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Los hoteles durante la Guerra Civil española Los más lujosos de la capital fueron requisados por los sindicatos y convertidos en hospitales o instalaciones militares. El escritor Antonio Fernández Casado, en su investigación Hospitales de sangre o cuarteles , aborda la reconversión del sector hotelero durante el trienio bélico El escritor francés Jean Alloucherie, la corresponsal norteamericana Virginia Cowles y otras luminarias de la prensa internacional constataron que desde la terraza de la hostería que alojó a Franco comenzó a emitir EAJ-56, Radio Nacional de España. En la imagen, fachada del Hotel Carlton de Bilbao, en la Guerra Civil española. La bibliografía sobre la contienda es tan abundante que apenas quedan aspectos desconocidos. Los ha encontrado el escritor Antonio Fernández Casado en su investigación 'Hospitales de sangre o cuarteles' (editorial La Cátedra), que aborda la reconversión del sector hotelero durante el trienio bélico, cuando el hombre de Pravda en Madrid, Mijaíl Koltsov, informaba directamente a Stalin desde su habitación del Palace, mientras Hemingway y la periodista de Collier’s Martha Gellhorn copulaban en la suya del Florida. En la imagen, el Hotel Carlton de Bilbao, en la Guerra Civil española. La curiosidad histórica del autor y su experiencia de cincuenta años como director de hotel, propulsaron la redacción de un libro que resulta tremendamente ameno al revelar episodios y situaciones inéditas en los principales establecimientos de la España republicana y franquista. En la imagen, fachada del Hotel Colón de Madrid, el 27 de julio de 1936. Juan Guzmán (EFE) Los más lujosos de la capital fueron requisados por los sindicatos y convertidos en hospitales o instalaciones militares. El aristocrático Ritz renunció a la etiqueta a punta de anarquismo: ocupado por la 'Columna Durruti'. En la imagen, vista de la habitación donde pernoctó el escritor Antonio Machado. Hotel Mayestic de Barcelona Generalizada la destrucción y la muerte, el depósito de cadáveres más céntrico del país quedó instalado en el sótano del Palace, y los quirófanos, en su luminoso vestíbulo, protegidos por sacos terreros, junto a restos orgánicos, guata sucia, agujas hipodérmicas y personal de enfermería que empujaba camillas chorreando sangre y gritos. En la imagen, la factura del escritor y periodista estadounidense Ernest Hemingway tras su paso por el hotel Majestic de Barcelona. Hotel Majestic de Barcelona Durante los bombardeos más intensos, el salto de cama de Antoine de Saint- Exuperey era una elegante bata de satén, y John Dos Passos, deambulaba por los pasillos embutido en un albornoz corto de cuadros escoceses. En la imagen, Fachada del Hotel Savoy de Madrid durante la Guerra Civil. Biblioteca Nacional El 18 de julio de 1936, escribe Fernández Casado, terminó la vida nocturna en España durante tres años, y los sindicatos y partidos colectivizaron bares, restaurantes y grandes albergues, mientras el bar Chicote centrifugaba putas, corresponsales y trotamundos. En Sevilla, moros y jefes rifeños obedecían al general faccioso Queipo de Llano, que emplazó una pieza de artillería frente al hotel Inglaterra para ahuyentar al gobernador, el alcalde y la clientela roja. En la imagen, portada de la revista Mundo Gráfico, con el hotel Ritz de Madrid, al fondo. Meses antes del Alzamiento, la conflictividad social social arreciaba en todas las ciudades como consecuencia de las rígidas posturas de la patronal hotelera y los sindicatos de clase, señala el documentado autor. En los barrios obreros había tanta hambre que los parados y sus familias ocuparon por la fuerza las mesas de algunos restaurantes sin pagar un céntimo. En la imagen, fachada del Hotel María Cristina, de San Sebastián, con resto de metralla. Antonio Fernández Casado