Las dos españolas que reinventan (e ‘instagramean’) la ‘abaya’ árabe
El sayón tradicional negro toma nuevos rumbos de la mano de estas dos andaluzas. Las fabrican a mano en Arabia Saudí, donde residen y desarrollan la firma Thaa.
A VECES HAY que llegar de fuera para apreciar el valor o el potencial de lo cotidiano. Justo cuando en Arabia Saudí empieza a cuestionarse la obligatoriedad de la abaya, dos españolas están transformando la estética de esa prenda tradicional. De la mano de Mónica Suitt y Belén Hernández-Mancha, el sayón negro que esconde el cuerpo de la mujer musulmana por una mezcla de imperativo religioso y cultural se transforma en un objeto de moda. De su taller en Yedda, la segunda ciudad saudí, a orillas del mar Rojo, salen primorosamente empaquetadas con destino a varias tiendas del Reino del Desierto, pero también de Kuwait y Baréin, donde su uso no es de rigor.
El éxito tiene mucho que ver con el peculiar dúo que forman estas dos emprendedoras de experiencias vitales muy distintas. Suitt (Chipiona, 1966), diseñadora de interiores, llegó a Yedda hace ocho años acompañando a su marido, ingeniero en una de las empresas que han construido el AVE de La Meca. Hernández-Mancha (Málaga, 1986), periodista especializada en comunicación corporativa, se instalaba en la misma ciudad poco después, tras casarse con un saudí. Profesionales ambas, no se dejaron intimidar por la fama misógina de su país de acogida. Pero no fue hasta hace tres años cuando sus caminos se cruzaron.
Sus creaciones están bordadas a mano sobre telas de distintos colores que ellas mismas buscan en Arabia Saudí y en España
Suitt ya había lanzado con éxito una marca de madas (la sandalia tradicional del hombre saudí) para mujer, AdiosAmor. Hernández-Mancha se hacía sus propias abayas aprovechando el taller de costura de su suegra. Coincidieron en la guardería donde esta llevaba a su primer hijo y Suitt, una mujer inquieta que no puede estar de brazos cruzados, colaboraba como monitora. Hablaron de empezar algo juntas. Prepararon una colección de abayas para un bazar en enero de 2017 y vendieron todas el primer día. Fue el inicio de Thaa, su empresa. El nombre es la transcripción al inglés de la cuarta letra del alfabeto árabe; también un guiño a sus raíces: se pronuncia za y corresponde a la zeta española, un sonido común en ambos idiomas.
“No hemos revolucionado nada”, matiza prudente Hernández-Mancha, antes de recordar a mujeres como su suegra que desde hace décadas han cosido sus abayas en casa buscando un estilo más personal.
Siempre han existido lujosas abayas a medida y de seda. Años atrás, las más jóvenes empezaron a sustituir el negro por azules o grises y algunas se atrevieron a decorarlas con mensajes impresos como los de las camisetas, lo que enseguida fue censurado por la policía religiosa. Pero el cambio introducido por las españolas es de otro tipo. Sin cuestionar el concepto, han modernizado la prenda hasta acercarla al abrigo de verano, un sobretodo ligero y estiloso que no desentonaría en una terraza mediterránea cualquier noche fresquita. Además, ha coincidido con una suavización de las restricciones sociales en Arabia Saudí.
Instagram y el boca a boca han bastado para que en dos años estas diseñadoras españolas hayan vendido 5.000 piezas
“Todo el proceso es artesanal”, destaca Suitt, mientras muestra los detalles y las terminaciones de sus ropajes en el estand de Homegrown, un mercado de productos locales de Yedda donde han logrado situarse.
Artesanal y personalizado. Sus abayas están bordadas a mano sobre telas (lino preferentemente) de distintos colores que ellas mismas buscan en Arabia Saudí o en España. Antes de que las elevadas temperaturas y la humedad del verano impidan salir a la calle, no es raro topárselas en Al Balad, el casco antiguo de Yedda. Allí, entre los edificios otomanos, que la Unesco ha catalogado de patrimonio mundial, encuentran inspiración y también mercerías que las proveen de hilos, cenefas, cuentas y otros accesorios.
Pero Al Balad es sobre todo un marco inigualable para promocionar sus abayas. Turnándose en los papeles de modelo y fotógrafa, Suitt y Hernández-Mancha retratan cada diseño ante las casas-torre edificadas a finales del siglo XIX por los grandes mercaderes de la ciudad y que hoy se están restaurando. Antes de volver a casa tras una de estas sesiones, ya han colgado el resultado en su Instagram (@thaa_ksa), que usan como escaparate al mundo. Esa plataforma y el boca a boca han bastado para que en dos años hayan vendido más de 5.000 piezas (incluidos algunos thobs, túnicas para hombre que solo fabrican en Ramadán).
“Ofrecemos telas y estampados distintos a las marcas locales”, explican sobre su éxito. “Y el hecho de ser españolas también nos ha ayudado, ya que llama mucho la atención; como si en España dos saudíes hubieran lanzado una marca de trajes de flamenca”, señala Hernández-Mancha. En un país donde pueden comprarse abayas entre 100 y 5.000 riales (de 25 a 1.250 euros), sus prendas, que van de los 1.000 a los 1.700 riales, constituyen un “lujo accesible”. Empaquetan personalmente cada una, con una tarjeta que indica cómo cuidarla, en una bolsa de tela con el logo de la empresa y perfumada con olor a lavanda.
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