La nueva vida de Jeff Bezos tras el divorcio
La imagen pública del hombre más rico del mundo está pasando rápidamente de magnate a 'celebrity' tras las filtraciones sobre su vida privada
En algún momento, el hombre más rico del mundo se convirtió en un meme. El montaje son dos fotos de Jeff Bezos. A la izquierda, se le ve con 34 años, poco después de abrir una tienda de libros online llamada Amazon. Encorvado, alopécico, blanco como la leche, con un jersey fino y cara de empollón. En el otro, se le ve dos décadas después, en 2017, con un polo negro, gafas de policía, calva afeitada, un cuello tan ancho como la cabeza y brazos musculosos. El Bezos de 34 años dice: “Yo vendo libros”. El Bezos de 54 años dice: “Yo vendo lo que me da la jodida gana”. Entre uno y otro hay muchos miles de millones de dólares y también una creciente afición del hombre más rico del mundo por sofisticar su imagen y elevar el glamour de sus compañías. Pero la imagen pública tiene precio, y este año han venido a cobrárselo.
La lista de milmillonarios de Forbes de 2019 dice que tiene una fortuna valorada en 131.000 millones de dólares. Ha aumentado en 19.000 millones desde el año pasado, más o menos el PIB de Bosnia. A nadie le interesa cómo van vestidos o cuál es el régimen de ejercicio de los cinco siguientes de la lista: Bill Gates, Warren Buffett, Bernard Arnault, Carlos Slim y Amancio Ortega. Jeff Bezos, sin embargo, se ha convertido en un personaje del corazón. Más aún, es un personaje de tabloide chungo. De discutir sus bíceps, Estados Unidos ha pasado a hablar de su divorcio. De ahí a diseccionar a su novia y al hermano de ella. Lo último es que circulan supuestas fotos del pene de Bezos. Ese es el nivel ahora.
Jeff Bezos tiene 55 años. Se casó a los 29 con Mackenzie Tuttle, californiana seis años menor que él. Juntos empezaron Amazon en 1994. El pasado 9 de febrero, anunciaron en Twitter su divorcio. Reconocían que llevaban tiempo separados. Desde el otoño, Bezos estaba siendo seguido por periodistas del National Enquirer, que estaban apunto de publicar la exclusiva de su relación sentimental con una exactriz y presentadora de televisión llamada Lauren Sanchez, de 49 años. La información se publicó horas después del anuncio, que seguramente fue forzado porque se iba a hacer público.
Bezos mantuvo fama de ser una persona frugal y modesta durante toda su carrera. Poco después de la salida a bolsa, cuando ya era millonario, dijo que seguía conduciendo un Honda Accord. Cuando Amazon ya vendía de todo, ya había fundado la compañía de viajes espaciales Blue Origin, había comprado The Washington Post y empezaban a funcionar sus estudios de cine, dijo en una entrevista que seguía pasando la mayoría de su tiempo en casa en Seattle y que lavaba los platos casi todas las noches. Se acuesta pronto, se levanta pronto y trata de dormir ocho horas.
Pero las noches de Hollywood lo ponen difícil. En 2015, Amazon Studios lanzó la serie Transparent, con la que ganó el Globo de Oro a la mejor comedia. Al año siguiente, una película de Amazon, Manchester frente al mar, fue nominada al Oscar. Desde entonces, Bezos pasa cada vez más tiempo en Los Ángeles, donde los paparazi le siguen por la ciudad. Su cara ha sido habitual en fiestas de presentaciones, Oscars y estrenos de Hollywood. De ese ambiente sale su amistad con Lauren Sanchez y su marido, Patrick Whitesell, un poderoso agente de estrellas. Los Bezos y los Whitesell fueron amigos durante años antes de que Jeff y Lauren empezaran su relación. En 2016, Bezos se ocultó bajo el maquillaje para un cameo como alienígena en Star Trek: Más allá. Pero Hollywood no es solo diversión. También es fama, revistas, cotilleos y despelleje por deporte, como ha comprobado Bezos.
Inmediatamente, el divorcio de Bezos fue un tema de los medios del corazón. Sobre todo porque según las leyes del estado de Washington, donde residen, ella tiene derecho al 50% de su fortuna, lo que la convertiría instantáneamente en la mujer más rica del mundo. Además, el National Enquirer decidió publicar todo el material que había acumulado siguiendo a la pareja por Hollywod. Fue una explosiva portada con fotos de ambos y mensajes de texto. Esos mensajes habían salido del teléfono de Lauren Sanchez, y ahí empieza un capítulo todavía más desagradable.
Bezos encargó a un asesor de seguridad que investigara el origen de la filtración de esos mensajes. Las sospechas apuntaron inmediatamente a Michael Sanchez, hermano de Lauren. Michael Sanchez es un agente artístico de segunda fila, con la particularidad de que es conocido en el ultraprogresista Hollywood por ser fan de Donald Trump y amigo de personajes de la órbita trumpista como Roger Stone. El pasado 19 de marzo, The Wall Street Journal aseguró que Sanchez era la fuente de los mensajes y que la revista le había pagado 200.000 dólares. Este sábado, sin embargo, el asesor de seguridad de Bezos, Gavin de Becker, aseguró que las conclusiones de su investigación apuntan a una trama con origen en Arabia Saudí.
Entra aquí otro personaje: David Pecker, dueño de American Media Inc (AMI), editora del National Enquirer. Pecker es un buen amigo de Donald Trump desde hace años, desde que Trump buscaba cualquier oportunidad para salir en los medios de cotilleos y Pecker buscaba exclusivas. Durante la campaña electoral, Pecker ayudó a Trump al comprar la historia de Karen McDougal, una modelo de Playboy que decía que se había acostado con Trump (él lo niega). McDougal cobró 150.000 dólares por la exclusiva, que nunca se publicó. A esto se le llama enterrar una historia y fue un favor de Pecker a Trump que le costó una investigación por participar en financiación ilegal de la campaña.
Y así se llega al pasado 7 de febrero. En un mensaje publicado en Medium, el hombre más rico del mundo en persona acusa al National Enquirer de intento de extorsión. Bezos hace públicos mensajes de la revista en la que le amenazan con hacer públicos más mensajes que tienen de él con su pareja, entre ellos fotos sexuales de sus genitales enviadas por el móvil. Lo que le preocupa a AMI es que Bezos insinúa que la motivación para seguirle es política, es decir, otro favor a Trump, que le odia por la cobertura política de The Washington Post, propiedad de Bezos. A día de hoy, ese material no ha salido a la luz. Bezos no se ha retractado de su insinuación de que hay una motivación política.
Han pasado 25 años entre el hombre modesto que vendía libros por Internet y el cachas famoso con divorcio multimillonario extorsionado con fotos de su pene. En la pasada edición de los Oscar, Bezos volvió a ser uno de los hombres más buscados de Hollywood. Se le vio en la fiesta de Vanity Fair, donde normalmente posa para la prensa. Allí, varios medios se hicieron eco de que se había cruzado con Patrick Whitesell, pero no se habían dirigido la palabra. Después, se le vio llegar a la fiesta de Jay-Z en el hotel Chateau Marmont acompañado de una mujer que no era Lauren Sanchez. Esta es la vida pública de Bezos ahora. A juzgar por su presencia en los Oscar, él lo acepta. El hombre más rico del mundo parece dispuesto a pagar el precio de vivir en Hollywood.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.