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Columna
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Mejor escondidos

La sintonía básica de esta campaña electoral es igual que una canción de Chenoa y Bisbal

David Trueba
Pablo Casado junto a Adolfo Suárez Illana, número dos de la lista del PP al Congreso por Madrid.
Pablo Casado junto a Adolfo Suárez Illana, número dos de la lista del PP al Congreso por Madrid.Ballesteros (EFE)

Lo bueno de hacerse mayor es que ya viviste otra campaña electoral protagonizada por Suárez Illana 15 años atrás y no te cogen desprevenido sus declaraciones absurdas. Esta es una ventaja de la que no disfruta Pablo Casado, el joven líder conservador que lo ha fichado como segundo de lista para el partido más votado de España. Su antológica retahíla contra el aborto arrancaba acusando a los neandertales de infanticidas. ¿Alguien va a pedir perdón a los neandertales o se van a aprovechar de que no tienen ni sindicato ni partido que los represente? Un momento, puede que estén muy bien representados en todos ellos. Sea como sea, urge reparación. Para reafirmarse, Suárez Illana invocó el ejemplo de Nueva York, que según él ha aprobado una ley del aborto que asesina a niños ya nacidos. Lo grave no es que lo dijera, es que para rectificar adujo que había tenido que informarse en varios despachos de aquella ciudad. Oh, vamos, seguro que existen formas menos alambicadas de disculparse. Llamas a un despacho y preguntas, ¿es verdad que allí abortáis niños ya nacidos? Te cuelgan seguro. Le bastaría haber dicho que se había equivocado de Estado, que en Nueva York no hay pena de muerte, pero sí la hay en Texas, Kansas, Colorado o Florida, donde se practica esa forma de aborto sobre los ya nacidos cuando se comportan con extrema gravedad. Tampoco los paridos tras gestación que mueren ahogados en el Mediterráneo a diario merecen un cambio legislativo, porque su miseria, al parecer, es accidental.

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Pese a todo, la enorme simpatía que despierta Suárez Illana en todos los españoles no va a terminar por estas salidas de tono. Es apuesto, es elegante y es hijo de su padre. Lo queremos y lo vamos a seguir queriendo, por más que se empeñe él en hacernos dudar. Los que ya tenemos una edad conocíamos que de tanto en tanto se le cruza el cable verde con el cable rojo. Y todos sabemos que cuando esos cables se te cruzan en el cerebro puedes acabar diciendo cualquier cosa. Queda disculpado, pues, sobre todo porque seguramente jamás se ha parado a analizar en profundidad lo que significa la ley del aborto. Para empezar, no es en los países con leyes más restrictivas y prohibicionistas donde se disminuyen los abortos, más bien al contrario. Pero para entender los seis o siete problemas irresolubles que padece el ser humano, lo primero es estudiarlos a fondo y con seriedad. Entre medias se cuela un eterno paternalismo sobre las mujeres, por el cual está permitido legislar sobre su vida íntima hasta extremos insultantes de tutela, mientras los hombres disfrutan de un margen de libre albedrío mayor. Ya puestos, ¿el desperdicio constante de espermatozoides no merecería una ley de restricción para eyaculadores irresponsables?

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La sintonía básica de esta campaña electoral que aún no ha empezado es la de aquella canción popularizada por Chenoa & Bisbal titulada Escondidos cuyo estribillo dice: “Escondidos, solos tu y yo / atrapados sin poder salir del interior / de tu interior / mientras que hacemos el amor. / Clandestinamente, intercambiamos el calor / indiscutiblemente, terminamos viendo el sol”. Si observan con atención, los candidatos asoman, nos muestran su interior disfuncional y lo esconden otro ratillo. A eso se le llama intercambiar calor. También se le conoce como ducha escocesa. Agua caliente y luego fría. Te abrasan, te congelan. Podríamos discutir, eso sí, que al final vayamos a terminar viendo el sol. Algunos lo dudan.

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