_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La memoria histérica

Todos juzgamos las cosas en nombre del Bien, que coincide con el lugar donde estamos en este preciso momento

Daniel Gascón
 Uno de los carteles de la Junta de Andalucía.
Uno de los carteles de la Junta de Andalucía.

Nada es tan admirable en política como la mala memoria, dijo John Kenneth Galbraith. En España, ha escrito Ignacio Varela, los recuerdos lejanos parecen más firmes que los cercanos. Hay una presencia formidable del pasado, que sirve para cimentar o dar pedigrí a posiciones, y que combina la reivindicación legítima con la distorsión o el uso partidista. Nuestra memoria a corto plazo parece más frágil: solo así se explica que ya ni registremos las correcciones de la política migratoria del Gobierno o los últimos episodios de la tortuosa relación del PSOE con Unidas Podemos. En esto Sánchez no es único: solo es quien ha llevado a la perfección algo que practican los demás líderes de la política nacional.

La solidez de la memoria a largo plazo es también ilusoria. Si predecir el futuro político es una tarea ardua, predecir el pasado tampoco es sencillo. Solo sabemos que cada partido lo tergiversará en beneficio de su objetivo a corto plazo. El énfasis en ese pasado es una forma de ocultar la precariedad de la posición presente. Ayuda a excluir al otro del discurso admisible. El momento populista pasó pero el estilo se ha quedado.

Un ejemplo sería la expulsión del PSOE del campo constitucionalista. Otro es la apropiación por parte del PSOE de causas como los derechos LGTBI o los derechos de la mujer. Se imponen criterios de partido (el feminismo, también en la izquierda, es mucho más variado de lo que parece al oír a Carmen Calvo) y se demoniza a las demás fuerzas. El objetivo no es un avance pragmático —por ejemplo: la izquierda ha liderado esta causa muchas veces, pero puede beneficiarse de la participación de los demás, sobre todo si el objetivo es una transformación social—, sino capturar un problema y escenificar una fractura. Lo hemos visto en la campaña contra la violencia de género de la Junta de Andalucía: desafortunada o no, es similar a otras anteriores impulsadas por el PSOE y se ajusta a las directrices del Pacto de Estado. Se ha argumentado que las imágenes no eran de víctimas reales: quizá lo decía gente que piensa que los actores inventan los diálogos de las películas. A lo mejor algunos habrían lamentado que apareciesen víctimas de verdad. Lo importante para decidirlo es de dónde vengan el anuncio, la declaración o el argumento: todos juzgamos las cosas en nombre del Bien, que coincide con el lugar donde estamos en este preciso momento. @gascondaniel

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Daniel Gascón
Daniel Gascón (Zaragoza, 1981) estudió Filología Inglesa y Filología Hispánica. Es editor responsable de Letras Libres España. Ha publicado el ensayo 'El golpe posmoderno' (Debate) y las novelas 'Un hipster en la España vacía' y 'La muerte del hipster' (Literatura Random House).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_