El enigma de Tamara Falcó
Ha tenido que atravesar esos desiertos de ser la hija de, por partida doble, y la hermana de. Ahora por fin es solo ella, pija, natural y educada, pero luchadora. Y cocina como ha demostrado en 'MasterChef Celebrity'
En la reciente entrega de los premios de la revista Vanity Fair, Isabel Preysler escuchaba atenta cómo un grupo de amigos describía el afecto, admiración, asombro, gusto y cariño que su hija Tamara había despertado en ellos por su labor como aspirante en MasterChef Celebrity. Preysler escuchaba con esa actitud paciente y concentrada que también descubrimos en su hija. “Me hace muy feliz, por ella y por nosotros, pero sinceramente no sé qué ha hecho Tamara para que todos estéis así con ella”.
Nosotros tampoco y creo que esa es la clave del éxito de Tamara Falcó. El enigma Tamara, ese no saber si te gusta o te atrae esa mezcla indefinida de cosas que a otros no les perdonarías o preferirías que no estuviesen. Cuando aún no existía MasterChef en su horizonte, Tamara tenía que aguantar ese título de “La más pija de España”. En el momento que ella misma lo admitió y estalló a reír, muchos supimos que algo había cambiado en ella. Que la eterna niña, aparentemente mimada y al mismo tiempo aparentemente lista, se había hartado de estar como bajo un molde protector. Tenía que salir esta persona que ahora nos apasiona: una mujer más libre, que respeta todo lo que trae consigo pero prefiere hacer lo mismo con su receta. Con su enigma.
Estando cerca de ella durante ocho semanas de rodaje, noté cómo Tamara se transformó. Nunca dejó de hablar con esa voz baja de niña supereducada y privilegiada. Y siempre pensaba que ella pensaba que hablar así la hacía aún más seductora. Y más inteligente y diferente. Y que esas tres cosas la hacían aún más querida y hasta aspiracional. Que te gustaría ser como ella.
Pero cuando se colocaba el delantal y se ponía a cocinar, veía cómo le crecía una vena en la frente y sus ojos solo miraban lo que tenía delante. Esa concentración la hizo triunfar con varias elaboraciones pero a mí me hizo pensar que esa mezcla de vértigo, presión y concentración por fin le permitían dejar atrás a la niña pija y ser esa mujer Tamara que tenía que salir, mostrarse, conquistar sin más explicaciones. Sin que ni siquiera su madre supiera cómo lo consiguió.
Bravo. Ha sido mágico. Es maravilloso asistir a un triunfo personal. Tamara ha tenido que atravesar esos otros desiertos de ser la hija de, por partida doble, la hermana de, y además de muchos hermanos. Y ahora por fin es solo ella, Tamara Falcó Preysler, natural, educada, pija, divina pero luchadora, curranta, defensora de lo que piensa. Y cocina.
Pero lo importante es que, al igual que con su madre, no lleguemos nunca a descubrir el enigma.
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