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Seres Urbanos
Coordinado por Fernando Casado
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Inteligencia artificial en las ciudades

¿Sueñan las ciudades con inteligencias artificiales?

El papel de la inteligencia artificial logrando ciudades más humanas

La isla de Hong Kong vista Victoria Peak
La isla de Hong Kong vista Victoria Peakhttps://andrewsoh.photography/ (@CreativeCommons)
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Rick Deckard buscaba androides de Nexus 6 porque eran demasiado parecidos a los humanos. Había que destruirlos. Los androides tenían sueños, deseos, empatía. Incluso miedo a la muerte. Eran una amenaza. La novela de Philip K. Dick, Sueñan los androides con ovejas eléctricas, es una de las obras donde queda más claro la confrontación entre lo humano y lo artificial. Como una dicotomía destinada a la confrontación, que ha de acabar necesariamente en vencedores o vencidos. Más tarde, Ridley Scott se inspiró en la obra y la adaptó a la gran pantalla, creando lo que para muchos es una de las mejores películas de ciencia ficción, precursora del ciberpunk y obra de culto con todos los honores: Blade Runner.

Desde su publicación, la novela en 1968 y la película en 1982, la inteligencia artificial no ha dejado de progresar y cada vez estamos más cerca de ese mundo Bladerunnersco, donde animales eléctricos remplazan a verdaderos, el diseño genético construye órganos artificiales y dispositivos holográficos reproducen patrones mentales. Y después de todo este tiempo, la pregunta clave ha generado auténticas escuelas defensoras de uno y otro bando pero sigue sin ser respondida: ¿Lo artificial y lo humano están destinados a la confrontación?

El Primer Ciclo de Jornadas Internacionales sobre Inteligencia Artificial, celebrado recientemente en Barcelona y Madrid, tuvo el objetivo de responder precisamente a esa pregunta: profundizar en las complejidades de afrontar los nuevos retos que surgirán de asimilar un mundo cada vez más tecnológico con inteligencia propia. Organizadas por la Fundación Formación y Futuro, las jornadas se estructuraron a través de tres mesas temáticas: salud, robótica y ciudades inteligentes. La Fundación, que se ha centrado en la formación de profesionales para dar a conocer esta tecnología emergente en la sociedad, organizó las jornadas con la voluntad de erigirse como una plataforma para el intercambio de información y la gestión del conocimiento sobre esta temática.

Tal y como reflejaron algunas de las presentaciones de las jornadas, los avances de la inteligencia artificial en algunos sectores son incuestionables. Por ejemplo, en el tema de salud. La integración y agregación de datos genómicos para la predicción y prevención de enfermedades, por mencionar un área, sin lugar a dudas revolucionará los sistemas de sanidad y la manera en que concebimos la salud humana.

Asistentes a la mesa redonda sobre robótica en las jornadas de Inteligencia Artificial organizada por la Fundación Formación y Futuro, Madrid.
Asistentes a la mesa redonda sobre robótica en las jornadas de Inteligencia Artificial organizada por la Fundación Formación y Futuro, Madrid. Fundación Formación y Futuro

Otras áreas generan más escepticismo. La incorporación de robots al mercado laboral, por ejemplo. En especial, en relación con el principal problema que surge de manera recurrente cuando se profundiza en la materia: ¿los robots nos sacarán nuestros puestos de trabajos y nuestra capacidad de generar ingresos propios?

Aunque los temores parecen estar sobredimensionados. Varios estudios desmitifican esta pérdida de trabajo y señalan que aunque la inteligencia artificial reducirá efectivamente puestos de trabajo, también supondrá la creación de otros, como consecuencia de los aumentos de productividad, nuevas demandas de consumidores y los relacionados con el mantenimiento, funcionamiento y regulación de estas tecnologías emergentes.

Lo que es incuestionable es que la revolución digital es imparable y que el progreso social y humano dependerá de las barreras que las sociedades impongan a una tecnología cada vez más disruptiva y de alguna forma invasiva. En este contexto, el papel de las ciudades será clave para poder gestionar estos retos en ámbitos territoriales concretos.

Tal y como explicaron Pilar Conesa y Manu Fernández, fundadora y consultor senior de Anteverti, el marco de ciudades inteligentes abre grandes oportunidades que ofrecen varias posibilidades de crear ciudades más sostenibles, resilientes e inclusivas. Ya sea en el ámbito de la movilidad pública y su optimización a través de la sensorización; en la apertura de administración pública fomentando más transparencia y participación ciudadana con la gestión de datos abierta; o en la seguridad pública y la gestión más eficiente de recursos, energética y ambiental, la inteligencia artificial se está convirtiendo en una herramienta imprescindible para la gestión eficiente de ciudades innovadoras.

Pero como alerta Gemma Galdón, experta en tecnología y vigilancia y socia fundadora de Eticas Research & Consulting, hay que estar atentos a los límites éticos del desarrollo tecnológico, sobre todo a las consecuencias de pérdida de privacidad en un mundo cada vez más interconectado tecnológicamente. Se estima que ya hay alrededor de 50.000 millones de aparatos y 1000 millones de cámaras generando datos en las ciudades. La manera en que se gestionará esta información, quién tendrá acceso y los riesgos que ocasionarán para proteger la intimidad y libertad de la ciudadanía, será lo que determinará el futuro de las ciudades.

Por ello, tal y como apunta Meeri Haataja, CEO de Saidot y presidenta del Programa de Certificación de Ética de IEEE para Sistemas Autónomos e Inteligentes, es necesario sacar el máximo provecho de la tecnología de inteligencia artificial, sí; pero asimismo, es importante asegurar que se utilice para resolver los problemas sociales, económicos y ambientales de las ciudades y que su uso garantice el respeto de las cuestiones éticas y legales de forma que protejan los derechos de la ciudadanía.

Una buena gestión de estos aspectos requiere garantizar la transparencia en el uso y procesamiento de los datos personales. Es la única forma de reforzar la confianza de los ciudadanos hacia sistemas inteligentes y garantizar que el acceso a la información promueva un compromiso participativo de la ciudadanía. Al final, como se ha repetido hasta la extenuidad, el desarrollo tecnológico por sí mismo no hace una ciudad "inteligente". La tecnología en manos de una ciudadanía activa y comprometida por el bienestar social, sí. Y para ello: transparencia, comunicación constante y participación ciudadana.

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