Tamara Falcó se estrena como diseñadora de moda
La hija de Isabel Preysler y Carlos Falcó lanza su propia línea de moda y resetea su vida en las redes sociales
Ya lo dijo su madre en una entrevista hace años: “No tengo ni idea de cómo y dónde puede estar dentro de diez años porque Tamara es totalmente impredecible”. Como las madres no suelen errar el tiro, Isabel Preysler acertó al no atreverse a vaticinar el futuro de la hija que tuvo hace 36 años junto a Carlos Falcó, marqués de Griñón.
Tamara Falcó es un péndulo que se mueve entre la disciplina de su madre y la libertad de su padre aderazada con chispas de su propio carácter extrovertido y espontáneo. Sabe que su forma de hablar afectada, en la que abundan los “o sea, papi y mami” y los golpes de melena, le generan críticas de quienes se quedan en esa primera capa. Haber nacido bajo los focos ha debido influir en su saber estar frente al escrutinio de admiradores y detractores. Tamara Falcó nació el 20 de noviembre de 1981, después de que el impacto mediático de la unión de sus padres sorprendiera incluso al entonces discreto marqués, que pensó en poder mantener una relación privada con la que había sido hasta poco antes la esposa de Julio Iglesias, con quien había tenido tres hijos: Chábeli, Enrique y Julio José. Por tanto, no resulta pretencioso que Tamara diga sin que se le mueva el flequillo: “Yo llego a los sitios y poso”. Solo se recuerda anónima durante el lapso de tiempo en que fue estudiante en Chicago donde llegó a los 16 años y permaneció siete. Allí se licenció en Comunicación por la Lake Forest College de Illinois. Reconoce que vivió un paréntesis en el que logró “crearse un alter ego de niña normal. Cuando volví a España fue un shock”. Regresó a casa de su madre que vivía con “tío Miguel” (Miguel Boyer, padre de su hermana Ana) y sobre todo a reencontrarse con la prensa. Pero estos dramas ya los quisieran muchos para sí, porque la fama de su madre unida al pedigrí de su padre han conseguido que después de su licenciatura, sus estudios de moda en el Instituto Marangoni de Milán y un máster en la escuela de negocios ISEM Fashion Bussines School, haya podido elegir y saltar de una a otra actividad, según su ánimo. Cuando andaba más despistada, la marca británica Burberry llamó a su puerta y descubrió que podía navegar sola por el mundo de las influencers. Se abrió a su paso un universo rentable y un trabajo a la medida para el que había contado con una profesora de excepción desde que llegó al mundo: su propia madre, que igual ha ejercido de embajadora de la firma Porcelanosa como ha invitado a bombones desde un glamuroso salón en un anuncio de televisión. De eso continúa viviendo Tamara Falcó y para eso continúa posando. También ha sido bloguera en la revista ¡Hola!, colaboradora en el negocio de eventos que su padre puso en marcha en el Palacio El Rincón, la finca que posee en Aldea del Fresno (Madrid). Pero ahora parece que por fin tiene claro su destino. Primero se tropezó con la religión y su catolicismo confeso le hizo recobrar esa fe de la niñez que no se cansa de pregonar a los cuatro vientos, aunque genere el escepticismo de una sociedad volcada en el laicismo. Y después, decidió centrarse en el mundo de la moda y convertirse en diseñadora de su propia marca, TFP, cuya primera colección se lanzará esta primavera y podrá comprarse a través de Internet. De momento, afirma que trabaja más que nunca y que está dispuesta a reinventarse. Preparando el terreno a sus diseños, ha reseteado su cuenta de Instagram “para adaptarla a la estética de esta red social y empezar de cero”. Los comentarios no se han hecho esperar. Porque sus seguidores estaban acostumbrados a sus frases filosóficas sobre religión, a sus posados de invitada divina y a que mostrara retazos de su famosa y prolífica familia en la que se mezclan hermanos Iglesias, Falcó, Boyer y el nuevo novio de “mami”: el Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa. Ella no entiende la polémica, solo quiere parecer una diseñadora que se toma en serio su trabajo. Queda poco para poder ver los resultados, pero por lo que ha dejado ver, su ropa es como la describe a ella su padre: “Tamara es dulzura, transparencia, alegría y sensibilidad”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.