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La encuesta que desvela quiénes son y qué quieren los que emigran a EE UU

Mucho se ha escrito sobre su perfil, pero hasta ahora no había estudios con una metodología robusta que analizaran por qué los ciudadanos de Honduras, Guatemala y El Salvador se van de sus países

Un agente de la frontera detiene a migrantes escondidos que intentan entrar en EE UU.
Un agente de la frontera detiene a migrantes escondidos que intentan entrar en EE UU.John Moore (AFP)
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Migrar no es una decisión fácil. Aunque los beneficios de un mayor salario y mejores condiciones de vida en el lugar de destino hacen atractivo este camino, sus costos son enormes y van más allá de los meramente económicos que supone el viaje. Dejar atrás a la familia y mudarse a otro país con una cultura e idioma diferentes implica un gran sacrificio que se viene incrementando cada día por la violencia, criminalidad y el mayor control migratorio, y en el Día Internacional del Migrante, es necesario recordarlo.

La emigración desde El Salvador, Guatemala y Honduras hacia Estados Unidos sumó en el último año más de 800.000 personas, de acuerdo con las autoridades fronterizas. Una gran mayoría de ellos son familias enteras. Estos tres países sobrepasan ya a México como principal origen de los detenidos en el sur de Estados Unidos. Hoy por hoy, más de tres millones de migrantes de estos países viven el país norteamericano, un 60% de ellos en situación irregular.

Mucho se ha escrito sobre su perfil y motivaciones, pero hasta ahora no había encuestas con una metodología robusta que permitiesen desvelar quiénes son, cómo y por qué migraron y sus planes en el futuro. Todos ellos son datos fundamentales en el diseño de políticas públicas orientadas a generar oportunidades, mejorar la calidad de vida y aumentar el arraigo en los países de origen, así como para aprovechar el valioso capital humano de los retornados. Por eso, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha realizado diferentes estudios sobre los flujos migratorios, incluyendo una reciente encuesta a casi 2.000 migrantes que llegaron en los últimos 10 años a Estados Unidos provenientes de El Salvador, Guatemala y Honduras.

Los resultados de esta investigación confirman que la búsqueda de oportunidades económicas, la reunificación familiar y la violencia en el país de origen son las tres principales causas para marcharse. En este sentido, el flujo migratorio probablemente continúe, especialmente el relacionado con la reunificación familiar, lo que sigue haciendo lucrativo y clave el tráfico de personas por medio de guías o coyotes, un servicio por el que los migrantes pueden pagar entre 4.000 y 8.000 dólares mediante la ayuda de familiares, préstamos o ahorros. Por eso, resulta necesario generar empleos de calidad para lograr un mayor arraigo en los países de origen. Una mayor inversión pública y privada (un shock de inversión), acompañada por un proceso de fortalecimiento institucional y combate efectivo a la violencia, permitirían dinamizar el sector productivo local y expandir las oportunidades económicas, reduciendo los incentivos para migrar.

La búsqueda de oportunidades económicas, la reunificación familiar y la violencia en el país de origen son las tres principales causas de la migración

La encuesta nos permite también ver más allá de la homogenización de la migración centroamericana y profundizar en las realidades de los tres países. En el caso de Guatemala, la migración se puede caracterizar como un proyecto temporal, y es mayoritariamente económica. Los migrantes guatemaltecos tienen una menor intención de asentarse en Estados Unidos, ahorran en mayor proporción que los otros migrantes y no quieren traer a los hijos que quedaron en el país de origen, a donde envían más remesas e invierten más que el resto. En el caso de los salvadoreños, hay una mayor incidencia de la reunificación familiar y tienen una mayor intención de asentarse de manera permanente. De acuerdo con esto, hacen más inversiones en Estados Unidos y envían menos remesas. Los migrantes hondureños, por su parte, están motivados por temas económicos y de violencia; aunque inicialmente se plantean la migración de forma temporal, una vez en el país de acogida, quieren permanecer en él.

¿Y la familia que queda atrás?

Un tercer aspecto sobre el que arroja luz esta encuesta es el familiar: ¿qué impacto tiene la migración sobre la familia que queda atrás? Más de la mitad de los hijos de los migrantes, alrededor de 270.000 según estimaciones de la encuesta, viven en el país de origen al cuidado de alguno de los progenitores (34%) o de sus abuelos (30%). Y, a pesar del esfuerzo de los progenitores por mantener un contacto frecuente con ellos (la mitad diariamente) y del envío de remesas que se destinan en gran medida a su cuidado, la responsabilidad que recae sobre los cuidadores es muy grande. Por ello, es necesario generar políticas y programas que apoye a este grupo vulnerable no desde el punto de vista económico, sino desde el del riesgo social.

Una última reflexión de este estudio es sobre los retornados. Anualmente, cerca de 200.000 vuelven a los países de origen. Estas personas representan una oportunidad, y también un reto, para los países de origen. Los datos muestran que los migrantes tienen un capital humano mayor al de la población de sus países, cuentan con un mayor conocimiento de inglés, exposición a otra cultura y a la experiencia laboral estadounidense e incluso ahorros, lo que les permitirá aportar al crecimiento de las economías de sus países. No obstante, el retorno también representa desafíos desde el punto de vista personal, familiar y hasta económico que las autoridades de estos países deben estar preparadas para afrontar.

Los guatemaltecos tienen una menor intención de asentarse en Estados Unidos, ahorran más que los otros migrantes y no quieren traer a los hijos

Pero también hay un papel claro para la comunidad internacional. Por un lado, existe una oportunidad de colaborar por medio de financiación y/o garantías para que se den las inversiones públicas y privadas necesarias para lograr que las economías generen trabajos de calidad que, a su vez, aumenten el arraigo. Por otro, puede acompañar el proceso de reforma institucional necesario para que estas oportunidades florezcan. El apoyo al proceso de integración social y económica del migrante retornado facilitaría a los países aprovechar la oportunidad que se les presenta y, a su vez, fomentar el arraigo.

Solo comprendiendo en profundidad, a través de sus protagonistas y con datos sólidos la experiencia migratoria será posible diseñar políticas públicas eficaces que ofrezcan a los ciudadanos la posibilidad de tener una vida plena personal y profesionalmente en sus países, o de poder regresar y sacar el máximo partido a su experiencia en caso de que decidan migrar. Ojalá este sea un primer paso de muchos.

Emmanuel Abuelafia, economista líder, y Marta Ruiz-Arranz, asesora económica principal del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) son dos de los autores del estudio Tras las huellas del migrante.

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