El misterio de la cara naranja de Trump
¿Maquillaje, cabina de rayos UVA, espray autobronceador, genética? El rostro del presidente estadounidense sigue dando que hablar
Donald Trump bajó el sábado del helicóptero presidencial de regreso de Carolina del Norte y el viento de las aspas volvieron a jugarle una mala pasada. Su alambicado peinado se movió lo justo para mostrar la línea clara que separa el moreno naranja del blanco nuclear en su rostro. Una vez superado el impeachment presentado por el Partido Demócrata, la pregunta que se hacen muchos es: "¿Qué se echa el presidente de Estados Unidos en la cara?".
El debate lleva abierto aún más tiempo que la carrera demócrata por suceder a Hillary Clinton como candidata presidencial. Empezó durante la campaña electoral de 2016 y, ante el silencio oficial, cada vez se disparan más las teorías. Omarosa Manigault, que ejerció de directora de comunicación de la Oficina de Enlace Público en la administración Trump desde 2017 hasta 2018, publicó tras abandonar el cargo unas memorias tituladas Unhinged (Sin control) en las que aseguraba que Donald Trump se había mudado a la Casa Blanca con una cabina autobronceadora. Puede que incluso la cabina llegara antes que Melanie, que se mostró bastante reticente a ocupar su nuevo hogar.
Añadía para dar más veracidad al asunto que el presidente despidió a un asistente por manipular mal la máquina durante el transporte. Apoyaba esta teoría de amor presidencial por las máquinas bronceadoras la amistad de Trump con Steve Hilbert, con la misma tendencia a lucir excéntricos bronceados en cualquier estación del año y consejero delegado de New Sunshine, empresa fabricante de camas de bronceado y soluciones cosméticas para lucir un buen color.
Una de sus colaboradoras aseguró que Donald Trump se había mudado a la Casa Blanca con una cabina autobronceadora
Carlos Primo, jefe de redacción de Moda y Belleza de ICON, advierte de que este tipo de soluciones exprés son más complicadas de lo que parece: “Las cabinas de rayos UVA, igual que las lociones y esprays autobronceadores, tienen una ventaja, la rapidez, pero esto también es su mayor inconveniente”, señala. “Pueden dar tono a la piel, pero para cuando han cumplido su función ya es tarde para rectificar. Y los errores son visibles. Es algo así como pintar con acuarelas: tiene que salir bien a la primera”. Algo que, evidentemente, no siempre sucede en ese poderoso lienzo que es la cara de Donald Trump.
Como señala Carlos Primo, el bronceado del presidente se ha convertido en todo un secreto de Estado: “La única explicación desde la Casa Blanca es que se debe a la buena genética del presidente”, explica. Por eso no es de extrañar que, tras la publicación del libro de Manigault, no tardaran en aparecer las voces de empleados de Trump en Washington para desmentir tal afirmación. Todos ellos aseguraban no haber visto jamás tal aparato en las estancias del 45º presidente del país más poderoso del mundo.
"Los bronceadores exprés pueden dar tono a la piel, pero para cuando han cumplido su función ya es tarde para rectificar. Y los errores son visibles"
Carlos Primo, especialista en moda y belleza
Jason Kelly, que trabajó como maquillador en la Convención Republicana de 2016, asegura que tiene la respuesta. “Sé exactamente lo que se hace: la cabina de bronceado y el bronceado en espray. Utiliza gafas para protegerse los ojos”, reveló Kelly a The New York Times. Carlos Primo opina que es lo más posible: “Las ojeras blancas y el cerco entorno al nacimiento del cabello podrían delatar que usa una cabina UVA, porque son el tipo de rastros que dejan las gafas que se emplean para proteger los ojos. Pero es verdad que lo mismo podría decirse del espray de efecto bronceado”. Lo curioso es que el artista de la cosmética Kelly dio en 2017 opinión sobre el tema en la revista Marie Claire, al asegurar que en persona Trump no presentaba ese tono naranja. Entonces, culpó del llamativo tono de piel presidencial a “una iluminación deficiente”.
¿Más teorías? La sesuda revista Politico deslizó en enero de 2018 que Trump tenía un artista del maquillaje en nómina. Sin embargo, parece que nunca llegó a tocarle el rostro y que se centraba en la imagen de otros miembros de su gabinete, como Sarah Huckabee Sanders y Kellyanne Conway. Algo que el locuaz Jason Kelly no tardó en corroborar. “Donald Trump rara vez se maquillaba en los eventos previos a su presidencia. Sin embargo, algo ha cambiado desde la campaña”, aseguró. Sigue el misterio naranja.
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