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La hermana Rita, la última monja que batalla contra Katy Perry

"Tienes las manos manchadas de sangre", ha dicho sobre la cantante la última religiosa que vive en el convento que ha tratado de comprar la artista

La hermana Rita Callanan, en 2015 en el convento de las hermanas de María Inmaculada.
La hermana Rita Callanan, en 2015 en el convento de las hermanas de María Inmaculada.Mel Mecon (Los Angeles Times/Getty Images)
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"Yo intento luchar, pero no sé durante cuánto tiempo voy a poder hacerlo". Beligerante y con las ideas muy claras, así se muestra la hermana Rita Callanan, religiosa de 81 años que no quiere dar la guerra por perdida contra sus dos y muy poderosos caballos de batalla: la Archidiócesis de Los Ángeles, California, y la cantante Katy Perry.

Las monjas, la Archidiócesis y Perry son los tres principales actores de un complejo proceso legal en torno al convento donde vive la congregación, que se prolonga ya cuatro años y que ha dejado incluso una fallecida por el camino: otra de las religiosas, que murió en pleno juicio. Ahora la hermana Rita quiere hacer ver que sus enemigos siguen detrás de ella y que no va a parar hasta que todo salga a la luz. "La verdad es que no me gusta Katy Perry, y estoy segura de que yo no le gusto a ella", afirma ahora la monja, que asegura que la cantante tiene "las manos manchadas de sangre".

La cuestión empezó cuando, en 2011, Katy Perry se encaprichó del convento en el que residían las hermanas del Inmaculado Corazón de María en la ciudad angelina. Construido en 1927 en estilo clásico italiano, el lugar de 2.000 metros cuadrados también es lugar de retiro para sacerdotes. Perry trató de comprarlo por 13 millones de dólares en efectivo (11,5 millones de euros) cuando quedaban allí cinco religiosas, de las que tres se mostraron a favor y dos —las hermanas Rita Callanan y Rose Holzman— en contra por considerar que la cantante de I Kissed a Girl violaba sus votos.

Katy Perry, el 4 de junio en Los Angeles, California.
Katy Perry, el 4 de junio en Los Angeles, California.Bauer-Griffin (GC Images)

Mientras Perry trataba de cerrar la operación, la empresa inmobiliaria Hollister negociaba por detrás con las monjas para hacerse con el convento y construir allí un hotel boutique. De hecho, en julio 2015 se conoció que las monjas habían decidido venderlo a esta empresa porque les dejaría gestionar el negocio. La Archidiócesis de Los Ángeles se opuso, argumentando que ellos y no las hermanas eran quienes tenían derecho a decidir y gestionar el terreno, y denunció a Hollister al creer que, además, la oferta de Perry era mejor. El juez invalidó la venta de las monjas a Hollister y meses después, en abril de 2016, la Corte Suprema de Los Angeles le daba la razón a la Archidiócesis.

Ya en noviembre de 2017, Katy Perry vencía en esta batalla y no solo se quedaba con vía libre para adquirir el convento, sino que el juez condenaba a Hollister a pagarle cinco millones (y otros 10 a la Archidiócesis, lo que hizo que la empresa acabara en la ruina). A falta de decidir el lugar de la mudanza de las monjas, y en pleno juicio, en marzo de 2018, moría la hermana Rose Holzman, de 89 años. "Katy Perry, por favor, detente. Todo esto no le está haciendo bien a nadie y solo está hiriendo a muchas personas", declaraba antes de entrar en el juzgado con Callanan, minutos antes de morir. Algo que su buena amiga y única residente en el convento, la hermana Rita Callanan, no olvida.

Por ello, ahora Callanan ha decidido romper su silencio y acusa a la Archidiócesis de ponerse contra ella y contra los intereses de la comunidad. Todo, además, por una batalla que habría sido en vano: el convento vuelve a estar en el mercado, y ahora por nada menos que 25 millones de dólares (22 millones de euros), ya que, tras todas esas peleas legales, Perry nunca terminó de formalizar la compra, como ha contado la monja al diario The New York Post. Los representantes de Perry no confirman el extremo, mientras que la Archidiócesis afirma a ese mismo medio que "aunque las opciones legales formales han caducado, la Archidiócesis y la señora Perry siguen en comunicación por su continuado interés en la propiedad". Ahora, con Perry sin decidirse y Hollister en la bancarrota, ya no hay nadie que quiera dejarse el dinero en el edificio, por lo que la situación financiera del lugar y sus ocupantes pende de un hilo.

Las hermanas Rita Callanan y Rose Holzman, en junio de 2015 en el convento californiano.
Las hermanas Rita Callanan y Rose Holzman, en junio de 2015 en el convento californiano.Mel Melcon (Los Angeles Times/Getty Images)

"¿Fue legal? Probablemente no del todo. Pero tampoco fue legal para Katy Perry comprarla", reflexiona ahora la hermana Rita sobre su forma de proceder entonces. Además, y afirma tener desde hace años problemas de dinero y acusa duramente a la Archidiócesis de no cuidarlas. Ella fue operada hace unos años y ahora necesita, asegura, rehabilitación, logopedas y terapia ocupacional. Sin embargo, desde la Archidiócesis aseguran que se encargan "de los costes de vida, médicos y de cualquier tipo de la hermana Rita y de aquellas hermanas que queden"

Callanan sigue atacando a Perry y a la Archidiócesis. Para empezar, dice que ni siquiera le permitieron hablar en el funeral de su amiga, y que el sacerdote que lo ofició no fue el que había elegido la hermana Rose. Cuando empezó a hablar en la despedida de su compañera, el cura cortó su discurso. "Vale, ya es bastante', me dijo, pero yo seguí. 'He dicho que ya es bastante', volvió a decirme. Me callé durante un minuto y pensé: 'No, voy a seguir. Es lo que querría la hermana Rose'. Pero otro cura se levantó y se acercó al organista para pedirle que empezara a tocar para que no se me oyera. Entonces toda la congregación gritó: '¡Dejadla hablar!".

Según la hermana Rita Callanan, empleados de la Archidiócesis trataron de llevarse su portátil y de acceder al correo electrónico de la hermana Rose. "Se llevaron el disco duro de su ordenador, con todas las cosas de Roma". Según su teoría, entraron al apartamento de su amiga en busca de correspondencia entre las hermanas y el Vaticano.

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