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Columna
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Trump ya tiene su armada

La creación de una Fuerza espacial de EE UU cambiará nuestra forma de mirar hacia arriba

Jorge Marirrodriga
Uniforme de la nueva Fuerza Espacial de EEUU.
Uniforme de la nueva Fuerza Espacial de EEUU.U.S. SPACE FORCE (REUTERS)

Durante siglos poseer una armada no solo era símbolo de poder de un país sino también una condición indispensable de dominación. Primero de un mar concreto y luego del mundo entero. Había quien las despreciaba con el argumento de que las guerras se ganan en tierra, pero lo cierto es que la historia está llena de ejemplos de batallas navales que han decidido guerras y cambiado su curso. Es más, a veces ni siquiera era necesario poseer una gran armada para poner en marcha el mecanismo de una gran guerra; bastaba el anuncio de que se iba a construir. Así, no resulta extraño que entre los cimientos de la Primera Guerra Mundial los historiadores hayan colocado la decisión del Imperio Alemán de construir una gran armada, decisión que se tomó bastantes años antes de que estallara la contienda.

En nuestro mundo globalizado, los mares se han convertido casi en lagos. Ya son solo pequeños escenarios estratégicos. Por su parte, los océanos también han empequeñecido en la concepción humana y ya no representan esa idea de inmensidad desconocida. Para los viajeros son lo que queda debajo de varias horas de avión. Para los militares, extensiones donde el problema puede ser el reabastecimiento, pero no suponen una barrera insuperable. Lo que significaba el horizonte del océano hace apenas 300 años ya no existe. O más bien, se ha trasladado. Esa línea está ahora en otro océano, infinito, por encima de nuestras cabezas. Y resultaría sorprendente descubrir que los del siglo XXI no lo miramos con ojos tan diferentes a quienes contemplaban el Atlántico en el XV.

El pasado 20 de diciembre, con la autorización del Congreso, Donald Trump firmó la creación de un nuevo cuerpo militar de Estados Unidos: la Fuerza Espacial. Es la primera vez que esto sucede desde 1947 cuando se creó la Fuerza Aérea. Es cierto que hasta el momento prácticamente solo tiene un miembro --el general John `Jay´ Raymond-- y que la presentación estos días del nuevo uniforme ha generado cierto choteo público. Es de un mimetizado clásico, útil sin duda para combatir en la selva, pero poco glamouroso para surcar por los anillos de Saturno. Pero eso es lo de menos. Lo importante es que EEUU ha anunciado la creación de una armada para un océano.

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Con sede en Colorado Springs y una pata en el Pentágono, la Fuerza Espacial será tan independiente de los demás cuerpos como lo es, por ejemplo, la Fuerza Aérea de la Armada. El próximo marzo tendrá 200 personas trabajando en el Pentágono y ahora mismo se está centrando en un proceso de selección masiva, principalmente entre los miembros de otros cuerpos de las Fuerzas Armadas. De hecho, el primer empleado que ha contratado es un director de recursos humanos. Cuando este proceso termine, varias bases de las Fuerzas Aéreas donde la mayoría de sus miembros sean de la Fuerza Espacial serán renombradas. ¿Cuál es el siguiente paso? Oficialmente está por definir, pero el objetivo no puede ser más claro: disponer de una fuerza militar en el espacio, un lugar que hasta ahora se consideraba libre de esa actividad tan humana como estar preparados para una guerra.

Y como siempre sucede, otros seguirán. Tal vez sea cuestión de décadas, pero llegará el momento en que fuerzas espaciales de diferentes países se miren de reojo como hacen ahora sus navíos en el Pacífico o en el Índico. Tal vez todo estuviera ya en los nombres y no nos hayamos dado cuenta. Al dominio del Océano se le ha llamado "la era de los descubrimientos". Aquí desde el minuto uno se ha dicho "conquista del espacio".

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Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

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