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EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El tiempo de los huracanes lentos

No se conoce el efecto de la crisis climática sobre los ciclones salvo que los hace más imprevisibles

Guillermo Altares
El aeropuerto de Marsh Harbour (Bahamas) tras el paso de Dorian.
El aeropuerto de Marsh Harbour (Bahamas) tras el paso de Dorian.MICHELLE COVE (TRANS ISLAND AIR)

La temporada de huracanes en el Atlántico nos recuerda la fuerza destructiva de la naturaleza. Este año, Dorian, una descomunal tormenta, acaba de arrasar Bahamas después de haber cambiado de rumbo varias veces y se encamina hacia la costa de Estados Unidos. Hay zonas de Nueva York que todavía se están recuperando del Sandy, que impactó en 2012, mientras que Puerto Rico sufre las consecuencias del María, que pasó hace dos años. Nueva Orleans nunca fue la misma después del Katrina: en este caso no se trató solo de la fuerza de la tormenta, sino de la sensación de abandono por parte de una Administración que desplegó toda su incompetencia, algo parecido a lo ocurrido en Puerto Rico.

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Dorian es una de las tormentas más fuertes que se hayan creado en el Atlántico y sus efectos sobre Bahamas son todavía inciertos, porque los servicios de rescate no han podido acceder a las zonas más afectadas. Las autoridades se temen lo peor. El primer ministro Hubert Minnis resumió así la situación: “Bahamas está ahora mismo en guerra, atacado por un huracán y no dispone de armas para defenderse de semejante asalto”. Todavía no están claros los efectos de la crisis climática sobre los huracanes. Algunos científicos sospechan que puede ser el motivo de que los huracanes avancen más lentamente. Se trata de un comportamiento inesperado y tremendamente peligroso porque se quedan colgados durante días sobre un lugar: la parsimonia de estos monstruos aumenta sus efectos devastadores. Es lo que ocurrió en Texas hace dos años con Harvey y ahora en Bahamas.

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Como la gota fría, se trata de una catástrofe natural previsible en sus rutinas, pero incontrolable. Sabemos lo que va a pasar, pero por mucho que nos preparemos seguimos indefensos ante la naturaleza desatada. Debería significar una poderosa lección para todos los negacionistas del cambio climático, por ejemplo el partido ultra español Vox, que se negó a firmar una declaración en el Senado sobre los incendios en Gran Canaria porque hacía referencia a esta amenaza. Uno de los efectos más devastadores de la crisis climática es la incertidumbre, la ruptura de las reglas que han regido la vida durante los últimos milenios, así como el aumento de fuerza de fenómenos naturales ya conocidos, pero que se vuelven mucho más imprevisibles.

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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