Avistamientos OPNI
Presentar una candidatura requiere trabajo, paciencia y mucho papeleo; no hay forma de entender qué lleva a estos ciudadanos a derrochar tanto en algo tan estéril
Si muchos creen que la política es una escalera para trepas, una forma de hacer y cobrarse favores, una expresión de vanidad o que sirve para darse el gusto de decir que usted no sabe con quién está hablando, hay una terra incognita, más allá de la última fila de escaños del Congreso (y más allá del último sillón del último concejal del último pueblo de España), donde se vuelve incomprensible, como la física en sus niveles cuánticos o cósmicos. Entendemos cómo funcionan las fórmulas de Newton: la manzana cae por la fuerza de la gravedad. Así concebimos la política parlamentaria: unos partidos se presentan y seducen a los electores con propaganda para conseguir su cuota de poder. Pero, ¿cómo diablos funciona la política extraparlamentaria? ¿Qué pretenden todos esos partidos sin la menor posibilidad de alcanzar un escaño? Sus campañas, situadas en los bloques de propaganda gratuita de los medios públicos, revelan más paradojas que el gato de Schrödinger. Comprender su existencia es un trabajo más propio de un físico del CERN que de un politólogo de Somosaguas.
No hablo de los movimientos cívicos muy organizados que se quedan a las puertas del escaño, como el animalista PACMA o el pacifista Por un Mundo más Justo (PUM+J). Tampoco de los rescoldos de culturas políticas muertas, como las sectas comunistas de los años 60 (el Partido Comunista de los Pueblos de España o el Partido Comunista Obrero Español) o el serrín sin barrer que queda de Falange Española y de las JONS (que se presenta en seis provincias: Ávila, Castellón, Guadalajara, Palencia, Valencia y Valladolid). Todo eso se explica desde la política convencional. Me refiero a los OPNIS (Objetos Políticos No Identificados), muchísimo más complejos.
Por ejemplo, la Unión de Todos (UDT), el partido menos votado de la historia de España (54 votos en 2016), que repite este año con una candidatura en Teruel encabezada por una ciudadana de origen nigeriano. O el Partido Republicano Independiente Solidario Andaluz (RISA), liderado —y compuesto únicamente, se sospecha— por un payaso profesional de La Guardia (Jaén). Jubilados por el Futuro (con 90 prometedores seguidores en su cuenta de Twitter, no todos necesariamente votantes) se presenta en Granada. Una formación cercana, el Partido Demócrata Social de los Jubilados Europeos, se presenta por Ciudad Real. Con más ambición ideológica, el Partido Libertario estará en cinco provincias, y el Partido Humanista, que conoció algún momento de cierta popularidad en los 90, en cuatro. Escaños en Blanco, persiste en once circunscripciones, siendo Teruel una de ellas (con lo difícil que es obtener un escaño en Teruel, para desaprovecharlo luego).
Presentar una candidatura requiere trabajo, paciencia y mucho papeleo, por eso no hay forma de entender qué lleva a estos ciudadanos a derrochar tanto tiempo y energía en algo tan estéril. Ni la ambición, ni la sed de poder, ni tan siquiera el compromiso ideológico, explican los OPNIS que se avistan una vez cada cuatro años.
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