Palomo celebra en París el fin del “letargo” de la moda masculina
El diseñador cordobés ha sido el elegido para abrir la Semana de la Moda de Hombre de la ciudad
No solo los modelos pisan seguros y con la mirada desafiante la pasarela en la que se han convertido los suntuosos salones de la embajada española de París para el último desfile de Palomo Spain. También el alma tras los inusuales diseños, Alejandro Gómez Palomo, sabe, pese a los nervios normales que acompañan cualquier nueva colección, que está en un muy buen momento. Al fin y al cabo, no sucede todos los días que te elijan para abrir la Semana de la Moda de Hombre de París. Además, la capital francesa es, para Palomo, “lo que más”.
“Es un sueño real, lo que nunca pensarías que te podría llegar a pasar, es lo más bonito y cada vez estoy más seguro, desde luego, de que París es ‘el’ sitio”, afirma el joven diseñador, de 26 años, en entrevista con EL PAÍS en la capital francesa poco antes de presentar su propuesta para la temporada primavera/verano 2020.
Pompeii es el nombre de su nueva colección y, obviamente, la historia de Pompeya, la ciudad de la Antigua Roma enterrada por la lava del Vesubio, su hilo conductor. El joven diseñador cordobés gusta desde hace tiempo ligar un momento histórico concreto a sus propuestas. “Siempre intentamos que la realidad y una historia del pasado se junten”, explica. En este caso, relata cómo con la moda masculina está sucediendo como con Pompeya, con “el letargo de una civilización enterrada bajo las cenizas durante años” que de pronto vuelve a surgir a la luz.
Un efecto que Palomo dice también ver en la moda masculina, “aletargada, dormida durante muchos años”. Ahora, gracias a diseñadores transgresores como él, esta moda “empieza a florecer”. Estamos viviendo, sostiene, “un momento bueno de la moda masculina en la que el hombre puede volver a disfrutar de muchas cosas que antes quizás estaban peor vistas o no estaban de moda”.
La mezcla de tejidos nobles y sintéticos vuelve a funcionar en las manos de Alejandro Palomo, para quien ahora el reto es “demostrar madurez colección tras colección”. “Usamos telas nobles, pero siempre hay que contrastar conceptos. De ahí surge la magia, de algo que no te esperas que vaya a ir junto, de algo que inicialmente hubieras visto hasta feo”, afirma. “Hay que buscar lo feo y darle la vuelta hasta que se convierte en algo bonito”, reivindica.
Aunque está considerado uno de los representantes de la moda fluida, Palomo rechaza ser el portavoz de nadie. “No soy nada político”, subraya. Simplemente, siente que su trabajo responde a la generación a la que pertenece y donde los conceptos de lo femenino y lo masculino no son necesariamente algo separado. “Es una sensación de libertad la que tenemos ahora, de hago con mi cuerpo lo que quiero, me muestro como quiero”, señala. “Soy uno de los que ha hecho de esto una casa, donde aquí la gente puede sentirse satisfecha y bien, pero sin realmente pensar en la sexualidad”.
Lo que no quita, dice con un guiño travieso, que no se pueda someter al hombre a los rigores de la moda que llevan tanto tiempo sufriendo las mujeres. “Ahora les ponemos los corsés a los hombres. Ahora tiene que sufrir un poquito el hombre, que en la historia ha estado muy premiado. Ahora le toca saber un poquito lo que duele un tacón, o los corsés”, dice antes de estallar en una carcajada.
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