_
_
_
_
harry pater
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

‘El bebé Jefazo’| ¿A ti, también te cuesta recordar los nombres de los críos de tus amigos?

Lo importante es que el cariño permanece, que con una chuleta en el móvil la cagas menos, y que, tranquilos, a ellos les pasa lo mismo

¿A ti también te cuesta recordar los nombres de los críos de tus amigos?
¿A ti también te cuesta recordar los nombres de los críos de tus amigos?

Hace poco, los periódicos avisaban de que en 2019 han nacido menos niños que nunca en nuestra historia reciente. Yo no voy a contradecirlos ni a afirmar que son fake news, pero a los que tenemos amigos entre los treinta y muchos y los cuarenta y algo nos parece que hay más nacimientos que reposiciones de La que se avecina en toda la TDT.

No paran de incluirnos en chats secretos para regalos de nacimiento, nos invitan a cenas donde se revelará la previsible sorpresa del embarazo, y nos lían en planes logísticos para transportar, de una casa a otra, decenas de bolsas con ropa de recién nacido para que la cadena no se pare nunca.

Y os voy a confesar una verdad incómoda. Igual que de los primogénitos hay muchas más fotos que de los segundos, en general con los bebés de amigos y conocidos pasa lo mismo cuando todo el mundo procrea a la vez y hay más críos que acciones bondadosas de Keanu Reeves.

Más información
‘Gremlins’ | ¿Cuántos más regalos, menos ilusión?
‘La bola de cristal’ | ¿Qué ve tu hijo en la televisión?

El primer bebé suele recibirse con la sorpresa de la novedad, el cariño de un socio adherido que entra al club y o a veces con la sonrisa social del que (aún) no quiere niños y tampoco quiere que la amistad grupal cambie con el recién llegado.

Al principio todo es gracioso y cuando algún grupo de WhatsApp se llena de videos infantiles, la gente suelta los típicos comentarios de “mira qué mono, qué listo, qué bien vomita…”.

Porque es el primero.

Pero después llegan más nacimientos y acaba pasando como con las bodas. Se juntan todas en un mismo verano y es un estrés y un gasto y hay que ir, claro, por amistad, por cariño o por quedar bien. Y la gente va, pero sin la misma ilusión de antes.

Después ya nace tu bebé y de repente experimentas el chute de amor verdadero y te sientes culpable por no haberle dedicado más tiempo y atención a los otros bebés o incluso por no haber preguntando demasiado durante el embarazo. Ahora quieres compensarlo, pero bastante tienes con dedicarle todo el tiempo posible a tu familia y hacerlo bien.

Y van llegando más criaturas, el Día a Día te absorbe, no te da tiempo de ir a la clínica cuando nacen y de repente es como esa peli que querías ver el fin de semana del estreno y después la tienes dos años en Filmin sin darle al play.

Ahora cuesta quedar con los que no viven cerca. Y cuando nos encontramos, mezclamos nombres y edades o directamente no recordamos el nombre de los segundos o terceros críos (porque el primero siempre permanece en la memoria) y nos toca descubrirlo con preguntas ambiguas.

(Y sí, como tú, a veces también confundimos si eran niños o niñas.)

Lo importante es que el cariño permanece, que con una chuleta en el móvil la cagas menos, y que, tranquilos, a ellos les pasa lo mismo.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_