Desheredada por sorpresa: el último giro de guion en la fascinante vida de la supermodelo Paulina Porizkova
Ric Ocasek, líder de The Cars, falleció repentinamente el pasado septiembre. Ahora se ha sabido que la que fue su esposa durante más de treinta años se queda fuera de su testamento
Ric Ocasek (Baltimore, 1944 - Nueva York, 2019) falleció el pasado 15 de septiembre en Nueva York. Si esto fue noticia en todo el mundo es porque The Cars, la banda que lideró entre 1976 y 1988 y con la que vendió 23 millones de álbumes, fue una de las más laureadas de finales de los setenta y principios de los ochenta. Y Ocasek uno de los ídolos pop/rock más carismáticos: sacó un puñado de álbumes interesantísimos tras la ruptura del grupo, escribió poesía, produjo a Suicide, No Doubt o Weezer y apareció brevemente en películas de John Waters.
“No he hecho provisión para mi esposa, ya que estamos en proceso de divorcio. […] Incluso si muriera antes de que nuestro divorcio sea definitivo, Paulina no tiene derecho a ninguna participación porque me ha abandonado”, dice el sorprendente testamento de Ocasek
Hoy quienes hablan de él son los medios de celebridades: se acaba de dar a conocer su testamento, y en él ha desheredado a la que fue su mujer desde 1988 y su novia desde 1984. Se trata de la modelo Paulina Porizkova (Prostejov, antigua Checoslovaquia, 1965). Ocasek murió mientras dormía, dos semanas después de ser sometido a una operación de corazón que se desarrolló sin complicaciones y de la que se estaba recuperando. “Su muerte fue un jodido shock”, confesó ella poco después en Rolling Stone.
Paulina y Ric estaban separados desde 2017, aunque mantenían una relación amistosa. Tanto que Paulina, junto a los dos hijos de la pareja (Oliver, de 21 años, y Jonathan, de 25), estaba cuidándole durante el postoperatorio. Fue ella la que encontró el cadáver en la cama la mañana del 15 de septiembre y avisó a la ambulancia. La causa de la muerte fue una enfermedad cardiovascular hipertensión y aterosclerótica. A todo ello contribuyó un enfisema pulmonar que sufría el artista, que había dejado de fumar hacía 14 años.
Tras la muerte de Ric, Paulina no dejó de homenajearlo en sus redes sociales, recordarlo con cariño en algunos programas de televisión y celebrar su vida: “¿Quién no querría ser un músico enormemente influyente, formar una familia y morir mientras duerme? Creo que fue un hombre afortunado”, escribió en Rolling Stone.
Por eso, la noticia que hoy publican los medios estadounidenses es sorprendente. “Ric Ocasek elimina a su esposa Paulina Porizkova de su testamento”, publica en exclusiva la web neoyorquina de sociedad Page Six. El testamento dice: “No he hecho provisión para mi esposa, ya que estamos en proceso de divorcio. […] Incluso si muriera antes de que nuestro divorcio sea definitivo, Paulina no tiene derecho a ninguna participación porque me ha abandonado”. El músico, según esa misma web, dejaría una herencia de cinco millones de dólares (unos cuatro millones y medio de euros) en derechos de autor.
Ningún medio conoce todavía la explicación a este giro de guion en lo que parecía una pareja separada, pero idílica. Incluso después de romper, acudieron juntos a la gala en la que el grupo de su marido entró en el Rock and Roll Hall of Fame, en abril de 2019. Pero solo añade leyenda a una vida, la de Paulina, que ha sido incluso más interesante que la de su marido.
