Bannon y la prueba del algodón
Cuando vimos el crecimiento fulgurante de Vox, nuestra primera impresión fue que estaba contagiando a dos partidos de gobierno en España
Un veterano comisario de policía me dijo una vez que la primera impresión que tenía ante la escena de un crimen acababa pareciéndose mucho a lo que en realidad pasó. Es verdad que la literatura nos ha educado justo en sentido contrario, también cuando hablamos del poder y la política. Los conspiranoicos habituales sumados a los mitómanos nos han convencido a todos de que siempre hay algo que se nos escapa, una razón oculta, una lógica secreta que explica lo que nos asombra, asusta o simplemente no entendemos. Aunque a veces lo tengamos ante nuestros ojos, claro y simple, desde el minuto uno.
La entrevista que el lunes publicó este periódico con Steve Bannon le da toda la razón a mi amigo el comisario de policía. El exasesor de Donald Trump le explicaba a Daniel Verdú que su trabajo —dice que no cobra— consiste en montar una especie de internacional de extrema derecha con Trump, Bolsonaro, Salvini y Orbán de referentes. Que espera que Vox dé la campanada en España y genere una onda expansiva en toda Europa. Una Europa que, tal y como es, no sirve y por eso se está armando, para las elecciones del 26 de mayo, una especie de caballo de Troya con todos los partidos nacionalpopulistas. Una vez dentro del Parlamento de Estrasburgo, se trata de liquidar el proyecto que nació de las cenizas de la II Guerra Mundial y devolvernos a la Europa de las naciones que se mató dos veces en el siglo XX. Meridiano. Gloria al mundo bipolar con Estados Unidos y China, sin molestas terceras potencias que, además, no acaban de renunciar a la razón frente las vísceras.
Y en el summun de esta sinceridad sin complejos, esta frase de Bannon: “La victoria de Vox es que ya ha trasladado su conversación al resto de la derecha: partidos como Ciudadanos y PP ya hablan como ellos. A eso lo llamo colocar el producto. Ahora los otros tendrán que convencer a la gente de que no son solo una copia”. Cuando nos asomamos a la primera escena de la política española en la que aparecía el crecimiento fulgurante de Vox, esta fue, efectivamente, la primera impresión que tuvimos todos. Que estaba contagiando a dos partidos de gobierno en España y que ese era el peligro y su triunfo.
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