De precariedad laboral

Mucho se habla de la precariedad laboral juvenil, y poco de la que existe entre los mayores. Mi padre, con 56 años, se enteró hace poco más de un mes que era muy posible que le echaran de su trabajo. No porque lo estuviera haciendo mal, sino porque “sus servicios ya no eran requeridos”. Después de más de 30 años trabajando para la misma empresa, y a 10 años de la jubilación, tendrá que dejar su trabajo e intentar buscar alguna ocupación para poder sobrevivir. Teniendo en cuenta que la pensión de jubilación se calcula a partir de los últimos años cotizados, digamos que no le quedará demasiado. Y como mi padre, muchos más. Es necesario que todos luchemos por la dignidad en nuestros puestos laborales, tanto jóvenes como mayores. Si mi padre se ve en esta situación, no me quiero imaginar cómo estaremos nosotros los jóvenes a su edad.

Elena Solaz Belando. Barcelona