Singulares vocablos en plural
Parece imposible una sola gárgara, así que mandamos a los demás a hacer varias
El léxico español cuenta con singulares vocablos que no se usan en un deducible singular. Pero eso no obsta para que a veces hallemos algunos de ellos escritos sin su ese preceptiva. He aquí varios ejemplos de estas palabras especiales:
ambages. Hay que decirlo sin ambages: “ambages” no se puede escribir en singular. Este vocablo significa “circunloquio” o “rodeo”, y lo empleamos a menudo para acompañar a verbos de habla como “expresar”, “proclamar”, “decir”… Y además, con la preposición “sin”. Rara vez nos declaramos partidarios de comunicar algo “con ambages”.
anales. Este término designa una relación ordenada cronológicamente año por año (“los anales de la historia”). Si se usa en singular, hablamos ya de otra palabra, que no se relaciona precisamente con los años sino con determinado anillo, en este caso corporal (curiosidades de la etimología, porque eso significaba anus en latín, anillo; palabra distinta de annus, con dos enes: “año”).
caries. El dentista no nos arregla una carie, sino una caries. La “erosión producida por bacterias en el esmalte de los dientes” sólo se expresa con la ese final. Esta palabra procede del latín caries, donde significaba “podredumbre”. Por tanto, la escritura de este vocablo no ha cambiado en miles de años.
exequias. De latín exsequiae (“que sigue al entierro”), estas “honras fúnebres” no se conciben de una en una. Se trata por tanto de un grupo de honras que constituyen en su conjunto el oficio solemne dedicado a un difunto tras enterrarlo, o con motivo de algún aniversario.
gárgaras. Parece imposible conseguir una gárgara solitaria, así que mandamos a los demás a hacer varias. El singular figura en el Diccionario, pero nunca decimos “el negocio se fue a hacer una gárgara”.
maitines. La oración de maitines es la primera que se reza en los conventos, y se practica antes del amanecer. A partir de ese significado, se habla también de “reuniones de maitines” para referirse en distintas organizaciones, generalmente políticas, a las que se celebran habitualmente a primera hora del día: “Casado no estuvo ayer en la reunión de maitines”. Será raro oír o leer frases como “no he asistido a ningún maitín”.
víveres. Obviamente, los víveres sirven para vivir; o más bien, para sobrevivir. Se trata de los alimentos que necesita un ejército o de los que precisamos para una larga excursión. Se componen de elementos individuales, claro, entre ellos las unidades de manzana, de filete o de pescado, los cartones de leche o las botellas de vino. Pero ninguno de ellos se puede llamar “víver”.
zarandajas. En el siglo XIII aún se decía serondojas, que derivaba de serondo (“tardío”); pero le influyó el sonido de “zaranda” (cedazo, criba) y quedó este híbrido (Corominas y Pascual). En el español general de hoy, las zarandajas son cosas menudas, sin valor. El Diccionario señala que se usa más en plural (lo que equivale a dar por bueno el singular, aunque será difícil encontrar ejemplos). Decimos “no te andes con zarandajas”; y no “se enredó con una zarandaja”. Las cosas pequeñas necesitan juntarse para lograr efectos.
Pascuas. En ciertas expresiones fosilizadas se usa solamente en plural: dar las Pascuas, santas pascuas, de Pascuas a Ramos, estar como unas pascuas... En ninguna de esas locuciones cabe el singular. Así que diremos ¡felices Pascuas!
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