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La escritora Irene Vallejo, nueva columnista de ‘El País Semanal’

Fotografía de Santiago Basallo

TODO EMPEZÓ una noche a mediados de los años ochenta, cuando Irene Vallejo (Zaragoza, 1979) tenía unos seis años. Su padre, que habitualmente le leía cuentos a la hora de acostarla, le anunció que iba a empezar a contarle una historia especial, la historia de Ulises. Sin libro, a modo de cuentacuentos. A partir de ese día, cada noche en la habitación de Irene Vallejo cobraban vida sirenas, cíclopes y otros seres épicos de La Odisea. Episodio tras episodio. “Aquellas aventuras despertaron algo en mí. Homero toca muchos temas esenciales, el deseo de aventura, de conocer otros mundos, otras personas, pero también la nostalgia de la casa, de un lugar seguro. Todo está allí. Aquellas noches me convertí, sin saberlo, en filóloga”, cuenta Irene Vallejo por teléfono desde Málaga, a punto de entrar en un encuentro con estudiantes de Instituto para hablar, precisamente, sobre la vigencia de los clásicos en el mundo moderno.

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Desvelo

Esta semana, Vallejo empezará a acercar esas enseñanzas también a los lectores de EL PAÍS. El País Semanal estrena hoy la columna El Atlas de Pandora, donde la filóloga y novelista aragonesa –“de raíces sorianas”, apunta– quiere crear “un territorio de serenidad y esperanza, una cita quincenal para disfrutar de las palabras, un encuentro con los clásicos que nos explican quiénes somos”. Doctora en Filología Clásica por las universidades de Zaragoza y Florencia y ganadora del Premio Ojo Crítico de narrativa por su libro El infinito en un junco (Siruela), Vallejo apuesta por hablar de los problemas actuales desde la serenidad y la templanza, huyendo de la ferocidad verbal. “Estamos viviendo una época muy polarizada. Quiero utilizar la palabra para serenar, no para crispar”. Un análisis de la actualidad echando mano de los filósofos de la antigua Grecia y Roma.

“El título de la columna reivindica a la griega Pandora, a quien la tradición reprocha –como a Eva, a la mujer de Lot o la de Barbazul– las ganas de saber. Pero sin curiosidad no habría literatura, ni ciencia, ni educación. Por eso Pandora, que se niega a permanecer pasiva y quiere ver con sus propios ojos, nos parece tan actual”, dice Vallejo. Su columna también echa a andar con el cuento de una noche. Aquí lo tienen.

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