
Y si, como hemos visto, había triunfado por tierra y mar, solo le quedaba hacerlo por el aire, algo que logró de una forma supersónica, servido, en 1984, a bordo del Concorde.
Hoy como ayer, los maestros bodegueros miran al futuro probando los nuevos eaux-de-vie producidos cada año y seleccionando únicamente los que tienen un mayor potencial de añejamiento para que así, dentro de unos años, se convierta en Louis XIII. Porque maduran en barricas centenarias exclusivas de madera de roble francés de la región de Limousin. Se llaman tierçons y cuentan con unas duelas especialmente finas para provocar una interacción única entre los aguardientes, el aire y la madera.
También es único su decantador de líneas curvas, tributo también a Louis XIII. Adornado con flores de lis, símbolo de la realeza francesa, y con relieves dentados esculpidos a no, es una pieza realizada a mano por las mejores cristalerías galas, como Baccarat o Saint Louis, cuyo cuello luce un anillo de oro de 20 quilates. No se merece menos.
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