La chimenea del salón es de mármol de Thassos. De este material también es la mesa del comedor diseñada por Catalán.
Es más fácil asociar la calma a la resta que a la suma. Lo sabe el diseñador Marcos Catalán, que firma este piso barcelonés ensimismado y luminoso: un oasis que busca que la unión entre tranquilidad y familia no se lea como un oxímoron. Construido en un edificio de los años setenta, la reforma pertenece a una familia con cuatro hijos que no quiere vivir de manera convencional. Buscaban un refugio para el descanso “físico y mental”, señalan. Y llamaron a un amigo de la infancia, Marcos Catalán, que reorganizó la distribución de esta vivienda de 300 metros cuadrados eliminando pasillos y dobles circulaciones, y combinó pino y mármol de Thassos. ¿El objetivo? Desmontar una organización del espacio tradicional para buscar la luz, aprovechar los metros cuadrados y evitar el ruido. El resultado habla de la calidez como cobijo. El piso queda aislado de ruidos exteriores con nuevas fachadas sobrepuestas en las que lamas venecianas filtran la luz natural dándole una calidad homogénea y envolvente. En el interior, la serenidad va de la mano de la sobriedad: “En contra de la tendencia de cargar los espacios con muchos muebles y objetos, este piso es esencial: permite que la casa sea un marco, no un escenario, que refleja no las aspiraciones, sino la vida de los habitantes”.