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Las energéticas se la juegan con el clima

El sector transforma su negocio para cumplir con los objetivos medioambientales pese a la incertidumbre política

Denisse Cepeda Minaya
Getty

Tiempo de grandes cambios y mucha presión en el sector energético. Las empresas están inmersas en una exigente carrera para cumplir con los objetivos de energía y clima nacionales y europeos. Pero a la vez tienen que hacer frente a problemas domésticos que pueden perjudicar sus resultados. A esto se suman la incertidumbre política (España vuelve a las urnas el 10 de noviembre), que retrasa la transición energética por la parálisis legislativa, y el temor a otra recesión, que puede ralentizar las inversiones.

El mayor aumento de tensión se registró en verano tras el anuncio de la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia (CNMC) de recortar hasta el 40% la retribución de los activos regulados de eléctricas y gasistas, hoy está en fase de alegaciones. Una modificación regulatoria que no ha sentado bien a las compañías, sobre todo a las de gas, que amenazan con la suspensión temporal de las inversiones (como Naturgy, Madrileña Red de Gas o Gas Extremadura), despidos (Naturgy) y acudir a los tribunales (Enagás).

Pese al contexto regulatorio y económico adverso, las energéticas son optimistas, avanzan en sus compromisos y hasta aseguran que el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), presentado en febrero pasado por el Gobierno, se alcanzará en 2030.

Endesa trabaja en la descarbonización de su mix energético (el 100% en 2050) y la electrificación de la demanda, concreta María Malaxechevarría, directora general de sostenibilidad. Para conseguirlo, apuesta por las renovables. “Hemos publicado un plan de inversiones de 2.000 millones a 2019-2021, con un alza de capacidad de 1,9 gigavatios, lo que implica un 30% más respecto a 2018, al pasar de 6,5 gigavatios a 8,4 en dicho periodo. Y por el cierre de sus centrales térmicas. “Hemos solicitado el de Compostilla y Teruel a junio de 2020 y el de dos grupos de Alcudia en Baleares”, señala.

Naturgy prevé la clausura de sus centrales térmicas en 2022. La de Meirama (A Coruña), Narcea (Asturias) y La Robla (León) esperan el visto bueno del Ministerio para la Transición Ecológica. Lo que sucedió ya con la de Anllares, en la que comparte propiedad con Endesa y cuyo cierre se aprobó en 2018. Unos megavatios sucios que reemplazarán con otros limpios (eólica y fotovoltaica). “Solo en 2019, la compañía pondrá en marcha más de 900 megavatios en renovable, principalmente en España, con una inversión de 2.000 millones”. Y estudia otros proyectos que pueden agregar 4.200 megavatios, sin olvidar el gas natural, su negocio, para garantizar la seguridad de suministro.

Iberdrola, el líder renovable, se ha comprometido a abanderar la transición energética con una inversión de 34.000 millones hasta 2022, el 86% destinado a proyectos verdes y redes, lo que generará 20.000 empleos, informan. El grupo prevé triplicar su potencia eólica y solar con al menos 10.000 nuevos megavatios a 2030, de los que 3.000 estarán instalados en tres años. Además, ha colocado unos 11 millones de contadores digitales con capacidad para la telegestión, supervisión y automatización.

Y EDP se ha fijado para 2030 que el 90% de su generación sea limpia, disminuir en igual porcentaje el CO2 frente a 2005, instalar más de cuatro millones de paneles fotovoltaicos; que el 100% de sus redes sean inteligentes y que un millón de clientes disfrute de soluciones de movilidad sostenible. Esta empresa, con una capacidad limpia de 21 gigavatios, el 80% del total de generación, mantiene operativa sus centrales térmicas de Aboño II y Soto de Ribera III (Asturias) tras su adaptación ambiental.

Aquí se da una transformación más radical. Las petroleras quieren convertirse en proveedores multienergía, como pregona ahora Repsol, tras su irrupción en el negocio eléctrico, para vender luz y gas como cualquier comercializadora e incluso a través de canales menos convencionales (estaciones de servicios y grandes superficies…), y en la generación verde. Invertirá 2.500 millones entre 2018 y 2020 en activos de bajas emisiones. Tras las últimas compras, su cartera limpia asciende a 1.083 megavatios. “Tenemos la ambición y el compromiso de reducir en un 40% la intensidad de CO2 por cada unidad de energía que suministramos, de forma que estamos construyendo una Repsol compatible con los Acuerdos de París y la senda de los dos grados”, ha dicho recientemente su consejero delegado, Josu Jon Imaz.

Cepsa entró en 2017 en esta división con la construcción de un parque eólico en Jerez de la Frontera de 29 megavatios, que se pondrá en operación en los próximos meses. “Nuestro objetivo es continuar reduciendo nuestra intensidad de emisiones”, exponen. A lo que se agrega el uso desde hace 10 años del hidrobiodiésel y la reducción de fuel, más I+D y mejoras en los procesos para bajar la contaminación en sus refinerías.

No solo en generación está el reto. En los últimos meses Red Eléctrica de España (REE) ha tenido que hacer frente a la avalancha de solicitudes de conexión renovable. Al 17 de septiembre, 66,4 megavatios tenían permiso de acceso, 67,3 se encontraban en proceso y 30,8 habían sido denegados porque, en su mayoría, “no hay capacidad en el nudo solicitado o la subestación requerida no está incluida en la planificación vinculante”, informan. “Estamos dedicando todos los recursos necesarios para facilitar su integración. Hemos reforzado la plantilla para resolver los expedientes en el menor tiempo posible. Por el momento, la perspectiva es alentadora, ya que los datos que manejamos nos permiten afirmar que el Plan Integrado de Clima será una realidad”, comenta Concha Sánchez, directora de desarrollo del sistema.

En Endesa creen que es clave la electrificación del transporte (responsable del 25% de las emisiones), y como la falta de infraestructuras es la principal barrera, cuenta con un plan inversor de cinco millones a cinco años para el despliegue de 100.000 puntos de recarga. La idea es que haya uno cada 100 kilómetros como mínimo, cuenta Malaxechevarría. Mientras que Iberdrola contempla el establecimiento de 25.000 de recarga rápida, superrápida y ultrarrápida para hogares, empresas y espacios públicos urbanos e interurbanos. Y Repsol dispone de 31 puntos de recarga rápida y una ultrarrápida, en Lopidana (Álava), la primera en el país inaugurada en abril pasado.

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Sobre la firma

Denisse Cepeda Minaya
Periodista especializada en energía, medio ambiente, cambio climático y salud. Máster en Economía verde y circular por el Inesem y Máster en Periodismo por la UAM/El País. Con más de 20 años de experiencia en periodismo económico. Anteriormente trabajó en República Dominicana como reportera de economía en los periódicos El Caribe y Listín Diario.

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