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Por Equipo de Comunicación

El prestigio de ser un premio Ortega y Gasset de Periodismo

Los últimos ganadores de los galardones relatan cómo les ha influido el reconocimiento

Agustín Morales y Eduardo Ponces recogen el premio Ortega y Gasset de Periodismo.
Agustín Morales y Eduardo Ponces recogen el premio Ortega y Gasset de Periodismo.Jaime Villanueva

Un premio Ortega y Gasset de Periodismo supone el reconocimiento de la profesión, ganar prestigio y amplificar la recepción de un trabajo. Al menos en términos generales, porque de manera individual, cada galardón otorgado deja su propia impronta. Los últimos premios Ortega y Gasset, que han abierto su 37ª convocatoria, recayeron la pasada edición en periodistas de Venezuela, España e Inglaterra. Transcurrido casi un año de aquel momento, relatan qué ha supuesto para ellos.

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A Johanna Osorio el premio a Mejor Cobertura Multimedia no la ha librado de la emigración. Como tantos compatriotas venezolanos, habla por teléfono desde Colombia, a donde se ha mudado con su familia. Parece paradójico, pero asegura que el cambio le ha dado "una ventaja muy clara" para comunicarse con las fuentes de Venezuela porque en Medellín no sufre cortes en el teléfono ni en internet. Mientras realizó la investigación de La generación del hambre, por la que se le concedió el galardón, pasó tres meses sin conexión a la Red. Sus compañeros de El Pitazo, medio en el que se publicó, siguen sufriendo esas circunstancias. 

Osorio recuerda los días del premio repitiendo la palabra "gratificante", no solo por el reconocimiento del trabajo, sino porque el especial multimedia, que mostraba las consecuencias de la crisis económica de su país en la salud de un grupo de niños, fue visto por lectores de otros países. Destaca además que sintieron que marcaban “un hito”, pues este es el primer premio Ortega y Gasset que logra el periodismo venezolano, a excepción del reconocimiento de la Trayectoria de Teodoro Petkoff.

El Pitazo ha destinado el 25% de la cuantía del galardón, dotado con 15.000 euros, para donaciones a las familias involucradas en el reportaje, marcadas por la desnutrición de los niños. Especialmente para apoyar el caso de dos gemelas cuya madre falleció. “Parte de ese dinero sigue contribuyendo hoy a mejorar sus condiciones de vida”, informa Osorio. Además, han podido llevar a cabo otros proyectos de investigación, como el que publicaron el pasado diciembre sobre la malversación de fondos destinados a la construcción de instalaciones deportivas por parte del Gobierno de Nicolás Maduro.

El mismo destino, un nuevo proyecto profesional, dieron Agustín Morales y Eduardo Ponces a la dotación de su premio a la Mejor historia o investigación periodística. Morales, autor del texto publicado en 5W, y Ponces, de las fotos, retrataron la tarea voluntaria de Chamseddine Marzoug, un hombre que entierra los cuerpos que llegan a las playas de Túnez, ahogados en su intento de llegar a Europa. Ese trabajo fue fruto de una colaboración con la plataforma Ruido Photo, una hermandad que han podido prolongar gracias al Ortega y Gasset. Así, el fotógrafo ha viajado con otros periodistas de la revista 5W a Etiopía y Eritrea, mientras que Morales se marchó a Argelia. “Con la historia de Marzoug contamos una parte de la migración, pero ahora queremos seguir con las deportaciones masivas”, revela Morales.

Durante 2020 seguirán apostando por esta temática, así como por la cobertura de los movimientos xenófobos, y con el ojo puesto en los otros dos grandes focos informativos del año: feminismo y cambio climático. Aunque este año no presentará ningún trabajo a los premios, “porque no toca”, animará a todos sus compañeros a hacerlo. Para su revista supuso un impulso de suscriptores, “que mucha gente que no conocía el medio o lo hacía de manera superficial” los apoyara. La crónica premiada sigue siendo el artículo más leído de 2019. “No voy a decir que me sorprendió la repercusión del premio, pero me impresionó”, reconoce recordando la entrega del premio en Madrid

Para el ganador de Mejor Fotografía, Vincent West, aquellos días fueron “muy especiales, únicos”. Acudió a la ceremonia con su hijo Javier, estudiante de periodismo. “Me hizo mucha ilusión poder compartirlo con él. Pasé muchos nervios, pero siempre estaré agradecido por la oportunidad de revindicar un poco nuestra profesión de fotoperiodista y formar parte de una lista de premiados con fotógrafos tan ilustres como Gervasio Sanchez, Emilio Morenatti o Pedro Armestre”, destaca.

West logró el premio por una imagen de las manifestaciones del 8-M en Bilbao, lo que le ha dado "la visibilidad y el renombre" que muchas veces la profesión niega a los reporteros gráficos y que, asegura, "un fotógrafo siempre necesita". Desde esa ciudad vasca trabaja para la agencia Reuters, para la que cubre el norte de España. Desde ahí experimenta también la transformación de la profesión: “Hoy en día, lo más importante es estar al tanto con los cambios tecnológicos y las nuevas formas de consumir noticias e historias. Un fotógrafo, por muy bueno o buena que sea, lo va a tener muy complicado si no es capaz de adaptarse. Los periódicos ya no buscan fotógrafos, buscan productores, gente capaz de manejar de forma rápida la fotografía, el vídeo, el texto y las redes sociales, y sacar buenas fotografías, eso siempre”. Este 2020 seguirá retratando España para el resto del mundo atento a los nuevos ganadores de los Premios Ortega y Gasset que se conocerán en el mes de abril. 

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