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La nueva amenaza de la reserva indígena Raposa Serra do Sol El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, tiene en la mira la explotación de forma racional del territorio de 1,7 millones de hectáreas, fronterizo con Venezuela y Guyana Una década después de que los macuxi ganaron una sangrienta batalla legal para expulsar a los plantadores de arroz de su reserva en una zona remota de Brasil, su control sobre las tierras ancestrales se ve amenazado nuevamente por el nuevo presidente, Jair Bolsonaro. En la imagen, una vista general de la comunidad de Maturuca en la reserva Raposa do Sol (Brasil). BRUNO KELLY (REUTERS) Un vaquero indígena macuxi arrea el ganado en la comunidad de Maturuca en la reserva Raposa Serra do Sol (Brasil). En esta reserva de 1,7 millones de hectáreas de sabana en la frontera con Venezuela se albergan a unos 25.000 nativos cuyo medio de vida principal es la cría de ganado. BRUNO KELLY (REUTERS) Entre sus promesas de Gobierno, Bolsonaro ha propuesto revisar los límites de la reserva, como parte de su esfuerzo por derogar la prohibición de la agricultura comercial y la minería en tierras indígenas. La primera decisión de Bolsonaro tras asumir el cargo en enero fue trasladar las decisiones sobre tierras indígenas al Ministerio de Agricultura, que está controlado por representantes del sector agrícola, ansiosos por abrir nuevas fronteras a la agricultura a gran escala. BRUNO KELLY (REUTERS) En una alocución en diciembre de 2018, Bolsonaro señaló: “Es el área más rica del mundo. Hay formas de explotarla racionalmente. Y para los indios, darles regalías e integrarlos en la sociedad”. En la imagen, niños indígenas macuxi bailan en la ceremonia para líderes indígenas de la comunidad de Maturuca en la reserva Raposa Serra do Sol (Brasil). BRUNO KELLY (REUTERS) Ruinas de un centro cultural indígena en la comunidad de Surumu en la reserva Raposa Serra do Sol (Brasil). El centro fue incendiado en 2009 durante un ataque de agricultores no indígenas. “En la lucha por nuestros derechos a la tierra murieron 21 de los nuestros”, dice Aldenir Lima, líder de las 70 comunidades en la reserva. “Desde entonces recuperamos lo que habíamos perdido y hoy las plantaciones de arroz de los agricultores blancos han sido reemplazadas por nuestros rebaños de ganado”. BRUNO KELLY (REUTERS) Tres niños indígenas macuxi juegan en la comunidad Maturuca en la reserva Raposa Serra do Sol (Brasil). El territorio sigue siendo codiciado por agricultores comerciales y prospectores mineros, que creen que la zona es rica en minerales como oro, diamantes, cobre, molibdeno, bauxita e, incluso, niobio, un metal utilizado para fortalecer el acero, considerado “estratégico” por el presidente Bolsonaro. BRUNO KELLY (REUTERS) Una mujer indígena macuxi toma una ducha en la comunidad de Uailan en la reserva de Raposa Serra do Sol (Brasil). Los 900.000 indígenas de Brasil representan menos del 1 por ciento de la población y viven en reservas que representan el 13 por ciento del territorio. Bolsonaro dice que viven en extrema pobreza y hambre y deberían ser asimilados en lugar de estar confinados a reservas como “animales de zoológico”. BRUNO KELLY (REUTERS) Un maestro escribe en una pizarra de un centro cultural indígena en la comunidad de Surumu en la reserva Raposa Serra do Sol (Brasil). La Constitución de Brasil de 1988 protege los derechos de las tierras indígenas, por lo que la comunidad espera que cualquier intento de cambiar el estatus legal de la reserva sea rechazado por la Corte Suprema. BRUNO KELLY (REUTERS) Un grupo de niños indígenas macuxi se bañan en el río Uailan (Brasil). “La naturaleza es nuestra vida, nuestra sangre y nuestro espíritu, porque nos da sustento”, dice Martinho de Souza, un chamán macuxi. “Nacimos en esta tierra, vivimos aquí y moriremos aquí”. BRUNO KELLY (REUTERS) Los antropólogos advierten que retirar la protección a las tierras indígenas destruiría las tradiciones y los idiomas de los macuxi y otras cuatro tribus relacionadas en la reserva. BRUNO KELLY (REUTERS) Neudino Costa de Souza Macuxi, de 32 años, líder de los indígenas macuxi, llamado indígena Tuchaua, trabaja con el ganado en la comunidad de Maturuca en la reserva Raposa Serra do Sol (Brasil). BRUNO KELLY (REUTERS) Los macuxi temen el regreso de los mineros de oro ilegales y otros cazadores furtivos en sus tierras, envalentonados por la retórica de Bolsonaro y sus movimientos para debilitar sus derechos. La comunidad macuxi pide al Gobierno el respeto de sus derechos constitucionales y el reconocimiento de sus fronteras terrestres, una lucha en la que invirtieron 30 años y no están dispuestos a perder. BRUNO KELLY (REUTERS)