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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Casado acaricia al lobo

El líder del PP no parece consciente de que el objetivo de Abascal no es Sánchez sino él

Santiago Abascal, en una comparecencia de prensa. En vídeo: Declaraciones de Pablo Casado.Vídeo: Jon Nazca (Reuters) / Quality

Enternece la ingenuidad con que Pablo Casado ha reclamado a Vox que se abstenga de presentarse en las circunscripciones que penalizan la división de la derecha. La oferta aspira a congregar el voto útil, pero descuida la ferocidad del partido ultraderechista y subestima que Abascal necesita a Pedro Sánchez en la Moncloa para seguir creciendo.

Vox no puede transigir con la ocurrencia de Casado porque asumiría un papel gregario. Y porque la sumisión al PP condenaría la ambición de convertirse en la fuerza hegemónica de la derecha.

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Es la razón por la que la formación xenófobo-patriotera nunca va a desempeñar el papel de aliado. El acuerdo de Andalucía permitía a Vox presumir de la evacuación del socialismo, pero el objetivo de Abascal consiste en el aniquilamiento de los populares. Exactamente como pretendía hacer Podemos con el PSOE en la elucubración del sorpasso.

También entonces sobresalía una insólita pinza entre Rajoy e Iglesias. Antagonistas en la ideología y en la política, pero avenidos en la estrategia común de sepultar al PSOE. Participaban de la misma causa, tal como ahora curiosamente sucede entre Sánchez y Abascal.

 Al PSOE le conviene la división de la derecha, la pujanza de Vox. Tanto por la conquista a su favor del voto útil como porque el escenario polarizado —el bien contra el mal— atrae para sí a los electores del centro y de los moderados, muchas veces pescando en el caladero de Ciudadanos.

Casado es consciente de que no puede acceder a la Moncloa si la derecha se malogra en la fragmentación, en la dispersión, pero más todavía debería serlo de la naturaleza depredadora de Vox. Abascal y sus costaleros no están en la perspectiva de la victoria ni en el destronamiento de Sánchez, sino en la conquista del electorado descreído que abjura de los complejos del PP.

Sánchez es un trofeo de caza lejano. Y la única manera de llegar a colgarlo en la pared consiste en haber capturado antes la cabeza de Casado. No resulta difícil de prever la respuesta de Vox: si el PP quiere echar a Sánchez, que sean los populares los que se retiren de las circunscripciones más expuestas a la criba de los votos malogrados.

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