Los padres de Paulina se vieron obligados a huir a Suecia cuando ella era solo una niña para escapar de la invasión del país por parte de la Unión Soviética y dejaron a la niña al cuidado de su abuela. Cuando volvieron a buscarla, las autoridades checoslovacas comunistas se lo prohibieron
Porizkova nació en Prostejov, en la antigua Checoslovaquia (hoy República Checa), una ciudad pequeña en la revión de Moravia, en 1965. Los padres de Paulina se vieron obligados a huir a Lund (Suecia) cuando ella era solo una niña para escapar de la invasión del país por parte de la Unión Soviética en 1968 y dejaron a la pequeña Paulina al cuidado de su abuela. Cuando quisieron reclamarla para llevársela con ellos, las autoridades checoslovacas comunistas se lo prohibieron. La lucha de los padres por reclamarla se volvió enormemente popular en la prensa sueca, que lo convirtió una lucha nacional. Paulina se convirtió en una celebridad, pues, con apenas cinco años.
Su madre llegó a viajar ilegalmente a Checoslovaquia para encontrarla y llevársela con ella de vuelta. Lo hizo embarazada de seis meses. Las autoridades la encontraron y la enviaron a prisión. Estuvo allí hasta que la liberaron para dar a luz. Volvió a irse sin su hija. No la recuperaron hasta siete años después de abandonar el país. Cuando Paulina llegó a Suecia con diez años, convertida ya en una especie de estandarte diplomático tras una lucha sin cuartel, su padre anunció que se había enamorado de otra mujer, abandonó a la familia y no participó económicamente en la crianza ni educación de sus dos hijas. La familia sobrevivió gracias a que la madre encadenó trabajos día y noche para poder pagar las facturas. Paulina no volvió a tener relación con su padre.
Porizkova no solo sufrió por eso, sino por su condición de migrante. En la escuela, según ha recordado, otros niños le escupían y la llamaban “sucia comunista”. Cuando tenía 15 años, aquella niña migrante sin amigos y sin un hogar estable se había convertido en una bellísima adolescente que soñaba con ser maquilladora. Y aquí llega el gran momento de la vida de toda supermodelo: Paulina y sus amigas se maquillaron un día y enviaron las fotos a una agencia de modelos de París esperando conseguir algún día trabajar de estilistas para sus modelos. Pero las cosas no salieron como Paulina esperaba. Salieron mejor: recibió una llamada personal de un agente de la agencia Elite para invitarla a París y hacer un cásting.
Su carrera comenzó inmediatamente y tras hacerse conocida en París por desfilar para, en resumen, casi todas las grandes marcas que desfilaban allí, se convirtió en una modelo solicitada en Estados Unidos gracias a una portada de la revista Sports Illutrasted. En 1984 llegaría la oferta para protagonizar el videoclip de Drive, de la exitosa banda The Cars (y, como curiosidad, dirigido por el por aquel entonces jovencísimo actor californiano Timothy Hutton). Aquí es donde la vida de Porizkova y Ocasek se entrecruza y ambos se enamoran.
Ella, una belleza gélida y casi celestial, formaba con él, un tipo delgaducho y poco agraciado pero con carisma para rato, una pareja de lo más extraña, pero también atrayente. Pero que nadie piense que en esta unión entre la realeza de la moda y del rock fue Paulina la beneficiada: en realidad, mientras la carrera de The Cars iba en declive (a finales de los ochenta sus ventas ya no igualaban a la de sus discos más exitosos de principios de la década, especialmente Heartbeat City), ella consiguió en 1988 el contrato más caro de la historia hasta aquel entonces para una modelo: seis millones de dólares (5.435.000 euros) por una campaña con Estée Lauder.
Continuó siendo una de las modelos más famosas del mundo en los noventa y nunca ha dejado de trabajar, ya sea en televisión, en cine (su breve filmografía, que mezcla a Kusturica con Mujeres desesperadas, es digna de otro artículo) y como autora de novelas y libros infantiles. Al tercer acto de esta historia aún le queda recorrido.
Falta saber qué ocurrió para que aquel marido enamorado, incluso tras la separación, decidiese que la superviviente que le había dado dos hijos y lo cuidó hasta el último minuto antes de su muerte no se merecía absolutamente nada.
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