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Así han evolucionado los padres y las madres en los grupos de WhatsApp del colegio

A pesar de que subsiste en algunos casos un inadecuado uso de estos, progenitores y expertos coinciden en destacar que en la actualidad hay más respeto y empatía que antes

alex onciu

La red social WhatsApp nació en 2009. Dos años después se crearon los grupos de conversación. Los de madres y padres con niños en edad escolar fueron de los primeros en echar a andar. A partir de ese momento y hasta hoy mismo, millones de mensajes con excursiones, piojos, fiestas de cumpleaños, discusiones, peleas y ansiedad han recorrido los teléfonos móviles de los usuarios que hay en España. Las cifras oscilan entre los 25 millones recogidos en un estudio de IAB Spain, y los 30,5 millones de otro elaborado por eMarketer.

El uso de esta red ha evolucionado mucho y rápidamente en el transcurso de estos ocho años de aprendizaje. A pesar de que subsiste en algunos casos una inadecuada utilización de la misma, progenitores y expertos coinciden en destacar que en la actualidad hay más respeto y empatía que antes. Ambos están de acuerdo en que estos grupos no tienen mucho que ver con los que había en sus inicios, y que su empleo es ahora más positivo.

Amaya Prado aúna en su persona una doble experiencia muy útil en este tema: es psicóloga educativa y madre de tres niños (10, 7 y un año), cada uno de ellos con sus propio grupo de WhatsApp.

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En su opinión se han producido “cambios significativos” en su uso. “Antes la gente entraba de forma más tímida y no sabían usarlos. Ahora han cambiado claramente los objetivos”, asegura. Con el paso del tiempo y la mala utilización se han ido creando una serie de normas “que se implantan cuando se crea uno de estos grupos”. Estas guías, que según Prado “sería interesante que se hicieran más”, ayudan a determinar con claridad qué temas se pueden abordar dentro del grupo y cuáles no.

Otro cambio relevante mencionado por esta psicóloga es la función social que han adquirido con el paso de los años. “Antes había padres reticentes a estar en estos grupos y ahora están todos”, señala. Esto hace que se conozcan todos los integrantes, se solucionen problemas y se enteren de aspectos relevantes. En una posterior evolución “se van creado otros grupos que salen juntos, se generan contactos, se encuentran trabajos o se crean nuevas parejas”, sostiene.

Prado advierte de que aunque se haya avanzado en aspectos positivos, aún se mantienen otros que no lo son tanto, y menciona algunos de ellos: “Siguen siendo mayoría las madres, se continúa criticando a los profesores, hay personas a las que todo les parece mal y que generan una sinergia negativa y se utilizan las notas y los ritmos de aprendizaje para comparar y poner a competir a los alumnos”.

Cristina, madre de tres niños (13, 11 y 8 años), tiene una amplia experiencia en pertenecer a estos grupos. A lo largo de estos años ha notado una clara evolución positiva. “Ya hay más experiencia y empatía, de no meterse con los profesores, no emitir opiniones personales sobre temas sensibles y más respeto entre las familias”, afirma. “Se es más neutral”, termina.

Esta madre introduce un elemento diferenciador en cuanto a las características de unos colectivos frente a otros. “Dependiendo de cómo te lleves con el resto de integrantes, se puede usar de una manera más formal, si te llevas normal, o para muchas otras cosas, si te llevas fenomenal”, dice.

Cristina también adelanta un tema que generará alivio en algunos padres. Cuando los niños llegan a la ESO suelen decaer o morir estos grupos. La razón, “la gran mayoría de los chicos y chicas ya tienen móvil. Ellos son los que crean sus propias comunidades y que además son variadas, los de clase, sus amigos, etcétera”, afirma.

Eso sí, en ese momento aparece un nuevo problema. ¿Cómo controlar el uso que hace tu hijo del teléfono móvil? Esta madre tiene muy clara lo que hay que hacer. “Llegamos a un acuerdo con él cuando le regalamos el móvil. En cualquier momento su padre o yo le podemos pedir el aparato y comprobar que todo va bien”, explica. Al niño no le agradó mucho el acuerdo, pero al menos ella fue sincera, “porque hay padres que cogen el móvil sin avisar”.

A Ligia, madre de una niña de solo 6 años, le quedan todavía algunos años para enfrentarse a esta situación. De momento disfruta de un grupo nuevo de WhatsApp, porque ha cambiado este curso a su hija de colegio. “Los padres del actual son mucho más educados que los de antes y se usa solo para temas relacionados con el centro”, declara.

Su experiencia hasta el momento la resume en dos ideas. La primera es positiva: “Son muy útiles para algunas cosas, para enterarte de temas puntuales o conocer a los padres y madres si eres nueva como yo”. La segunda, no tanto: “En general es excesiva información, en el fondo es una herramienta para que el niño sea menos independiente”, apunta.

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