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Una pista de esquí sobre una montaña de basura

Gracias a la construcción de una nueva planta incineradora de residuos en Copenhague, los daneses pueden esquiar mientras sus desechos se transforman en electricidad y calefacción urbana

Panorámica de la pista de esquí de Copenhague.
Panorámica de la pista de esquí de Copenhague.Daniel Martorell
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En RefshaleØen, la zona portuario industrial de Copenhague, el ingenio se ve antes que las fábricas. Este rincón del noreste de la capital danesa fue el hogar de los astilleros más grandes del mundo. Cuando la construcción naval se mudó de sitio los almacenes quedaron vacíos. Con el paso del tiempo las herrumbrosas naves se volvieron a ocupar, esta vez con nuevos propósitos.

Los obreros del pasado han mutado en estudiantes y en emprendedores que regentan tiendas, cafés, restaurantes, como el Noma, el proyecto gastronómico del cocinero local René Redzepi, y una pista de esquí sobre una montaña de basura. Esta última se ha convertido en el nuevo hito arquitectónico de Copenhague. Hito porque en Dinamarca no hay ni una sola pendiente que los ciclistas tengan que subir ni los esquiadores descender. Hasta ahora los daneses que querían esquiar lo tenían que hacer en Noruega, Suecia, Alemania, República Checa o donde fuera, pero lejos de Dinamarca. Gracias a la construcción de la nueva planta incineradora de residuos de Amager Bakke / Copenhill los daneses pueden esquiar mientras su basura se transforma en electricidad y calefacción urbana.

Desde la azotea de esta ingeniosa y efectiva planta, a 85 metros de altura, se ven chimeneas humeantes, grúas, naves, talleres, un gran polígono industrial con el mar de fondo y la ciudad de Copenhague al este. Cecilie Nielsen, jefa de relaciones con el cliente e Innovación de Copenhill (la empresa explotadora de los derechos de la pista de esquí que hay sobre la planta), mientras camina por este techo esquiable explica: “El humo que estamos viendo es vapor de agua. Es nuestra manera de mostrar que todo lo que hay alrededor de este lugar está limpio, por lo que se puede pasear, correr y esquiar sin problemas”.

Desde 2017 esta nueva planta de conversión de residuos en energía reemplaza a una más antigua que había justo al lado. Amager Bakke / Copenhill está dotada de las últimas tecnologías en tratamientos de basura, desempeño ambiental y rematada con una pista de esquí en la azotea inaugurada el pasado mes de octubre. En lugar de nieve los esquiadores se deslizan sobre una superficie mixta de hierba natural y plástico reciclado, llamado neveplast. La sensación es la de estar deslizándose sobre un prado cántabro o asturiano. Un techo verde poblado de arbustos, pinos, sauces y hábitat de pájaros, abejas y mariposas que dan vida a un nuevo ecosistema urbano en Copenhague.

En lugar de nieve los esquiadores se deslizan sobre una superficie mixta de hierba natural y plástico reciclado, llamado neveplast. La sensación es la de estar deslizándose sobre un prado cántabro o asturiano

Si los esquiadores y transeúntes de la zona no tienen por qué preocuparse de la calidad del aire que respiran es gracias al sistema de limpieza de gases de combustión que usa la planta. Se le denomina SCR (Selective Catalytic Reduction) y reduce las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx). Se trata de la primera planta de este tipo en hacer uso de este sistema. A la reducción de NOx hay que sumar la de las emisiones de dióxido de carbono en más de 100.000 toneladas. Este rendimiento ambiental, sin apenas emisiones contaminantes, es lo que permite que viva gente a doscientos metros de distancia y que el centro de la ciudad esté a dos kilómetros.

La fachada de la planta está cubierta de grandes ladrillos de aluminio rectangulares. Ladrillos que simulan macetas enormes en las que en el futuro está previsto cultivar plantas que cubrirán de verde todo el exterior del edificio. Entre los ladrillos superpuestos se adivinan las ventanas de las oficinas de Amager Ressourcecenter y que ocupan 10 pisos de este edificio de 200 metros de largo y 85 de alto. Verticalidad que los diseñadores de BIG han convertido en un muro de escalada con vistas al interior de la planta. Solo los que trepan esta pared (y los que ascienden a la pista de esquí en ascensor) pueden ver cómo los hornos, el vapor, las turbinas y el generador de la planta convierten alrededor de 400.000 toneladas de desechos anuales producidos por unos 600.000 habitantes y unas 45.000 empresas en energía limpia para suministrar electricidad a un mínimo de 50.000 hogares y calefacción urbana a 150.000 viviendas.

Más allá de la funcionalidad y estética de esta planta, Amager Bakke / Copenhill significa que el tratamiento de residuos es un tema prioritario en la agenda del gobierno de Dinamarca. País que ha sintonizado con la crisis climática y la relación que hay entre la construcción y el impacto ambiental. Y lo ha hecho sin referencias. Sune Scheibye, responsable del departamento de prensa de Amager Ressourcecenter, indica vía correo electrónico que “el mayor desafío de haber construido una planta como esta, en la que ha habido que instalar maquinaria pesada, al tiempo que había que diseñar una pista de esquí en la azotea, ha sido el tener que hacerlo sin poder mirar a otras plantas. Todo nos lo hemos tenido que inventar nosotros mismos”. Copenhill, la pista de esquí sobre una montaña de basura, es una muestra de arquitectura que cambia el mundo.

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