¿Dispuestos a dialogar?
Gabriel Rufián, al abandonar la sala del Tribunal Supremo a la que acudió para declarar como testigo en el juicio del procés, estrechó su mano a todos los acusados que en ese momento se encontraban sentados frente al tribunal, excepto a Santi Vila. Es posible que a muchos ciudadanos no les haya sorprendido el gesto; a mí me ha permitido cuestionar la veracidad de la invitación constante al diálogo por parte del independentismo: ¿cómo y para qué dialogar, si uno de los representantes políticos de quien dice querer hacerlo es capaz de negar el saludo a un antiguo correligionario?
Eduardo Sánchez Canoyra, Madrid.
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