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Desde Senegal, hablando para el sudoeste

El oeste africano tiene muchos parecidos con el sudoeste francés, español o portugués y este columnista no entiende por qué se trata a sus habitantes como desechos que se pueden tirar al mar

La surfista española Nadia Erostarbe en la World Surf League celebrada en Senegal en marzo de 2019.
La surfista española Nadia Erostarbe en la World Surf League celebrada en Senegal en marzo de 2019.Foto: Getty

Queridos amigos del sudoeste, escribo desde Senegal. Está al sudoeste de vosotros. ¡Siempre estamos al sudoeste de algún otro! Sabed que para los senegaleses el País Vasco está al nordeste. Para los franceses España está al sudoeste y Senegal, al sudoeste del sudoeste. Este artículo corre el riesgo de abundar en tópicos, perdonadme por creer que comprendo un país cuando paso allí una semana de vacaciones con mi hija mayor.

El oeste africano tiene muchos parecidos con el sudoeste francés, español o portugués. Hace frente al mismo océano (el Atlántico) con las mismas olas cuya espuma hace burbujear la arena. Es cierto que llueve menos a menudo y que aquí los cocoteros reemplazan a los pinos, pero aparte de este detalle no veo diferencias mayores que justifiquen que tratemos a sus habitantes como desechos que podemos tirar de nuevo al mar. Respecto a este asunto he constatado que los surfistas africanos son más valientes que los franceses, ya que suelen hacer eslalon entre tiburones.

Me gustaría alertar a aquellos que afirman que no hay tiburones en Biarritz. Con el recalentamiento del mar, parece bastante probable que nos crucemos este verano con algunos escualos migrantes en las costas vascas. Y no me refiero a Donald Trump, que viene el próximo 27 de agosto a Biarritz. Mi amigo Christian asegura haber visto un gran blanco en la bahía de San Sebastián. Es verdad que me hizo esta confidencia a una hora tardía, pero, aún así, hay que escuchar la sabiduría de los viejos lobos de mar. Este verano no os bañéis en las costas hispánicas.

Los rapsodas de Senegal recitan poemas, predicen el futuro, enseñan los principios fundamentales: Dios creó el bien y el mal, al hombre y la mujer, el calor y el frío

En Senegal se escucha a los griots, sus rapsodas. Me he cruzado con unos cuantos. Recitan poemas, predicen el futuro, enseñan los principios fundamentales: Dios creó el bien y el mal, al hombre y la mujer, el calor y el frío. Por un momento creí entender por fin el sentido de la vida. Al día siguiente, era incapaz de recuperar la claridad del pensamiento del viejo sabio de Casamanza. Ya no estaba al sudoeste, sino simplemente al oeste, expresión que para nosotros los franceses significa estar un poco loco. ¿Existe alguna idea así de rara en vuestro idioma?

También he aprendido danzas tradicionales senegalesas. Hay que patear el suelo muy rápido y después levantar una pierna muy alto. Es tremendamente elegante cuando lo hace una senegalesa o un senegalés con los pies descalzos rodeados de tobilleras. Cuando lo hago yo, parece una mala imitación de Johnny Clegg llevada a cabo por un punki perroflauta en los Sanfermines.

Quisiera dar las gracias a toda la gente que me ha acogido en Senegal, los pescadores en sus piraguas, los guitarristas hipnóticos y a la bonita persona que me ha enseñado a decir beso en la lengua wolof. Se pronuncia foon. Yo le he enseñado ha decir beso en euskera: muxu. Ella se ha reído mucho, su marido no tanto. Son estos pequeños matices semánticos los que crean la belleza de todos los sudoestes del mundo.

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