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El romance secreto del rey Balduino de Bélgica con su madrastra

Las notas personales del ex primer ministro belga Achille Van Acker revelan la preocupación que la relación provocó en el Gobierno, que llegó a espiar sus llamadas

Balduino de Bélgica, y su prometida, Fabiola de Mora y Aragón (a la izquierda), posan en los jardines del Castillo de Ciergnon, con sus familiares, después del anuncio oficial de su compromiso matrimonial. Detrás, la princesa Lilian de Rethy (junto a Leopoldo de Bélgica) toma de la mano a la princesa María Esmeralda.
Balduino de Bélgica, y su prometida, Fabiola de Mora y Aragón (a la izquierda), posan en los jardines del Castillo de Ciergnon, con sus familiares, después del anuncio oficial de su compromiso matrimonial. Detrás, la princesa Lilian de Rethy (junto a Leopoldo de Bélgica) toma de la mano a la princesa María Esmeralda.EFE
Lluís Pellicer

Los historiadores belgas ansiaban tener entre sus manos los diarios del que fue primer ministro del país tras la Segunda Guerra Mundial. Lo que no esperaban es que entre los apuntes de Achille Van Acker, que presidió el Gobierno entre 1946 y 1958, se escondiera un romance secreto que ha inundado las páginas de la prensa belga en los últimos días. Su dietario, que puede consultarse en los archivos públicos de Brujas, destapa la pasión del fallecido rey de los belgas Balduino (Laeken, 1930–Motril, Granada, 1993) por su madrastra, la princesa Lilian.

Todo sucedió, según publicó el diario flamenco Het Laatste Nieuws (HLN), a comienzos de los años cincuenta. Entonces Balduino era un joven de apenas 20 años al que la impopularidad de su padre, el rey Leopoldo III, había llevado hasta el trono. Las fotografías de esa época muestran un joven delgado, de semblante serio y mirada melancólica. Hacía gala, pues, del sambenito que arrastraría durante toda la vida: se le conocía como “el rey triste”. No en vano, su abuelo, Alberto I, falleció cuando él tenía cuatro años y poco después padeció la muerte de su madre, la princesa Astrid de Suecia, que murió en un accidente de coche en 1935.

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Su padre, Leopoldo III, contrajo matrimonio con Lilian Baels, la séptima hija de una familia de clase alta de Ostende que había huido a Londres durante la Primera Guerra Mundial. Esas segundas nupcias se celebraron en secreto en 1941, uno de los peores momentos para el país por la Segunda Guerra Mundial. La familia real fue primero presa en el castillo de Laeken y posteriormente llevada a Alemania. La enorme popularidad de Astrid de Suecia y los rumores sobre las posibles inclinaciones germánicas de la princesa Lilian hicieron que esta fuera vista con recelos por el pueblo.

No la veía así el joven Balduino, en quien recayó la corona después de que su padre constatara el rechazo que suscitaba entre los ciudadanos. Tal vez por ello el Gobierno de Bélgica tenía como prioridad que el joven rey no se viera envuelto en un escándalo que pudiera dañar su reputación. Achille Van Acker explica con preocupación los múltiples viajes “amorosos” de Balduino y su madrastra, que entonces tenía 36 años, al Tirol y a la Costa Azul.

La relación complicada con Fabiola

“Lilian y Balduino fueron al Tirol en un tren nocturno, compartiendo el mismo compartimento de literas”, escribió el ex primer ministro, según HLN. Esa presunta relación alteró a los miembros de su gabinete, de acuerdo con esas notas, que incluso llegaron a interceptar llamadas telefónicas entre ambos en las que el quinto rey de los belgas prodigaba muestras de amor tales como “soy tuyo” o “no te dejaré jamás”.

La historia, en cualquier caso, acabó cuando a finales de esa década Balduino conoció a Fabiola de Mora y Aragón, con quien contrajo matrimonio. Una biografía publicada hace tres años por Olivier Defrance revela que Fabiola tuvo una relación complicada con Lilian, quien desde el principio asumió que nunca llegaría a tener el título de reina. Ese mismo libro relata que Balduino tenía una correspondencia fluida con su madrastra, que pasó sus últimos años de vida en la localidad valona de Waterloo.

Los documentos de Brujas han causado revuelo en una sociedad acostumbrada a la agitada vida de sus actuales monarcas. Hasta tal punto que la hija de la princesa Lilian, Esmeralda de Bélgica, ha tenido que salir al paso de esa historia en una entrevista en Paris Match. Notablemente molesta, recuerda que esos rumores ya corrieron por Bruselas hace dos décadas. Y su madre, fallecida en 2002, acabó enterándose de todo cuanto se contaba sobre su relación con su hijastro. “¡Esta es la acusación más vergonzosa e injusta!”, sostiene que dijo entonces. Ahora opina lo mismo sobre unas habladurías que considera “inconsistentes” y “carentes de evidencia”. Las notas de un primer ministro, en cualquier caso, han reavivado una historia que parecía ya muy lejana para los belgas.

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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