Tamara Falcó, la estrella de la familia Preysler a la que amas u odias
'MasterChef Celebrity' ha encumbrado a la hija del marqués de Griñón y de la 'reina de la prensa del corazón' que con su peculiar personalidad ha llegado a la final del concurso
Tamara Falcó posee una legión de admiradores y otra de detractores. Hay quienes ven en ella una chica espontánea, graciosa y sin pelos en la lengua. Otros, por el contrario creen que es el prototipo de niña pija, sin oficio que vive de la fama de sus padres: Isabel Preysler y Carlos Falcó, marqués de Griñón. El debate de cuál es la verdadera Tamara viene de lejos pero ahora ha crecido con su participación en el programa MasterChef Celebrity del que este miércoles se ha convertido en finalista, ella que comenzó su participación confesando que no había pisado una cocina en su vida.
Nació hace 37 años del breve matrimonio de Isabel Preysler con Carlos Falcó, ya que en seguida se interpuso en el camino Miguel Boyer, por el que la socialité rompió con el aristócrata. Aparentemente ella no vivió todo aquello como un trauma infantil. “Al ser hija de padres separados me volví una malcriada”, confesó en Mi casa es la tuya, el programa de Telecinco, presentado por Bertín Osborne. En esa ocasión, desveló secretos familiares, algunos de los cuales no gustaron mucho a la reina de la prensa del corazón. "Mario le hace mucho bien a mami. Ella era de ir en opulencia en opulencia y él le hace coger un taxi e ir al cine. Mario le hace vivir la vida", contó. "Yo pensaba que vivir con un premio Nobel era un aburrimiento pero no. Como es escritor, le gusta hablar con todo el mundo, con el jardinero", añadió. Tamara en ese tono de naturalidad sin filtros contó cómo Vargas Llosa un día preguntó si "tío Miguel", por Boyer, estaría contento desde el cielo de que él estuviera con su madre ahora. "Yo pensé con lo celoso que era, sacaría el bazoca". También desveló cómo se enteró de que su madre mantenía una relación con el Nobel. "A mami es muy difícil sacarla del camisón los sábados, pero un día dijo: 'niñas hoy viene a comer un amigo'. Y la vi con un pantalón negro ajustado y dije: aquí hay tomate. Se lo dije a Ana y no se lo creía".
Sobre su personalidad tan a debate ha dicho frases como "Tengo ese conflicto entre vanidad y verdad". Pero no hay charla con Tamara Falcó en la que no salga a relucir su religiosidad. La Virgen María es mi ideal de mujer buena que pone las necesidades de Dios y su hijo por encima de las suyas" o "No me importa mucho caer bien o mal. Sé que tengo un grupo de gente que me quiere, sé que Dios me ama, y el resto, qué le voy a hacer".
Cuando andaba despistada, la marca británica Burberry llamó a su puerta y descubrió que podía navegar sola por el mundo de las influencers. También ha sido bloguera en la revista ¡Hola!, colaboradora en el negocio de eventos que su padre puso en marcha en el Palacio El Rincón, la finca que posee en Aldea del Fresno (Madrid). Y después, decidió centrarse en el mundo de la moda y convertirse en diseñadora de su propia marca, TFP, que su madre luce de vez en cuando en las alfombras rojas.
Su padre dice de ella: "Tamara es dulzura, transparencia, alegría y sensibilidad”. Su madre opina. “Es inútil cambiar a Tamara. Es demasiado sincera, exagera las cosas, cambia algunas cosas, pero ella es así".
Sus padres han apoyado su aventura en televisión. Falcó le presentó a los hermanos Roca, que le aconsejaron y le abrieron sus cocinas. Preysler pidió a su cocinera que guiara los primeros pasos de su hija. Ahora la socialité y Vargas Llosa ejercen de catadores especiales de su creaciones culinarias.
Sobre su experiencia en la cocina, Tamara Falcó echa mano de su peculiar personalidad: "Creía que sería mucho más fácil y es durísimo, además luego hay que limpiarlo todo".
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