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Columna
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Más peligroso que Putin

Hemos celebrado el 75º aniversario del Día D. Además de efemérides deberíamos leer libros de historia porque los malos están de vuelta

Ramón Lobo
El presidente de EE UU, Donald Trump, este miércoles en Normandía.
El presidente de EE UU, Donald Trump, este miércoles en Normandía. MANDEL NGAN (AFP)

Afirmar que Donald Trump es más peligroso que Vladímir Putin no es una boutade. El líder ruso parece inteligente porque tiene un plan, sigue una pauta: recuperar el papel de superpotencia de la URSS. Su problema es que China ocupa hoy el centro del escenario. Al Kremlin le queda el consuelo de la medalla de bronce. La peligrosidad de Trump radica en su constante imprevisibilidad y escasa contención verbal. Es capaz de aterrizar en Londres, insultar al alcalde elegido en las urnas, menospreciar al líder laborista, entrometerse en el debate interno del Partido Conservador, sobre quién debe ser el sucesor de Theresa May, y exigir un Brexit sin acuerdo, y si es con demanda judicial a Bruselas, mejor. Antes había amenazado a la UE con sanciones si persiste en su plan de crear un Ejército europeo y de potenciar su industria militar. Trump exige subordinación a la industria estadounidense. Le ha tomado gusto a sancionar e imponer tarifas como un emperador, medidas que podrían terminar dañando a sus caladeros de votos en el Medio Oeste.

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Al presidente de EE UU le gustaría ver a Boris Johnson en Downing Street. Tiene su lógica, es tan bocazas como él. Lo mismo que Nigel Farage, al que propone como negociador del Brexit. Su comportamiento ha sido tan inaudito que la escritora india Arundhati Roy dijo que “parecía un monarca de visita en las colonias”. También advirtió que cuantas más bromas hagamos sobre él, más perderemos de vista lo que representa. Lo que importa —sostiene Noam Chomsky— es que detrás del bufón se mueve una ultraderecha ultraliberal que trata de reducir el Estado a su mínima expresión.

Trump es peligroso porque no cree en la separación de poderes en una democracia. Mantiene el desafío a la Cámara de Representantes, a la que niega su papel fiscalizador. Es tan grosero en esta guerra que parece buscar el impeachment. La presidenta de la Cámara, Nancy Pelosi, más inteligente y hábil que Trump y Putin juntos, evita la trampa. Trump y sus amigos están situando en puestos clave a jueces conservadores, garantizándose un seguro de vida judicial. Nada será igual.

El presidente de EE UU pertenece al mismo ambiente ultraconservador que en España impulsa a Vox y en Hungría a Viktor Orbán. Se alinea en el equipo de los oportunistas tóxicos como Netanyahu, Johnson, Farage y Salvini. Frente a ellos, Marine Le Pen parece una moderada. Nada impide meter a Putin en este grupo, juega en la misma liga autócrata. Por encima de todos los que se creen tan listos está el listo de verdad, el presidente chino Xi Jinping. No ha tenido problemas en permitir que se toque el tema tabú, Tiananmen, para decir que la represión fue “correcta”.

Hemos celebrado el 75º aniversario del Día D, el desembarco de Normandía que cambió el curso de la guerra. Además de efemérides deberíamos leer libros de historia porque los malos están de vuelta.

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